Apenas un dos por cien de los fieles cumple con el ritual a pies juntillas y participa en la eucaristía varias veces a la semana ·· La celebración dominical, que en los años 60 alcanzaba récords de asistencia, cae en picado ·· El Arzobispado dice que se debe a «un proceso de descristianización»
Ganar un pedacito de cielo está muy caro. Y si es cierto que asistir a misa aumenta los grados de gloria, los compostelanos lo llevan crudo. Aunque la mayor parte de los vecinos se confiesa católico, en la práctica, la visita a la iglesia no suele entrar en sus quehaceres cotidianos. Sólo el 1,6% de los feligreses cumple con el ritual cristiano a pies juntillas y participa en la eucaristía varias veces a la semana. Según se desprende de una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en Santiago, el 41,5% de la población casi nunca se deja caer por el templo, a no ser que se trate de una ceremonia de tipo social (bodas, comuniones, funerales, etc).
Paradójicamente tan sólo el 11,4% se define como no creyente, el 7,5% ateo, y apenas un dos por cien se muestra indeciso o practica otra religión. Según este sondeo, el porcentaje restante -un holgado 78,9%- se declara católico. No obstante, de la teoría a la práctica hay un buen trecho y las iglesias están casi siempre vacías. Un 19,5% acude a misa varias veces al año. Y todavía son menos (18,9%) los que asisten alguna vez al mes.
La celebración dominical, tradicionalmente la más secundada por los fieles, ha perdido bastante popularidad. Apenas un 18% de los vecinos participa en la eucaristía todos los domingos y festivos, según el CIS. Sin embargo, el responsable de Estadística del Arzobispado de Santiago eleva esta cifra hasta casi un 30%. Aunque para Juan José Cebrián el resultado es muy discutible, no deja de ser un aviso. «No es una debacle. Pero está claro que la Iglesia tiene que rehacerse, cambiar su rol. Y ya está en ello», señala.
No hay compromiso
El Arzobispado de Santiago acaba de poner en marcha un plan pastoral que pretende recobrar el esplendor de las celebraciones dominicales y aproximar la religión a los fieles. Juan José Cebrián recuerda, sin embargo, que en la década de los 60 la mayor parte de los vecinos (95%) participaba en la eucaristía. «Había más presión social. Estaba mal visto no asistir a misa», sentencia. Hoy por hoy todo ha cambiado. Por eso, los resultados del CIS no le sorprenden sobremanera. «La asiduidad supone un compromiso serio con la fe y ese compromiso está debilitado», lamenta.
Actualmente toda Europa atraviesa «un proceso de descristianización». El responsable de Estadística del Arzobispado dice que la culpa es de la educación: «¿Cuántas veces se oye a un joven hablar bien de Cristo? Algunos ni siquiera saben quién es». Juan José Cebrián insiste en que las últimas generaciones «son menos religiosas que sus padres y sus abuelos», y en todo esto tiene que ver «su forma habitual de divertirse, el botellón, las drogas…»
Capital religiosa por excelencia, en cada rincón de Compostela hay algún templo en el que practicar el culto. Sin embargo, no son precisamente los vecinos los que ocupan los bancos, sino los visitantes. Centenares de turistas participan a diario en la misa del peregrino, que se celebra siempre en la Catedral. Esta eucaristía en honor del ritual xacobeo mantiene un nivel elevado de asistencia «durante todo el año». Según Cebrián, el 90% de los que cubre la Ruta esconde un motivo religioso. Para ellos, la misa «es emocionante» .
! LAS CLAVES Juan José Cebrián no se fía del CIS
«No me fío del CIS», sentencia Cebrián. Sus muestreos «tienden demasiado a la izquierda y van en la dirección que quiere el Gobierno», critica. Los resultados de este tipo de encuestas están «muy escorados, ocupe quien ocupe el poder», lamenta. Como experto en Sociología, para Cebrián «es una pena» que se utilicen así los sondeos de un organismo público.
El latín no volverá a los templos
La Iglesia compostelana cuestiona que la reciente autorización pontificia para oficiar las misas en latín se popularice. Al tratarse de un idioma muerto y casi desparecido por completo del currículum académico, el mensaje eclesiástico, lejos de hacer mella en los fieles, resultaría poco comprensible para la inmensa mayoría.
La lengua muerta podría ser «útil»
Juan José Cebrián está convencido de que si retoma el latín en la eucaristía «se vaciaría la iglesia». Ni los fieles serían capaces de comprender las oraciones, ni los sacerdotes jóvenes «conocen el idioma tanto como los veteranos». El responsable sostiene, sin embargo, que en determinados casos como, por ejemplo, el rezo del credo, sería «útil» recurrir a la lengua madre del Catolicismo.
Basta con el permiso del cura
Hace escasas semanas entraba en vigor el documento papal que permite recuperar la antigua misa de San Pío V. Según esta medida, el oficio de la misa en latín podría materializarse si un grupo de fieles lo suficientemente numeroso traslada al párroco su deseo y éste accede. La diferencia es que ahora basta con el consentimiento del cura, ya que antes era necesario un permiso especial .