La fuerza de las pensiones -- Juan de Dios Regordán Domínguez

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

No podemos ni debemos olvidar que la paga de las pensiones responde a un derecho adquirido y que ningún partido político, que entre a gobernar, puede quitar. Es un derecho sudado a través de los años de trabajo y forma parte de la misma esencia de la dignidad humana. No obstante, se pueden tener motivos de cierto miedo y preocupación cuando se habla tanto de la reforma de pensiones. Se observa que actualmente las cosas suceden y cambian con demasiada rapidez y que responsables políticos han despilfarrado los recursos económicos que deberían haber servido para garantizar una economía saneada y equitativa, basada en un trabajo digno y pensiones suficientes para cubrir las necesidades básicas de las personas mayores.

A pesar de las tan cacareadas subidas de las pensiones que la mayoría de los partidos políticos han llevado, a bombo y platillo, en sus programas electorales, muchas personas mayores han tenido que depender del ambiente familiar para poder subsistir. Aún ahora las condiciones de habitabilidad que tienen que soportar un considerable número de personas ancianas en sus viviendas son bastante deficientes. Corte de agua corriente, cortes de luz, dificultad para pagar el IBI o el alquiler. Ni las administraciones tienen en cuenta, de una manera real, las condiciones desfavorables de muchas de estas personas ni la sociedad está mentalizada para exigir pensiones dignas y evitar que, de alguna manera, se piense en que la situación de crisis tenga la raíz en las pensiones.

Tocar las pensiones en los momentos actuales para devaluarlas sería un grave error. La experiencia nos está demostrando que, a pesar de las dificultades y carencias, muchas de las personas mayores, con sus pensiones, tienen la capacidad de ser conscientes de que, hoy por hoy, su papel es garantizar su autosuficiencia económica, seguida de la atención a su realidad familiar de unos hijos y nietos que están dependiendo de las pensiones de los mayores. Si antes se les buscaba residencias y asilos a los mayores, ahora a muchos se les saca para poder vivir familias enteras. No dudan en compartir con sus hijos y nietos sus pensiones para ayudarles a subsistir a esa familia que les necesitan ahora,

Pero, el anciano no se puede convertir en un simple receptor de prestaciones económicas y técnicas, sino que es un ciudadano activo llamado a participar, según sus posibilidades, incluso en el desarrollo del bienestar de la Comunidad. En estos momentos muchos lo están demostrando siendo una especie de protector familiar y freno del desastre que se podría provocar si las familias no recibieran su apoyo económico y la entereza de su experiencia. Por ello, cuando se habla de reformas de pensiones hay que mirar en cómo satisfacer las necesidades básicas de alojamiento, alimentación, sanidad, cultura y ocio de nuestros mayores. Desarrollar sus capacidades personales, potenciando su autonomía personal en el logro de una creciente calidad de vida.

Desde esta perspectiva es necesario propugnar ahora medidas como pensiones y/o prestaciones económicas adecuadas para poder satisfacer las necesidades básicas de alojamiento, alimentación, sanidad. Es en esta edad en la que se necesita una atención integral: preventiva, asistencial y rehabilitadora, para que cada persona mayor pueda disfrutar su salud. Para aprovechar la experiencia y conocimientos de los jubilados sería interesante fomentar la presencia de ancianos, en régimen de trabajo voluntario, en empresas y administraciones en tareas de asesoramiento y adiestramiento de jóvenes en formación. La fuerza de las pensiones es rentable. Los mayores contribuyen con su experiencia al bienestar de la comunidad y así lo desean porque pueden y quieren ser útiles a aquellos que lo necesitan.

juandediosrd@hotmail.com