Parece un atrevimiento o una contradicción hablar de la dimensión política de la Navidad en medio de la ligereza de la navidad consumista, y en medio de la alegría inocente de las Niñas y Niños. Ahora predominan las fiestas- muchas veces con bastante guaro- el corre corre apresurado para comprar las
ofertas engañosas y que nos dejan enjaranados. Predomina un ambiente en donde hay poco lugar para
Jesús que nace pobre y entre los pobres. Como con razón dice Dom Pedro Casáldaliga: Santa Clos nos
ha robado al Niño Jesús.
Si todo es fiesta, si la Navidad nos sirve para olvidarnos de los problemas ¿Qué sentido tiene ahora hablar de política que siempre trae problemas? Pero aunque estén de receso los diputados, los políticos también hacen política en Navidad, pues la política es inseparable de la vida humana.
El gobierno da infinidad de regalos a los Niños pobres que se alegran sin medida, y los alegra también sin medida con el parque de los juegos siempre abarrotados. La oposición lo critica políticamente al decir que es medida política del gobierno y con eso quiere quitarle los bonos que el gobierno consigue con esas medidas.
Pero más allá de este actuar político podemos volver nuestros ojos y nuestro corazón al nacimiento
de Jesús y verlo como en verdad es, como un acontecimiento político y con repercusiones políticas. Sn Lucas nos dice que Jesús nace en tiempos del emperador y de los gobernantes con los que dominaba y tenía sometida la región de Judea y Galilea. Este es un dato político como si hoy decimos que Jesús sigue naciendo en tiempos del imperio de Obama y de los grandes capitales financieros. El emperador había mandado hacer un censo… y no solo para contar cuánta gente tenía bajo su dominio, sino para exigir los impuestos.
Y el pueblo judío estaba ahorcado por los impuestos romanos, por los impuestos del templo, por los impuestos del comercio. Igual hoy el Pueblo no tiene encima un censo, pero sí el peso de los tratados de Libre Comercio que lo agobian y la crisis económica recae sobre el pueblo pues hay menos remesas, menos exportaciones, sube el costo de la vida. Palestina era un dominio de los
Emperadores Romanos y su ejército. Esto no es política.
En tiempo de Jesús, Herodes el grande, no solo era muy sanguinario, sino también hacía grandes
construcciones y muy lujosas, y en las ciudades como Sèforis, Tiberìades había mucho lujo en contraste con los pequeños poblados como Belén o Nazaret. E igual que ahora, los campesinos iban perdiendo sus tierras pues no podían pagar los impuestos, o las malvendían para tener para comer.
Jesús nace pobre, muy pobre. Los ángeles cantan Paz en la tierra. Una paz muy distinta que la del
imperio romano que imponía la paz con las legiones romanas. Era la paz del silencio impuesto por la
fuerza militar. Era la paz impuesta silenciando con represión de toda protesta.
Los emperadores empezaron a proclamarse divinos, dioses desde la altura de su poder. Y en contraste
Dios, el Dios verdadero se manifiesta en la ternura y la pobreza de este Niño recién nacido. Más
adelante con toda razón dirá Jesús no le den al César lo que es de Dios. Denle a Dios lo que es de Dios
lo que quiere Dios: una vida justa y fraterna sobre todo para los más pobres.
Sin duda es un hecho político el gravísimo e inhumano contraste entre ricos y pobres. Sin duda es un
hecho político el poder del imperio en contraste con la salvación que se anuncia a los Pastores como
alegría para todo el Pueblo y cuyo signo es un Niño envuelto en pañales y recostado en una pesebrera.
Si como cristianos queremos en verdad celebrar la Navidad, no podemos olvidar esta dimensión
política del Nacimiento de Jesús en que anuncia un mundo nuevo y distinto, que denuncia la
pretensión del poder y del dinero de ser los dioses de nuestro atormentado mundo. La salvación no
podrá venir ni del imperio, ni del dinero, ni del poder, sino desde el amor y respeto y lucha de los
pobres y excluidos, y desde el reconocimiento de la dignidad de todo ser humano manifestado en la
fragilidad de un Niño recostado en un pesebre y de tantos niños para los cuales tampoco hay lugar en
la posada, ni en la Mesa de la Vida-pensemos ahora en especial en las Niñas y Niños de Haití y en los
damnificados de las inundaciones y que después de meses todavía están en los refugios y allí pasarán
la Navidad.
Navidad sí con alegría, con esperanza, con luces….pero no luces falsas del consumismo con su dios
santaclós y sus catedrales-Centros Comerciales. La verdadera alegría tampoco vendrá del egoísmo
personal o colectivo, sino del amor y respeto a la vida humana, a una vida humana digna manifestada
en un Niño que nace pobre y entre los pobres para salvarnos a todos. Y esto es profundamente
político.
Y algo muy importante, de cara a la “omnipotencia del Reino-Imperial”, Jesús va a centrar su vida y
mensaje en el Reino de Dios- el proyecto de Dios sobre una vida humana digna. Y esto es tan contrario al proyecto de los imperiosos y de los poderosos. Más adelante en su vida pública, Jesús se atreve a llamar “zorro” al reyezuelo Herodes, y ante Pilatos representante del imperio, afirma que sí es rey.
No un rey impuesto por los ejércitos, sino como mensajero de la verdad de la vida humana según el
plan de Dios. A nosotros sus discípulos en la Ultima Cena nos advierte: no sean como los Reyes y los
poderosos,que oprimen al Pueblo y todavía quieren que los llamen bienhechores. El que quiera ser
el primero que sea el último y servidor de todos .Y este caminar de Jesús-servidor que termina en la
cruz, como atinadamente nos hace notar Sn. Ignacio, comienza en su nacimiento en suma pobreza y
como alegría para todo el Pueblo, como comienzo de algo totalmente nuevo, y esto es lo que estamos
celebrando en Navidad a la luz de la Resurrección que vence al reino,al imperio del poder, opresión y
muerte.
La Navidad ¿tiene una dimensión política? Sin duda la tiene. No podemos olvidarla. Y ciertamente nos
compromete en la línea de construir Otro mundo posible-más cercano al sueño del Reino de Dios.
(Información recibida de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base)