La cruz de nuestras ciudades -- Pedro Serrano

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Como casi todo, las ciudades también tienen su cara y su cruz. Y la difícil convivencia entre automóviles y ciudadanos es la cruz a la que en esta reflexión me quiero referir. Y es que, casi sin darnos cuenta, los coches han invadido y colonizado nuestras ciudades. Se podría decir que nuestras calles se han convertido en auténticos ríos de chatarra.

Los automóviles, que han llegado a nuestras vidas como símbolos de progreso, nos han usurpado el espacio público y confinado en angostos burladeros. Ellos mandan en nuestras ciudades. Ellos determinan el paisaje. Están en en la superficie y en el subsuelo. Y, como peatones, apenas si nos permiten desenvolvernos con normalidad. Además, ellos son los principales contaminadores acústicos y del aire que respiramos.

Se dirá, con mucha razón, que los automóviles facilitan la movilidad y que su fabricación crea puestos de trabajo; pero, si la población mundial gusta de concentrarse en grandes núcleos urbanos y el parque automovilístico sigue aumentando, ¿cuál será el futuro de las ciudades y de sus ciudadanos? ¿Qué calidad de vida nos espera? La tecnología, que en buena lógica debiera estar siempre a nuestro servicio, en ocasiones, parece convertirse en tiranía que nos resta libertad y bienestar.

Debemos acabar, cuanto antes, con esta disparatada cultura del coche privado para todo y para todos. Soy consciente de que este problema no tiene fácil solución, pero, si aún nos queda algo de cordura, creo que ha llegado el momento de comenzar la reconquista de ese espacio que nos fue arrebatado por esa marabunta de cajas metálicas rodantes y ruidosas.

. Valladolid