LA CIENCIA AL SERVICIO DE LA FAMILIA: T?CNICAS DE REPRODUCCI?N ASISTIDA

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Humanizar
Dicen que la ciencia avanza que es una barbaridad. Y en nuestros tiempos esto es más cierto que nunca. Los constantes descubrimientos en el campo de la medicina y la ciencia nos sitúan ante nuevos retos, dilemas éticos que es necesario resolver mediante el consenso, el respeto y el diálogo.

En su momento, asuntos que hoy están plenamente resueltos por la sociedad, como el transplante de órganos, generaron debates y conflictos morales. Hoy en día, las técnicas de reproducción asistida son uno de los puntos más candentes en esta evolución del conocimiento humano, y el proyecto de ley que regulará estas prácticas en España ha dividido a la opinión pública.

La frustración de desear un hijo y no poder tenerlo. El deseo intenso de ser madre, de ser padres. La inquietud por curar enfermedades que hoy por hoy son incurables. El dolor de ver que un hijo muere y no poderlo evitar. Todos estos sentimientos impulsan la investigación científica en materia de técnicas de reproducción asistida. También influyen factores comerciales o intereses académicos, un conjunto de elementos que, no sólo en éste, sino en todos los campos, contribuyen a que la ciencia avance a una velocidad vertiginosa.

Han pasado casi cuarenta años desde que, en 1978, nació el primer ser humano concebido por fecundación artificial. Desde entonces los métodos han cambiado y cientos de miles de parejas han conseguido ser padres gracias a las distintas técnicas de reproducción asistida. En función del problema por el cual alguno de los miembros de la pareja es estéril ?es decir, incapaz de conseguir la gestación por medios naturales? existen diversos medios para lograr la fecundación y el desarrollo del embrión, logrando que, finalmente, el bebé pueda nacer con éxito.

Una solución para cada caso
Cuando el problema reside en la falta de ovulación o en amenorrea, se entiende que los ovarios de la mujer no expulsan óvulos o que por distintos motivos, como la pérdida de peso o la menopausia precoz, se ha producido un cese de la menstruación. Para dichos casos, la técnica que se aplica es la inducción farmacológica de la ovulación. El fármaco más frecuente para ello son las gonadotropinas, que se administran por vía oral y consiguen que se produzca la ovulación en un 70% de los casos, si bien sólo se produce el embarazo con éxito entre el 15 y el 30% de los mismos.

Si la causa de la esterilidad reside en la baja movilidad de los espermatozoides del padre (astenozooespermia), en la escasez de espermatozoos en el semen (oligozooespermia) o, en general, en problemas asociados a la calidad del esperma, la eyaculación o la erección, el método que se utiliza de forma más frecuente es la inseminación artificial. Se trata de la técnica de reproducción asistida más sencilla y consiste en depositar el semen en el útero inyectándolo a través de una cánula. En la mayor parte de los casos, antes de realizar la inseminación, se lleva a cabo un tratamiento del esperma del padre en el laboratorio, mediante el cual se aíslan los espermatozoides que presentan una movilidad adecuada y se incuban en un medio de cultivo hasta que son inyectados.

Muy a menudo, este método va acompañado de algún sistema de inducción de la ovulación, para aumentar las posibilidades de éxito de la inseminación. Gracias a esta técnica, entre un 22 % de las mujeres menores de 35 años y un 15 % de las mujeres entre 36 y 38 años pueden conseguir un embarazo (según datos de un estudio sobre inseminación artificial conyugal realizado por la clínica madrileña Tambre).

El proceso anteriormente descrito es muy similar a la inseminación artificial con semen de donante. ?ste método se lleva a cabo cuando los espermatozoides del padre no son fértiles o por diversos motivos que impidan la utilización del semen de la propia pareja. También cada vez son más las mujeres solteras o las parejas lesbianas que recurren a la inseminación artificial para poder ser madres. En estos casos, se inyecta en el útero el semen de un donante anónimo proveniente de un banco de esperma. Las muestras provienen de donantes voluntarios, mayores de edad y sanos, que pasan una serie de controles para ser aceptados y cuya identidad no puede ser revelada ni a la mujer receptora ni a su futuro hijo. La legislación vigente protege este anonimato y prevé un estricto régimen de sanciones si se revelara la identidad del donante. Las muestras se conservan congeladas en nitrógeno líquido a una temperatura de -196º y siguiendo un orden estricto de identificación y localización. Según las leyes españolas, las muestras de semen pueden guardarse por un periodo máximo de 5 años.

Fecundación in vitro
Cuando el conflicto que genera la infertilidad de la pareja es debido a causas de mayor gravedad, a problemas que impiden la concepción ? por ejemplo cuando la mujer desarrolla anticuerpos antiesperma?, o bien por causas que impiden el descenso del óvulo, por endometriosis ?cuando el tejido endometrial que recubre la cavidad interna del útero sale fuera de éste? o incluso cuando la causa de la esterilidad es desconocida, suelen aplicarse las distintas técnicas de fecundación in vitro.

Este proceso consiste en la extracción de ovocitos u óvulos mediante una punción ecográfica transvaginal para que, posteriormente, sean fecundados en el laboratorio. Los embriones resultantes de esta fertilización son transferidos posteriormente al útero, pasados dos o tres días desde el inicio del proceso. En ese momento del desarrollo, los embriones tienen entre 6 y 8 células, y presentan mayores posibilidades de anidar en el útero. Normalmente son dos o tres los que se transfieren para aumentar las posibilidades de que, al menos uno de ellos, anide correctamente y continúe su desarrollo en el vientre materno. En ocasiones, si los tres embriones transferidos prosiguen con éxito su crecimiento en el útero, se ofrece a la madre la posibilidad de realizar una selección de los mismos, práctica que, técnicamente, no está considerada como aborto.

La ley de 2003 sobre Reproducción Asistida, limitaba a tres el número de óvulos que podían fecundarse en cada ciclo realizado en el laboratorio. Sin embargo, el proyecto de ley que actualmente está en proceso de aprobación en España, deja a criterio del médico la cantidad de ovocitos que se fertilizan en el laboratorio en cada caso, mientras que el límite de tres se traslada al número de embriones que pueden ser transferidos al útero de la mujer. Este límite se fija para evitar embarazos múltiples que pueden resultar de riesgo para la madre y los bebés.

Este es uno de los aspectos que más polémica están levantando en la sociedad española, ya que se elegirían para ser transferidos aquellos embriones que se consideran ?de mejor calidad?? y el resto, según la decisión de la pareja, se podrán congelar con el objeto de reservarlos para un uso futuro, para donarlos a otras parejas o para destinarlos a investigación científica. Los expertos que han participado en la redacción de la futura ley consideran que, al aumentar la cantidad de ovocitos que se fecundan, se incrementa la posibilidad de éxito del embarazo y se evita la repetición de ciclos ?intentos de fecundación?, que suponen un alto coste para la salud de la futura madre. Según datos de la Sociedad Española de Fertilidad publicados en 1998, los porcentajes de éxito de esta técnica son relativamente altos. Se produce embarazo en un 25% de los ciclos iniciados en mujeres menores de 29 años. El porcentaje se reduce levemente al 24% en mujeres entre 30 y 34 años, pero cae hasta el 20% entre 35 y 39 y a un 12% cuando se trata de madres mayores de 40 años; así, la edad de la paciente se muestra como un factor crítico para el éxito de este método.

Cuando varios intentos de fecundación in vitro han fallado, existe la posibilidad de realizar el cultivo secuencial embrionario, que mantiene a los embriones en medios de cultivo especiales hasta que alcanzan el estado de blastocito (alrededor de seis días después de realizar la fertilización). Este método permite a los especialistas seleccionar los mejores embriones ya que sólo el 30% de ellos llega a alcanzar este estado. Por tanto, el éxito es mayor aunque tiene grandes desventajas ya que, tal como afirman los doctores de la clínica Tambre, Pedro Caballero y Rocío Nuñez, ?un embrión, por muy buenas que sean las condiciones de cultivo, se encuentra mejor en el útero que en el laboratorio??.

Diagnóstico preimplantatorio
El trabajo con embriones ha permitido a la ciencia desarrollar, además de las técnicas de reproducción asistida, el denominado Diagnóstico Genético Preimplantatorio (DGP) que da la posibilidad de conocer ciertas características cromosómicas del embrión antes de su implantación en el útero. Consiste en la extracción y análisis de una de las células del embrión para detectar la normalidad o anormalidad de algunos de sus cromosomas.

Esta técnica, según la legislación española, no puede utilizarse para elegir el sexo del futuro bebé pero, cuando entre en vigor la ley que está en proceso de aprobación, se permitirá explícitamente su uso con fines terapéuticos para terceros. Esto significa que los padres cuyos hijos padezcan algún tipo de enfermedad crónica o congénita, podrán concebir un hijo sano que sirva como donante al primero.

Este aspecto de la futura ley también ha resultado uno de los más polémicos ya que, por un lado, implica la selección de un embrión sano con el consiguiente desechado del resto. Del diagnóstico genético preimplantatorio también se critica la instrumentalización del futuro bebé, cuyo nacimiento se pone al servicio de la vida del hermano enfermo. Hay sectores que incluso han llegado la denominar ?bebés-medicamento?? a estos embriones preimplantatorios, criticando como inmoral la ?cosificación?? de estas vidas humanas incipientes.

Conflicto moral
En el fondo de todas estas polémicas hay una pregunta de difícil respuesta. ¿En qué instante empieza la vida humana? ¿A partir de cuándo puede considerarse al cigoto o al embrión como un ser humano? ¿En qué momento de la gestación se deben aplicar los mismos principios de dignidad al embrión o al feto que aquellos que se aplicarían a un bebé después del parto? Las preguntas son, por el momento, irresolubles, ya que conjugan al mismo tiempo aspectos médicos y filosóficos, científicos y morales. El concepto de persona no es un concepto meramente biológico.

La jerarquía de la iglesia católica considera que existe vida humana desde el mismo instante de la concepción y que, por tanto, ya el cigoto y, por supuesto, el embrión, son inviolables. Sin embargo ciertos sectores del cristianismo se plantean dudas al respecto. Es el caso del jesuita Juan Masiá, experto en bioética, quien apela a la ?duda razonable??, si bien afirma con rotundidad que ?después de la octava semana de gestación ya nadie niega que hay vida??, aún sin posicionarse por los estadíos anteriores del embarazo. Otros sectores incluso, extienden ese período hasta la duodécima semana, momento hasta el cual es legal el aborto en España dentro de los tres supuestos reconocidos por la ley.

Ante la dificultad de obtener respuestas tajantes, hay quienes apelan al beneficio de la duda, especialmente al hablar de los cientos de miles de embriones que se encuentran congelados en las clínicas españolas o al debatir sobre la selección de los embriones ?de mayor calidad??. Con los conocimientos científicos y filosóficos actuales no es posible saber a ciencia cierta si dichos embriones pueden considerarse seres humanos o no, por ello es necesario actuar con cautela.

Lo que sí es evidente son los efectos positivos que las técnicas de reproducción asistida producen en las parejas estériles, muchas de las cuales pasan años deseando tener un niño o una niña en casa. La infertilidad provoca graves problemas de pareja y puede incluso causar la ruptura del matrimonio o la depresión de alguno de sus miembros. Las técnicas artificiales, mediante las cuales el ser humano domina cada vez más la naturaleza, permiten superar estos conflictos y hacer que perdure la unión fecunda de los padres. Entregados el uno al otro en cuerpo y alma, pueden optar por estas técnicas sin dejar de comunicarse, de tener relaciones sexuales ?aunque éstas no sean fértiles? y, en suma, sin dejar por ello de amarse o incluso fortaleciendo su amor durante el proceso de fecundación mediante la reproducción asistida. La realidad de sufrimiento cotidiano de estos hombres y mujeres que padecen alguna forma de infertilidad, invita a la reflexión. Pero, por ahora, la duda razonable sigue ahí.