Joseph Wresinski, esperanza del Cuarto Mundo -- Fernando Acín

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Joseph WresinskiJoseph Wresinski (1917-1988) nace en Angers (Francia) en el seno de una familia extranjera ?padre polaco y madre española? fuertemente azotada por la miseria y la exclusión. Después de una infancia marcada por la extrema pobreza, vergüenza y violencia, cargada de responsabilidades para ayudar a su familia en la lucha por su dignidad y a salir adelante, aprende el oficio de pastelero, donde entra en contacto con la JOC, gracias a un compañero. Por aquel entonces, la tuberculosis, que él mismo padecería más tarde, afectaba a los medios obreros más desfavorecidos y la JOC realizaba encuestas sobre su incidencia en el medio. En ese contexto, Joseph decide hacerse sacerdote para devolver los pobres a la Iglesia y devolver la Iglesia a los pobres.

Elige como lema de su ordenación, en 1946, ?Ve mar adentro y echa las redes?? (Lc 5,4). Joseph entendió que ir mar adentro era vivir siempre bajo la tienda, exponerse a todos los vientos; era también vivir entre mujeres y hombres de todas edades, condiciones, ideologías y creencias. Es enviado a Tergnier, una ciudad obrera, donde participa en las movilizaciones y luchas junto a los obreros por la mejora de sus condiciones. Es allí donde descubre que la voz de los trabajadores más pobres no se tiene en cuenta, lo que le lleva a preguntarse ¿cómo se puede ir hasta el fondo del encuentro con el ser humano y no llegar, sin embargo, a los más abandonados?

En esa intensa búsqueda por los más desfavorecidos, llega al asentamiento de chabolas de Noisy-le-Grand, en la periferia de París, en julio de 1956. Allí encontró a unas trescientas familias abandonadas en un antiguo vertedero viviendo en una miseria espantosa. Desde ese momento se propuso que esas familias, tan pobres y humilladas, tendrían que subir los peldaños del Palacio del Elíseo, de la ONU y del Vaticano, para que estén presentes allí donde los ciudadanos deciden su futuro. Comprendió que las lágrimas, gritos y peleas de los más pobres son los medios de los que disponen para rechazar el sufrimiento y la injusticia que sufren y que era tiempo de terminar con la dependencia consistente en el reparto gratuito de alimentos y ropa. A su vez, no era suficiente con escuchar a esas familias; era necesario convertir a los pobres en maestros, aprender de ellos, no se podía unir a toda la humanidad si no era poniendo al más pobre en el centro de nuestras vidas. Amar es querer que el otro sea más grande que uno mismo y, por tanto, querer recibir de él, decía.

Nace el Cuarto Mundo

Se instala en una chabola más de las existentes en el poblado, una estructura metálica, donde soporta las condiciones extremas, la soledad y la incomprensión, sólo vencidas por la confianza y la firme voluntad de unirse contra la miseria en un proyecto común en el que los habitantes fueran protagonistas, cuando toda esperanza está perdida y cualquier cambio provocaba miedos entre las mismas familias del poblado. Para este combate, atrae a la causa de los más abandonados a personas provenientes de diferentes medios culturales, sociales e ideológicos, sabiendo que nadie queda insensible ante tanto sufrimiento y humillación. Así lo describe él mismo: Llegábamos con las manos vacías, los pies desnudos, al corazón de la miseria. No teníamos más que nuestro corazón para ofrecer, el corazón que late en nuestro pecho. Es el origen del Movimiento Internacional ATD (Aide à toute détresse/Ayuda a todo desamparo) Cuarto Mundo.

La lucha común de esas personas, su voluntad de tener acceso al derecho a la familia, a la dignidad, a un futuro para sus hijos, desemboca en 1968, año de la revuelta estudiantil, en la redacción de un manifiesto, escrito a partir de estos testimonios, titulado ?Un pueblo habla??. Joseph Wresinski le dio a este pueblo una identidad e historia con el nombre de ?Cuarto Mundo??. El trabajo y formación profesional, cultura, salud, ocio, vida familiar y espiritual comenzaron a ser pequeños logros en la defensa de los derechos humanos denegados a las familias más pobres. Siempre mantuvo presente la idea de obligar a la sociedad a asumir sus responsabilidades.

Su viaje ?mar adentro?? con un vitalismo infatigable, a pesar de su delicada salud, su pasión por la humanidad, basada en la fe inquebrantable en el ser humano y en la permanente fidelidad a los más pobres, convencido de que el cristiano debe de volver su mirada hacia los más miserables, le lleva a varios países empobrecidos a apoyar la labor de voluntarios comprometidos en esos lugares en la lucha contra la miseria.

Lucha contra la pobreza

En 1979 es nombrado miembro del Consejo Económico y Social de Francia. Allí empujaba a los consejeros a descubrir la situación y aspiraciones de los más desfavorecidos y sus derechos como el resto de ciudadanos. Era una cuestión de democracia, que también le acarreó humillaciones dado que si bien no se negaban las condiciones insoportables de vida de esas personas parecía una cuestión difícil el hecho de creer en ellas. En febrero de 1987 presenta el informe ?Pobreza extrema y precariedad económica y social??, un documento que cobra una importancia internacional, ya que en su palabra se mostró el valor de los más abandonados, los cuales resisten con todas sus fuerzas la condición indigna a la que se les somete. El mensaje universal del padre Joseph es reconocido oficialmente por el Consejo: la miseria es una violación de los derechos humanos.

Meses después, el 17 de octubre de 1987, logró reunir a unas cien mil personas convocadas en la concentración internacional de los defensores de los derechos humanos en el Trocadero, en París, donde las Naciones Unidas proclamaron en 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Allí, el padre Joseph tomó la palabra para afirmar el sufrimiento, valor y esperanza de ese pueblo formado por los más pobres y al cual llamó Cuarto Mundo, que atraviesa fronteras y siglos. Se descubrió una inscripción cuyo texto dice lo siguiente: «Defensores de los derechos del hombre y del ciudadano de varios países se reunieron en esta plaza para rendir homenaje a las víctimas del hambre, la ignorancia y la violencia. Reafirmaron su convicción de que la miseria no es una fatalidad. Y proclamaron su solidaridad con los que luchan a través del mundo para acabar con ella. Allí donde hay hombres condenados a vivir en la miseria los derechos humanos son violados. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado».

Desde 1992, Naciones Unidas instituyó esta fecha como Día Mundial de Erradicación de la Pobreza. El 17 de este mes se reunirán, por vigésima vez, en París y en otros tantos rincones del mundo, para renovar públicamente este compromiso común contra la pobreza, sabiendo que no están solos y que el mundo entero toma el mismo camino.