El papa y la Curia tienen la firme y decidida ?convicción?? de que a la Iglesia le interesan más los obispos sumisos a Roma que los obispos fieles al Evangelio. Le interesan más los obispos que no causen problemas con los gobiernos de cada país que los obispos que luchan por defender a los pobres.
Y, más que nada, lo que de verdad interesa en el Vaticano es que los obispos, los sacerdotes, los religiosas y religiosas, los fieles todos, vivan la mística de la sumisión a lo que dice el papa y a lo que decide el papa. Y, además de eso, al Vaticano le interesa tener fieles que amen al papa. Porque no olvidemos que, como bien dijo Pierre Legendre, ?la obra maestra del poder consiste en hacerse amar??. Porque así, y sólo así, se perpetúa la sumisión.
El papado lo ha conseguido. Su triunfo, en este sentido, es innegable. Pero, ¿ha sido y es lo mejor para la Iglesia? El conocido escritor John Cornwell, refiriéndose a Juan Pablo II, ha dicho que ?cuando el papado crece en importancia a costa del pueblo de Dios, la Iglesia católica decae en influencia moral y espiritual, en detrimento de todos nosotros??. Se puede pensar razonablemente que Cornwell ha dado en el clavo.