Nacer en una pesebrera y morir sin ocupar un metro de tierra sino suspendido en el aire con el suplicio de los malhechores no es una buena presentación para los criterios sociales de nuestro mundo. No puede haber marginación mayor. Jesús, el Cristo, nace desnudo, llorando como todo bebé que llega a esta mundo, mamando de los pechos de su madre la savia de la vida, pataleando en todo cambio de pañales. Nada más común. Nada más natural. ··· Ver noticia ···