Los países en desarrollo que inviertan en mejor educación, atención de la salud y formación laboral para sus habitantes jóvenes de entre 12 y 24 años de edad, cuyo número ha alcanzado un nivel sin precedente, podrían lograr un pujante crecimiento económico y reducir marcadamente la pobreza. De acuerdo con el informe sobre el desarrollo mundial, existe una necesidad urgente de incrementar las inversiones en la población juvenil del mundo en desarrollo.
Este nuevo informe del Banco Mundial, presentado en las Reuniones Anuales del Banco en Singapur, da cuenta de que hoy viven en el mundo en desarrollo 1.300 millones de jóvenes – el grupo más extenso en toda la historia. No ha existido jamás un mejor momento para invertir en los jóvenes, que gozan de mejor salud y han recibido más instrucción que las generaciones anteriores e ingresarán en la fuerza de trabajo con menos dependientes debido a los cambios demográficos. Por el contrario, no aprovechar esta oportunidad de darles una formación más eficaz para desempeñarse laboralmente y para ser ciudadanos activos, podría ocasionar una desilusión generalizada y tensiones sociales.
«El gran número de jóvenes que viven en los países en desarrollo ofrece amplias oportunidades al tiempo que plantea riesgos», afirmó François Bourguignon, primer vicepresidente y primer economista del Banco Mundial. «Las posibilidades son enormes, pues muchos países tendrán una fuerza de trabajo más extensa y calificada y un menor número de dependientes. No obstante, estos jóvenes deberán recibir una preparación adecuada que les permita crear y encontrar buenos empleos».
En el informe se señala que los jóvenes constituyen casi la mitad de las filas de desempleados de todo el mundo y que exclusivamente en la región de Oriente Medio y Norte de África, por ejemplo, deben crearse 100 millones de empleos para el año 2020 a fin de estabilizar su situación en la esfera laboral. Asimismo, las encuestas de jóvenes en Asia oriental y en Europa oriental y Asia central – que se llevaron a cabo como parte de la investigación para el informe – señalan que el acceso al empleo, así como la seguridad física, es su mayor preocupación.
Muchísimos jóvenes – unos 130 millones de entre 15 y 24 años de edad – no saben leer ni escribir. La enseñanza secundaria y la adquisición de aptitudes sólo tienen sentido si se ha completado con éxito la escuela primaria. Y como éste no es el caso, deben redoblarse los esfuerzos en esta esfera. Además, más del 20% de las empresas de países como Argelia, Bangladesh, Brasil, China, Estonia y Zambia declaran que uno de los obstáculos importantes o graves que afectan a sus operaciones consiste en la falta de aptitudes y educación adecuadas de los trabajadores. Para superar esta desventaja se requieren más y mejores inversiones en los jóvenes.
En el Informe sobre el desarrollo mundial se señala que la mayoría de las autoridades normativas sabe que los jóvenes ejercerán una gran influencia en el destino social y económico de su nación, pero al mismo tiempo enfrentan graves dilemas al escoger la manera más eficaz de invertir en ellos.
También se identifican tres políticas estratégicas que permiten potenciar las inversiones en la población juvenil: ampliar las oportunidades; mejorar las capacidades; y ofrecer segundas oportunidades a los jóvenes que han quedado rezagados debido a circunstancias difíciles o decisiones desacertadas. Estas políticas abordan las cinco fases de transición fundamentales que afrontan los jóvenes e inciden en toda su vida económica, social y familiar, a saber: seguir estudiando, comenzar a trabajar, adoptar un estilo de vida saludable, formar una familia y ejercer los derechos cívicos.