Es un hecho que el fenómeno de la inmigración ha afectado a las iglesias evangélicas en España. Ya es un hecho normal visitar una comunidad evangélica y encontrar en ella a un buen número de hermanos y hermanas latinoamericanos.
Por otra parte también se ha notado en el ámbito del Estado Español la proliferación de iglesia homogéneas. Es decir formadas mayoritariamente, si no totalmente, por latinoamericanos. Algo que ya sucedió con los españoles que emigraban a países europeos a fin de buscar horizontes mejores.
No vamos a valorar, en este momento, el hecho de formar comunidades homogéneas, aunque tenemos nuestra opinión.
Inmigración «sin papeles»
Otra cuestión es observar que un número, no insignificante, de nuestros hermanos inmigrantes no han entrado en el país legalmente. Entraron como turistas para después quedarse a trabajar.
Ese hecho pone a las iglesias evangélicas en España en una situación que las obliga a pronunciarse sobre el tema. ¿Tenemos algo que decir sobre la realidad de nuestros hermanos «sin papeles»? ¿Deben ser las iglesias «ciudades de refugio» para ellos? Ahí esta la cuestión.
Mi posición es que las iglesias deben pronunciarse en un sentido positivo en relación con la acogida, acompañamiento y defensa de aquellos que buscando un futuro mejor se arriesgan a vivir y trabajar «ilegalmente» en España.
Fundamentalismo religioso e inmigración
Lo que más me preocupa no es el hecho de la inmigración protestante latinoamericana, ni siquiera que entren en el país ilegalmente. Lo que en verdad me preocupa es que muchos de nuestros hermanos vienen de iglesias fundamentalistas en lo teológico y extremadamente conservadoras en lo político.
Ahí esta una de las tareas prioritarias de las iglesias calificadas de progresistas en lo político y en lo teológico. La tarea de «catequizar» a los hermanos y hermanas que acuden a nuestras iglesias. Enseñarles, desde la humildad fraterna, que es posible otra lectura de la Biblia, otra reflexión teológica y otra manera de organizar la vida de los pueblos.
Enseñarles que el fundamentalismo bíblico – teológico y el neoliberalismo económico no son la única opción para los seguidores de Jesús de Nazaret. Reitero, enseñarles que se puede ser socialista y cristiano, que se puede, y se debe, leer la Biblia y hacer reflexión teológica desde unos parámetros más liberadores de los que han experimentado hasta ahora.
Ahí está la tarea de las iglesias hacia nuestros hermanos y hermanas inmigrantes: Acogerles, acompañarles, defenderles y enseñarles que los fundamentalismos políticos y religiosos son las cadenas de las que nos debemos desprender si queremos ser hombres y mujeres auténticamente libres y, desde esa libertad, seguir a Jesús de Nazaret, nuestro Señor, Maestro y Hermano.