Los celiacos padecen una enfermedad crónica intestinal y no toleran el gluten. Esta enfermedad afecta a una de cada 150 personas.
Con la noticia de que la diócesis de Huesca ha prohibido a un niño tomar una hostia sin gluten en la primera comunión se ha hecho patente la posición de la Iglesia. El derecho canónico es taxativo y solo hay una forma de comulgar.
Esta enfermedad hace siglos que se conoce, pero es a partir de la década de los 60 cuando avanzan las investigaciones y se constata que la ausencia de gluten mejora el estado de los pacientes.
Estos días también hemos sabido que el Vaticano ha ampliado la lista de pecados. Contaminar es pecado, y para la Iglesia es mucho más grave que un católico tire un papel al suelo que un celiaco ponga en peligro su salud por comulgar de la forma tradicional. Si el Vaticano intenta adaptarse a los tiempos modernos con los nuevos pecados, también lo puede hacer con cuestiones como esta, porque después de más de 30 años de conocerse la enfermedad, ha tenido tiempo de buscar una solución.
Historiador.