No cabe ya duda. La Iglesia Católica sufre desde el Vaticano II una escisión incurable entre fundamentalistas y corrientes renovadoras. La infección del virus ya data desde los emperadores romanos Constantino y Teodosio. El desvío de la verdad tocó la médula del Ser cristiano. El Papado como jefatura absoluta, infalible, venerable por encima de sus hermanos, es la más burda traición a Cristo y a su mensaje. Cualquiera que conoce los Evangelios puede encontrar directivas que descartan con meridiana claridad cualquier dominio o preferencia de unos hermanos sobre otros. He aquí las palabras de Jesús
Mt 20,25-28: Mas Jesús los llamó y dijo: Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.
Mt 23,8-12: Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabí», porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie «Padre» vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar «Directores», porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.
Mc 10,42: Jesús, llamándoles, les dice: Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.
Lc 20,46-47: Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje y quieren ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas, y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa.
Jn 18,36: Respondió Jesús: Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.
Son pasajes que entiende hasta un niño, sin que requieran una interpretación «infalible». Mientras símbolos como «tú eres roca (pedro)”, o «te daré los llaves del cielo», pueden ser interpretados según el cristal por el cual se lo mire. La aparente contradicción entre directivas diáfanas, además vividas por Jesús, y símbolos o metáforas interpretables (e interpretados de oficio), los segundos se interpretan por los primeros. Tan radical ha de ser una conversión de la Iglesia oficial, para ser fiel a Jesús. Los discípulos de Jesús jamás pudieron olvidarse de lo que Jesús con tanto énfasis les inculcaba. Pedro mismo, el primer Papa exhorta a los ancianos (más tarde llamados obispos, sacerdotes):
“A los ancianos que están entre vosotros les exhorto yo, anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que está para manifestarse. Apacentad la grey de Dios que os está encomendada, vigilando, no forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por mezquino afán de ganancia, sino de corazón; no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey” (1Pe 5,1-3).
Ni siquiera se puso por encima de un pagano, del centurión Cornelio:
Cuando Pedro entraba salió Cornelio a su encuentro y cayó postrado a sus pies. Pedro le levantó diciéndole: “Levántate, que también yo soy un ser humano” (Hech 10,25-26)
Y Pablo, por ratos no tan modesto:
“No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que contribuimos a vuestro gozo, pues os mantenéis firmes en la fe”. 2Cor 1,24:
NO ASÍ: Escala de jerarquías, dogmas, leyes, tradiciones y autoridades humanas impuestas a dedo, un tren de ornamentos y ceremonial, son instrumentos de dominio. Sancionar, deponer, suspender o excomulgar son ejercicios de dominio.
Un panegírico como aquel del “santo” párroco francés J.B. Vianney, hechas suyas por Benedicto XVI al inaugurar el año sacerdotal, parecen nutrirse de otro Evangelio: ¡Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta moriría… Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia… ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo! Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor… El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo…”.
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Es ´reverendo´, ´excelencia´, ´eminencia´, ´santidad´. Es ´padre´, ´Papa´, ´Pope´, infalible uno, y jefes de las Iglesia particulares juntamente con aquel en el Vaticano, los obispos. sus súbditos inmediatos e incondicionales.
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¿Quiso Jesús acaso Comunidades eclesiales sin orden y autoridad? – De ninguna manera. El orden, la autoridad es de Dios a través de mujeres y hombres con sus respectivos carismas que el Espíritu de Dios reparte, como a él le place, dones en servicio del cuerpo entero. Es responsabilidad de todo creyente de “examinar todo y de atenerse a lo que (en conciencia) considere auténtico” (1Tes 5,21), y en la libertad del mismo Espíritu. Como en su inicio en la Iglesia, es el pueblo que promueve y elige a sus pastores. La imagen del “Buen Pastor” le sirve como criterio. “Donde hay Espíritu del Señor, ahí hay libertad” (2Cor 3,17).