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Hacia una espiritualidad subversiva anticapitalista -- Padre Luis Barrios (EE.UU)

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Cuando se busquen todas las similitudes se verá cómo es realmente posible la alianza estratégica entre marxistas revolucionarios y cristianos revolucionarios.
Los interesados en que tales alianzas no se produzcan son los imperialistas. Fidel Castro
¿Cuáles son los temas críticos teológicos que retan –o le preocupan- a esta Iglesia que está definitivamente desconectada de la realidad social? El aborto, el control de la natalidad, la homosexualidad, y la ordenación de mujeres. De aquí la necesidad de poder desarrollar un movimiento que se distinga por darle prioridad, primeramente, a la liberación de esta teología dominante que no responde a los intereses del pueblo.

De aquí el que me pregunte, ¿por qué la Iglesia no acepta los
verdaderos desafíos que esta sociedad contemporánea le presenta? ¿por
qué no deja de coquetear con la clase dominante y, por otro lado, se
deja de joder al pueblo?

En esta agenda teológica de desafíos, se podría comenzar a trabajar en la construcción de un modelo de relaciones y de dignidad humana, que se caracterice por la erradicación del racismo, etnocentrismo,
sexismo, heterosexismo y xenofobia, entre otros males. Pero a la misma vez, que tengamos la capacidad de elaborar un paradigma teológico de justicia, en donde se garantice una organización socio-política, que se identifique con una espiritualidad subversiva, que tenga como fundamento básico una doctrina social anticapitalista, antineoliberal, y antiimperialista.

Como comunidades de fe también podemos elaborar, promover y bendecir
políticas de estabilización, que no se caractericen por las
devaluaciones de las monedas nacionales, la reducción del gasto
público, la privatización del sector público, la aceptación de
gobiernos parasitarios e inoperantes, la promoción de la emigración
clandestina, o el terrorismo económico, entre otros males. De aquí la
necesidad de que esta doctrina social dé un rechazo abiertamente al
Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización
Internacional del Trabajo, ALCA, CAFTA, NAFTA, y otros demonios más.

Por lo tanto, esta institución de socialización, que llamamos Iglesia, debe de aceptar los desafíos contemporáneos de esta sociedad, con una agenda que sea relevante para las necesidades del pueblo. De aquí que tenga que caminar con el pueblo y que aprenda, de una vez y por todas, a sentir y actuar con ese pueblo.


I-El terrorismo cristiano de la derecha religiosa

En todo el embeleco propagandístico, llevado a cabo por el gobierno de Estados Unidos, con lo que ellos/as llaman “guerra contra el
terrorismo” no podemos negar que el objetivo de demonizar y
criminalizar a la religión Islámica, en particular y a otras
religiones, en general, ha tenido muy buen éxito. Permítanme aclarar,
que yo no tengo la menor duda que todas las religiones tienden a tener unos grupos fundamentalistas, que se distinguen por su fanatismo y dogmatismo; dos maneras antidemocráticas que justifican el sacrificar la igualdad y la diversidad entre las/os seres humanas/os.

En todo este meollo, al Presidente Bush no le gusta a hablar de su
fundamentalismo cristiano –ése que se promueve a través de la derecha
religiosa uno que se caracteriza por justificar el terrorismo
religioso. De aquí el que tenga que reconocer que la religión
cristiana, en nuestros medios, la mayor parte de las veces funciona,
no sólo como un vehículo ideológico, sino también como un organismo
que motiva y, a la misma vez, establece una serie de estructuras
organizativas para llevar a cabo acciones terroristas religiosas.

En el plano de la teología buschista, si observamos detalladamente el
contenido de los discursos del presidente Bush, siempre existe una
manera de criticar dizque lo que está mal en otras personas,
señalándolo como herejía, o sea, “error en materia de fe, sostenido
con pertinacia.” Luego de decir lo que supuestamente está mal, esta
teología buschista, ofrece una especie de indulgencia, lo cual es lo
mismo que proveerle a la persona culpable con una “remisión que hace
la Iglesia de las penas debidas por los pecados.” Es por esto que
muchas personas en la derecha religiosa, aquí en Estados Unidos –al igual que lo sucedido con Adolfo Hitler en Alemania- ven a Bush como un Mesías.

Por supuesto, la gente mala son aquellas que, dentro del cristianismo, no están en la derecha religiosa. Como esta gente promueve un cristo-centrismo, también son malas aquellas personas que están fuera del cristianismo. Es por esto que, dentro de su fanatismo, a Bush y a su gente no les gusta rescatar la memoria histórica de cómo en el plano internacional se promueve un cristianismo terrorista, que justifica, o pretende ocultar las atrocidades que se han cometido, como lo son la invasión y colonización al Continente Americano, en donde más de 80 millones de personas indígenas –comunidades originarias- y más de 40 millones de personas negras, fueron asesinadas durante el proceso de la mal llamada cristianización. A esto también hay que sumarle los crímenes contra la humanidad, llevados a cabo por la Inquisición de la Iglesia.

Ese cristianismo terrorista estadounidense fuera del territorio de
Estados Unidos, tiene también una historia sucia, pecaminosa y
criminal, como lo es la realidad de lo ocurrido en Hiroshima y
Nagasaki, o la realidad de lo ocurrido en Vietnam. Y por supuesto, la
realidad de lo que sigue ocurriendo en Afganistán e Irak. En todos
estos lugares, el cristianismo terrorista estadounidense invadió,
colonizó, masacró, exterminó y pulverizó a millones de seres humanos,
no sin antes elevar sus oraciones al Dios del cristianismo terrorista
–una imagen falsa de Dios- que ellos/as promueven.

También, ese cristianismo terrorista, dentro del territorio
estadounidense, es el que el gobierno protege y promueve mientras, a
través de su fundamentalismo religioso, esta gente son quienes han
puesto y siguen poniendo explosivos, en las clínicas de interrupción
del embarazo, juegos Olímpicos de Atlanta y el edificio federal en la
ciudad de Oklahoma. Estas organizaciones de terrorismo cristiano, que
se hacen llamar La Milicia Cristiana, El Movimiento de Identidad
Cristiana y los/as activistas antiabortistas cristianos/as, por sólo
mencionar tres de ellos, son protegidas por la derecha religiosa.

Este terrorismo cristiano, del gobierno de Bush, se distingue por uno
que se empeña en construir la alianza entre lo “secular” con lo
“religioso”, pero este último subordinado al primero. Esto se sigue
demostrando a través de una dicotomía neurótica entre las llamada
seguridad nacional y la libertades de las personas, con la
irracionalidad de que la única manera de mantener esta seguridad
nacional es sacrificando las libertades personales. Todo esto es
mentira. Por lo tanto, sigamos denunciando y destruyendo todo este
aparato de la derecha religiosa, que no es otra cosa que una modalidad de terrorismo cristiano.

II-Hacia una izquierda religiosa

Nadie puede negar que aquí, en Estados Unidos, estamos de frente a un
movimiento de masas, con mucho poder político, cultural y económico,
al cual denominamos la derecha religiosa. Este movimiento social
prácticamente fue quien no sólo decidió los resultados de las
elecciones pasadas; sino que, a través de la reinvención de una
moralidad que en la práctica es inmoral, validó y dio su bendición a
la agenda imperialista, genocida y colonialista de Bush.

Eso sí, dentro de su agenda fundamentalista cristiana –la cual ha
logrado desarrollar muy inteligentemente una hegemonía piadosa
acrítica para idolatrar la mentira- no podemos negar que,
prácticamente, este movimiento es uno de carácter ideológico, que promueve y defiende los interese de la clase dominante y gobernante,
aunque su militancia, dentro de su alienación y colonialismo cultural
vienen, en gran parte, de gente trabajadora, desempleada, pobre,
excluida y oprimida por nuestro sistema capitalista.

Pero como parte de esa ideología es predicar que la tierra es de la
gente rica, y el más allá o el cielo es la herencia de esta gente
jodida; este tipo de mensaje se convierte en una especie de sedante
místico que, por lo menos, alivia temporalmente los dolores del diario vivir, como lo son el hambre, la falta de servicios médicos y
educativos, el desempleo, salarios míseros, el sexismo, el racismo, la xenofobia, la homofobia, entre otras cosas. Por esto esta gente
siempre tiene unas explicaciones mágicas para estas desigualdades socio-políticas que el pueblo confronta: Dios te está probando; Dios aprieta pero no ahoga; si miras para el lado, siempre hay una persona más jodida que tú; y quien nació jorobao, jorobao se queda.

Por desgracia, este resguardo fatalista sirve como instrumento de opresión y de control social, económico y político.

Dentro de esa moralidad que esta derecha religiosa de Bush predica,
está el que el aborto es pecado; el ser homosexual es pecado; las
relaciones sexuales fuera del matrimonio es pecado; y por supuesto,
sólo hay una manera de llegar al cielo y Jesucristo es la respuesta.
No podemos negar que este mensaje, dizque moral, ha tenido un tremendo impacto en nuestra gente. También hay que reconocerlo, en las elecciones pasadas, George W. Bush fue ratificado en su imperio por una derecha religiosa que entiende que él es el gran defensor de una moralidad teológica.

Por supuesto, no deja de preocuparme cómo es que para esa moralidad la invasión y cambios de gobiernos en Afganistán, Irak y Haití, no es un pecado. El atentar diariamente con bloqueos, asesinatos y la
desinformación contra unas democracias participativas del pueblo, como lo son los gobiernos de Venezuela y el de Cuba, tampoco es pecado. El asesinato de más de 100,000 personas civiles en Irak, las torturas llevadas a cabo a prisioneros/as de guerra iraquíes, las violaciones sexuales que sufren las mujeres iraquíes por parte de nuestros soldados y el pánico colectivo que ha sembrado en este pueblo, tampoco es pecado.

Le podemos sumar a todo esto cómo esta ceguera religiosa inmoral, de un sionismo-cristiano, no les permite ver la realidad de cómo el gobierno de Estados Unidos sigue protegiendo y bendiciendo al gobierno genocida de Israel, que cada día masacra al pueblo de Palestina. Y por supuesto, tampoco ven como pecado la muerte de cientos de nuestros/as hijos, en una guerra sucia motivada por la ambición del petróleo.

Un mito que la derecha religiosa le gusta utilizar, y en donde muchas
veces la izquierda cae en la trampa, es que la división de lucha
existe entre quienes creemos en Dios y quienes no creen. Hay que
reconocer que muchas personas, en los movimientos de izquierda, han
desarrollado unos estilos dogmáticos y fanáticos de su práctica
política, poniendo como condición el no creer en Dios, porque Marx
dijo que la religión es un opio. Como resultado, han creado de su
ateísmo una religión, y de su dogmatismo una liturgia de adoración religiosa.

A mí me parece que este asunto hay que analizarlo desde una perspectiva mucho más crítica, partiendo de la realidad que si Marx estuviera vivo y siguiendo esa línea de análisis crítico, muchas otras cosas serían clasificadas actualmente como un opio de la humanidad. Ejemplo de esto, lo es el opio de la televisión.

Por otro lado, a mí me parece que se hace necesario refrasear este
postulado de Marx, en donde debe decir que la religión puede ser tanto un opio como un proceso de liberación para un pueblo. O sea, yo no tengo la menor duda que la derecha religiosa, aquí en Estados Unidos, es un opio. Aquí se le da religión al pueblo para que no piense, para domesticarle y someterle a los caprichos de una clase dominante.

Encima de todo esto, con sus prácticas, rechazan la diversidad y la
democracia de nuestra Diosa, como los son la igualdad de género; el
que la mujer tenga supremacía sobre su cuerpo, incluyendo los derechos reproductivos; el ser una persona gay, lesbiana, bisexual o
transgénera; el ser una persona negra, entre otras diversidades.

Pero también hay que reconocer que aquí, en Estados Unidos, hay gente
muy buena haciendo liberación desde la perspectiva religiosa y esta
práctica de justicia, de hacer real a Dios en las luchas del pueblo,
exige de nuestros respetos. También hay hermanos/as y compañeras/os
ateas/os quienes, en su compromiso por construir una sociedad
diferente llena de justicia social, política, económica, cultural,
sexual, racial, étnica, religiosa, de género, etc., han demostrado una espiritualidad subversiva a través de la cual, diariamente hacen real a un Dios que muchas personas teístas niegan con sus prácticas.

Y de la misma manera, hay unas personas ateas las cuales, a través de su egoísmo, apego a las cosas materiales y el sólo vivir para la
acumulación de dinero, se han deshumanizado. Por todo esto, en este
embeleco teológico oportunista, hay quienes tratan de ocultar la
realidad que la verdadera división estriba entre quienes creemos y
practicamos la justicia y quienes no la creen y no la practican.

III- Una espiritualidad subversiva

Concluyamos entonces esbozando una estrategia de lucha de frente a
cuatro realidades, de las cuales la religiosidad tacaña de George W.
Bush no habla: la espiritualidad subversiva.

Primera realidad: mientras más nos humanizamos, más espirituales
somos. En el proceso de humanizarnos se rescata la ilusión, la
confianza y la verdadera seguridad. Aquí se reclama un compromiso de
acción y deber, con el propósito de destruir toda desesperanza que se
manifieste, tanto en el plano personal, colectivo y por supuesto,
estructural.

Segunda realidad: todo ser humano tiene espiritualidad, ya sean
creyentes o no creyentes en Dios. Por desgracia, existe un tipo de
apropiación errónea por parte de los grupos religiosos, en donde se
otorgan todo el derecho a la espiritualidad, poniendo como requisito
el creer en Dios. Como la espiritualidad nada tiene que ver con creer
en Dios, sino más bien el practicar la justicia, en este proceso
humano, a través de la acción transformadora en donde implementamos
los procesos de la verdadera justicia, nos reencontramos con la
divinidad, creamos o no creamos en ella.

En otras palabras, por un lado, para mí las personas que son ateas teóricamente y practican la justicia, son teístas o creyentes anónimos/as. Por otro lado, aquellas personas dizque creyentes en nuestra Diosa, que no practican la justicia, son personas ateas anónimas.

Tercera realidad: toda espiritualidad tiene dimensiones sociales y
políticas. De aquí la necesidad de poder entender que, a través de
nuestra espiritualidad, se persigue alcanzar la comprensión más
crítica de cualquier situación de opresión, explotación, exclusión y
colonización; busca entender los procesos históricos, socioeconómicos
y políticos, particularmente los efectos de estos en nuestro diario
vivir. Luego de la comprensión crítica, entonces nos movemos a la
acción radical, que deja como resultado el que podamos cambiar
nuestras realidades opresoras en escenarios de liberación.

Cuarta realidad: nuestra espiritualidad debe de ser anticapitalista.
Por un lado nuestra espiritualidad también debe reconocer que, en
nuestro sistema capitalista neoliberal, la felicidad está íntimamente
conectada a la adquisición y acumulación de bienes materiales, los
cuales son adquiridos a través del dinero.

Por tanto, el dinero es lo que supuestamente nos permite obtener las
propiedades que queremos, y éstas a su vez se supone que nos traerán
la felicidad. Ahora bien, hay otra realidad y es que no siempre las
personas, al adquirir ese dinero, adquieren automáticamente la
felicidad. La razón es que hay un elemento que es parte de nuestra
ideología capitalista neoliberal y es que, el culto a la propiedad,
está relacionado a las expectativas humanas; un fenómeno psicológico
del cual muy pocas veces hablamos. Las expectativas son ideas, pensamientos, u organizaciones de lenguaje simbólico que utilizamos. Yo soy fiel creyente que estas expectativas son el producto de nuestra crianza y nuestra politización, aunque me gusta enfatizar que, en última instancia, el/la ser humano(a) siempre tiene la capacidad de aceptar o rechazar.

Una razón oportunista para que muchas de nuestras iglesias, o
comunidades de fe, no promuevan una espiritualidad anticapitalista, es porque en su modelo de estructura organizativa tienden a imitar a las otras instituciones, organizaciones y/ o corporaciones que existen en nuestra economía capitalista. Son unas iglesias que saben muy bien que, mientras las comunidades padecen la pobreza y la miseria, ellas están en el proceso de acumulación de dinero en el banco, la compra y venta de propiedades, los(as) pastores(as) obligando a la gente a comprar salvación con el pago de unos diezmos, estos(as) pastores(as) con unos sueldos de explotadores(as)
que no pueden ser justificados. En otras palabras: hemos organizado a
la iglesia como una institución capitalista, que gira alrededor de la
producción y acumulación del dinero.

Lo contrario a espiritualidad lo podamos identificar como
espiritualismo, un tipo de ideología creada por la clase dominante
para lograr un estado de consenso derrotista, que deje como resultado
la robotización y la inercia colectiva. Ésta se manifiesta con una
especie de acomodamiento, la cual fabrica respuestas mágicas
irresponsables para explicar nuestras realidades de opresión (ejemplo: Dios creó la pobreza) y, por otro lado, para justificar el no tener que hacer algo para cambiar esas realidades (ejemplo: Dios quiere que las cosas se queden como están).

Por lo tanto, no me parece correcto que la izquierda atea, o no
religiosa, continúe haciendo generalizaciones, con la intención de
menospreciar o de eliminar las religiones; sino, más bien, el tener
claro que las religiones de la derecha –las cuales, por un lado, nos
dicen que nada malo está pasando o lo que pasa es porque Dios lo
permite para poner en prueba nuestra fidelidad- es el proyecto
ideológico teocrático de la clase dominante, para llevar a cabo un
control social. De aquí el que no tenga la menor duda cuando digo que
hay religiones para someter al pueblo, y otras para liberarle. Estas religiones opresoras tienen que ser demistificadas con una teología de la liberación de la religión.

Por lo tanto, en asuntos socio-políticos, creer en Dios o no creer, el ser religiosa/o o no, es una opción en mis derechos democráticos. Y por supuesto, en asuntos existenciales, creer en Dios, como experiencia personal y/o colectiva, es parte de mi energía revolucionaria, que me motiva a seguir trabajando en la construcción de un mundo diferente, pero mejor.

En el amor solidario, el sacramento mas importante.

Luis Barrios, Ph.D., BCFE

*Professor, John Jay College of Criminal Justice- Department of Latin
American & Latina/o Studies

*Member of Ph.D. faculties in social/personality psychology, Graduate
Center-City University of New York

*Visiting Professor of Research & Methodology and Criminal Justice;
Facultad de Ciencias Jurídicas y Politicas: Universidad Autonoma de
Santo Domingo-UASD and Universidad Iberoamericana-UNIBE, Santo
Domingo, Dominican Republic

Lbarrios@jjay.cuny.edu

(Información recibida de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base)

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