No hace falta ser muy avezado para percatarse de la mengua del seguimiento de la práctica religiosa católica por parte de la ciudadanía, al tiempo que es manifiesto el conservadurismo, en algunos casos hasta la involución, de parte de su jerarquía eclesial, cada día más enrocada en sí misma.
Es precisamente a esta doble pinza que amenaza con atenazarles, a la que se resisten los grupos cristianos de base de Bizkaia y de las diócesis vascas en general. Son cristianos católicos, comprometidos con su comunidad en lo social, en lo cultural y hasta en lo ideológico bajo la premisa cristiana de «amar al prójimo, porque fue Cristo el que nos amó a todos», apuntan a DEIA.
En esta labor de verse inmersos en el día a día de su comunidad podría parecer más difícil tener que enfrentarse al agnosticismo o al descreimiento generalizado, pero no suele ser esta su mayor fuente de problemas, sino su propia jerarquía católica que, en numerosas ocasiones, actúa como tapón más que como vehiculador de sus anhelos.
«Nombramientos de obispos y responsables diocesanos como los que se están haciendo en los últimos años en Euskadi más que una luz de esperanza suponen para nosotros una cortapisa continua en nuestra actividad». Esta es la impresión generalizada entre estos grupos de cristianos de base.
Los nombramientos de prelados de corte tan conservador como Mario Iceta, en Bilbao, o José Ignacio Munilla, en Donostia, surgidos de la mano de un absolutamente ultraconservador Rouco Varela, no hacen sino ser obstáculos para la mayoría de estas comunidades. Más recientemente, la censura a los libros de José Antonio Pagola y el silencio impuesto a Joxe Arregi han puesto de manifiesto «el proceso de involución y la falta de los más elementales derechos humanos en el interior de la Iglesia».
Para denunciar esta situación, un grupo de feligreses vascos ha organizado para esta tarde, a las ocho, una concentración frente a la catedral de Santiago de Bilbao, donde denunciarán «los ataques a la pluralidad» y «la censura que la jerarquía de la Iglesia Católica está aplicando a sus componentes».
Durante la concentración se dará lectura a un comunicado en el que los convocantes denunciarán «el proceso de involución y la falta de los más elementales derechos humanos en el interior de la Iglesia». Entre los acontecimientos que han despertado el malestar de estos fieles se hallan, además de la designación de los obispos, la retirada de las librerías eclesiásticas y diocesanas del libro de teólogo José Antonio Pagola Jesús, aproximación histórica, y el caso del franciscano Joxe Arregi, que acusa al obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, de querer desterrarlo por su actitud crítica.
Esta última polémica ha sido el detonante para que este grupo de católicos descontentos haya decidido convocar una concentración bajo el lema Yo también pido la palabra, en referencia al artículo que Arregi publicó en internet para denunciar la persecución por parte del obispo José Ignacio Munilla y que tituló Pido la palabra.
Iglesia plural «Nosotros defendemos un tipo de Iglesia más democrática, plural y, sobre todo, que se dedique más a la defensa de las personas que sufren, que a la salvaguardia de una moral determinada», explica José Ramón Iñurrategi, de Kristau Sarea, que se ha sumado a la concentración en la que intervendrán personas de diversos colectivos y procedencias.
«Pedimos algo tan simple como el tener voz en la Iglesia. Este es el leit motiv por el que llamamos a la concentración a todas aquellas personas, desde su pertenencia a la Iglesia católica, para que denuncien esta situación de falta de libertad y de respeto a las distintas sensibilidades eclesiales», reflexiona en voz alta Iñurrategi. «Seamos los que seamos -no vamos a entrar, como se está pretendiendo, en la guerra de cifras- nuestro objetivo es defender nuestra voz y que podamos dialogar y decir también nuestra palabra».
En esta misma línea se manifiesta Borja Aguirre, de Redes Cristianas, para quien el acto de esta tarde frente a la Catedral de Bilbao reivindicará, no sólo a Joxe Arregi, sino también a otras muchas personas que están siendo silenciadas dentro de la Iglesia. «Hay un goteo tanto en el País Vasco como a nivel mundial a los que desde el Vaticano les dice que se callen». El malestar creciente entre los creyentes vizcainos y vascos no tiene nada que ver con el hecho de si se nombran prelados nacionalistas españoles o vascos. «El quid de la cuestión es la designación de obispos conservadores y su diálogo con el mundo de hoy. Se nos impone una Iglesia autoritaria. En el País Vasco esta ola de conservadurismo, que ya se había instalado en el Estado español hace tiempo, nos ha llegado tarde por circunstancias históricas, pero aquí está para quedarse», explica Aguirre.
De lo que hablan los creyentes católicos, críticos con la jerarquía dominante, es de tener capacidad de elegir a sus propios obispos. «A los creyentes sí nos gustaría que los obispos tuvieran en cuenta todas las sensibilidades existentes entre sus fieles. Ahora estamos viendo cómo los prelados, tanto a nivel estatal como desde el Vaticano, apoyan determinadas iniciativas políticas. En el Estado hablamos de Rouco Varela y Cañizares, que tienen un proyecto político muy claro, españolista, además de muy conservador».
Ahí está la dicotomía. «Entre quienes hemos organizado la concentración hay gente de todas las ideologías. El debate está en el modelo de Iglesia que se quiere y en cómo pensamos los creyentes que tendrían que comportarse los propios obispos», recalca. Esta comisión de creyentes no son parte del grupo de 677 laicos, religiosos y sacerdotes de Bizkaia que hace un mes enviaron una carta al Nuncio en el Estado español, monseñor Renzo Fratini, para pedir ser escuchados en el proceso de designación del Obispo de Bilbao, aunque reconocen que apoyan esta petición.