ESPA?A, EN EL TREN DEL COMERCIO JUSTO PERO LEJOS DE LAS MEDIAS EUROPEAS

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La Coordinadora Estatal de Comercio Justo afirma que el 25% de los españoles conoce lo que es el comercio justo, a pesar de que España ?se subió a este tren? con más de 20 años de retraso.

El comercio justo es más que una realidad. Es una realidad conocida y reconocida como tal. Los datos reflejan que uno de cada cuatro españoles conoce sobre el tema, mientras que el Parlamento Europeo acaba de aprobar una resolución en Estrasburgo para promover y fomentar su desarrollo.

El texto, además de hacer hincapié en incrementar el apoyo público al sector, hace un llamamiento a la Comisión Europea para que presente una recomendación sobre esta materia, lo que quiere decir que este tipo de economía responsable es hoy ampliamente reconocida y aceptada.

En España, el vicepresidente de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, Fernando Contreras considera que el fenómeno del comercio justo ha evolucionado de forma «muy importante», pese a su tardía incorporación (1997), cuando «nadie sabía de qué estabas hablando».

Señaló que las cifras, según un estudio de la propia Coordinadora, indican que el 25% de la población española conoce lo que es el comercio justo, algo que a su juicio, «está muy bien» si pensamos que España se subió al ‘tren’ del comercio justo con más de 20 años de retraso.

Pese a ello, afirmó, «aún estamos lejos de las cifras europeas, que hablan de hasta el 60 u 80% de conocimiento», pero «el cambio ha sido sustancialmente importante en España, mucho más que en el resto de Europa». En este sentido, se refirió al «alto nivel de madurez en los mercados de comercio justo» en Europa por ejemplo, «muy superior al nuestro».

Cambio de actitud

A su juicio, el comercio justo «no pide nada a la gente», sino que «intenta cambiar actitudes y valores». La «clave» es no confundir la práctica de este comercio con la ayuda a las ONG, porque muchas personas aún creen que comprando estos productos una parte va a estas organizaciones. «El comercio justo es algo radicalmente diferente a esto», puntualizó Contreras en este sentido.

Estas ONG sólo actúan como intermediarias y trabajan directamente con las cooperativas de países del Sur, propiedad de los mismos trabajadores, para apoyarles en todo el proceso de producción y venta. Las principales importadoras en España son Intermón Oxfam, de la que Contreras es responsable de Distribución, además de IDEAS y Alternativas 3.

La finalidad más importante de la Coordinadora es precisamente que los ciudadanos «incorporen criterios nuevos a la hora de hacer sus compras», pero, evidentemente «esto no es algo que no se consiga de la noche a la mañana»; es un hábito que requiere tiempo.

Actualmente, la venta de productos de comercio justo en España está entre los 12 y los 14 millones de euros al año, una cifra baja si tenemos en cuenta que en otros países llega hasta los 80, 90 e incluso 100 millones.

Pasos firmes

Aunque los datos no son muy altos, especialmente si se comparan con otros países, Contreras consideró que se están dando pasos «muy firmes y muy buenos» en España, como la recién inaugurada iniciativa del Sello de Certificación de Comercio Justo, el ‘Fairtrade’, que ya está sirviendo para dar a conocer y sobre todo visualizar y distinguir estos productos. Con el Sello, los puntos de venta también se están ampliando.

Además del desconocimiento de los ciudadanos, Contreras culpó a las propias organizaciones de que este fenómeno no sea aún mucho más generalizado: las ONG de comercio justo tienen la función de dar a conocerlo en España «y pueden hacer mucho más de lo que hacen».

También señaló que hay otro ?gran culpable?? que es, a su juicio, la Administración pública, porque éste es un fenómeno que «no ha entendido durante muchos años», y que solamente en el último Plan Director de Cooperación aprobado hace un año se ha incluido como una nueva herramienta más de cooperación con países del Sur.

Según Contreras, las Administraciones tampoco ?predican con el ejemplo?? y sólo algunas sedes como el mismo Palacio de la Moncloa hacen uso de productos de este tipo, en este caso, café, pero más como algo «simbólico», afirmó Contreras. Aún así, «ya es algo», pero, se sigue detectando «una evidente falta de interés por su parte».