«Me inquieta mucho ese eco que obtienen [en el FSM] muchas ONG del Norte que, de hecho, no son más que antenas repetidoras del pensamiento dominante».
Habla usted también del riesgo que las ONG ricas del norte monopolicen el discurso en los foros sociales.
Sí. A mí me inquieta mucho ese eco que obtienen muchas ONG del Norte que, de hecho, no son más que antenas repetidoras del pensamiento dominante. Simpáticas, reformistas, cargadas de buenas intenciones y de votos píos, pero nada más… Están sobrerrepresentadas en los foros sociales mundiales, porque cuesta mucho ir a ellos, organizarse… Le voy a dar un ejemplo. En Egipto, actualmente, hay un movimiento social campesino inmenso, que ha reunido a millones de manifestantes para frenar la contra-reforma agraria que planea el Gobierno.
No apareció en ningún fórum social mundial. Primero, porque no tienen ni un duro para ir. Segundo, porque nadie les daría ese duro para que puedan ir. Tercero, porque ni ellos mismos son conscientes de que pudiera ser importante ir.
Para usted, ¿deben abrirse los foros a los partidos políticos?
Sí. Son actores, incluso a veces actores capaces de conservar el poder para transformar. No es posible seguir negándose a ir al contacto, al choque, al debate, a la exigencia e incluso a la altercación con los partidos para formular programas. Es hipócrita, por parte de las ONG apolíticas, esa negativa al contacto con lo político. ¿De qué viven las ONG gigantescas del Norte? De subvenciones públicas y de fundaciones, sobre todo norteamericanas. Ni las unas ni las otras son independientes. Hay que oponer a esas ONG pseudo-apolíticas, otra politización auténtica.
A lo mejor la dinámica ya no está en los foros sino fuera…
Sin llegar tan lejos, yo creo que América Latina está sembrando el camino con señales positivas. Ha demostrado que el cambio también puede empezar por victorias populares en el poder político, saldadas con transformaciones. Sean cuales sean las evoluciones futuras, las victorias de Lula, de Chávez, de Morales y de Correa muestran esa posibilidad de victoria popular.
¿Imposibles en el Norte?
Complicado, pero no imposible. El capitalismo actual es oligárquico, en el sentido estricto de la palabra, en el sentido de oligarquía al estilo ruso. Es un puñado de oligarcas, a escala planetaria, no más de seis mil personas, quienes concentran la riqueza de todos. El objetivo de aislar a esa oligarquía puede reunir todas las fuerzas progresistas, humanistas y simplemente demócratas para hacer frente a las fuerzas que quieren la regresión. Ahí tiene usted una base social posible para la victoria popular: aislar a la oligarquía mundial. Cuidado: todavía no es una base electoral, más volátil, pero sí una amplia base social.
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