ENTREVISTA A FRANCOIS HOUTART (II). Ricardo Zúñiga

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Adital

Parte II de la Entrevista de Ricardo Zúniga García, colaborador de Adital, participante en el V Congreso del MST, a François Houtart, sociólogo belga, director del Centro Tricontinental (Cetri) y del Foro Mundial de Alternativas.

Adital: Ud. afirmó en su ponencia que hay la necesidad de una revitalización de las CEBs y de una mayor proyección de la Teología de la Liberación a las bases cristianas. ¿Por qué ve esa necesidad?

FH: Es un drama que la restauración en la Iglesia Católica haya provocado catástrofes pastorales, como lo ocurrido en la diócesis de Olinda y Recife, al pretender desmontar todo lo construido por Don Helder Camara y su equipo. No hay derecho de desmontar un trabajo tan bien fundamentado y realizado por tantos años en fidelidad al Evangelio de Jesús. La interdicción de la Teología de la Liberación en todos los espacios controlados por la jerarquía eclesiástica es una catástrofe porque desconoce la mejor tradición de la iglesia latinoamericana y desconoce trabajos pastorales realizados con mucha reflexión, estudio y fidelidad al Evangelio y a la vida de los pobres. Basta citar el testimonio y dedicación de Mons. Proaño acompañando a su pueblo indígena y campesino en Ecuador.

La Teología de la Liberación es muy importante. Primero por su fidelidad al corazón del cristianismo, que es la práctica del amor encarnado en la historia. Cristianismo que no incorpora la dimensión de la persona humana, es un cristianismo muerto y niega su propia esencia.

Además, en el contexto de países mayoritariamente cristianos, como es el caso de América Latina, la TL puede ser un incentivo muy profundo y efectivo para el crecimiento de la conciencia en amplios sectores de la población cristiana, como ya hemos visto con claridad en países como Nicaragua y El Salvador y otros.

Si toda la conciencia sobre la justicia y el respeto a la vida humana fuera orientada a la transformación de la sociedad, para que los seres humanos puedan vivir realmente como personas humanas, eso seria una gran contribución a una sociedad mejor.

Pero lo que veo en Venezuela y Bolivia es una oposición de la Iglesia jerárquica a los procesos de transformación vividos en esos países. Hay condenas muy fuertes, como el caso del Cardenal de Venezuela. Conociendo el proceso venezolano, nos parecen esas condenas basadas en la identificación del Cardenal con la propuesta de los grandes capitalistas de ese país.

Otro problema que veo reflejado en la posición de estas jerarquías es que creen que los cristianos deben participar en las revoluciones a condición de que estas sean hechas por Ángeles. O sea, en revoluciones donde no haya errores. Esto es pretender que la realidad histórica no es ambigua. Para mí el asunto no es esperar el final de las ambigüedades. Eso solo acontece en Reino de Dios, sino elegir en medio de las ambigüedades, entre las ambigüedades de los pobres y las ambigüedades de los ricos.

La Teología de la Liberación se ubica en la perspectiva de elegir las ambigüedades de los pobres, lo cual no significa renunciar a realizar críticas, sino ejercerla desde una opción definida por los pobres.

Cuando hablamos de participación de los cristianos en la política, y, al mismo tiempo reconocemos la dimensión política de las CEBs, hay que admitir la dimensión política de las actitudes y prácticas de la jerarquía. Y a ambas hay que valorarlas desde la fidelidad al Evangelio y a la vida plena para los pobres.

Adital: Pero, ¿cómo puede crecer la Teología de la Liberación, si está desautorizada por la Jerarquía católica?

FH: Felizmente, ese renacer no depende de la aceptación de la jerarquía; viene de la vitalidad del pueblo cristiano que tenga teólogos que le acompañen y permitan reflexionar sobre su fe. Hoy en día los espacios ecuménicos son muy importantes para el desarrollo de una reflexión teológica, que supere las barreras y prohibiciones denominacionales.

Además, hay que ir a fondo; la iglesia debe concebirse como un servicio al pueblo de Dios y al anuncio del Reino, y no como un fin en sí misma. Si el medio no corresponde a las necesidades del pueblo y a la fidelidad al Evangelio, no debemos desgastarnos en discusiones internas. Debemos trabajar en la base, continuando el trabajo de reflexión teológica en los medios donde sea posible.

Debemos pensar la reconstrucción de la Iglesia a largo plazo, esperando que cada vez mas gentes van a reconocer y a descubrir la ineludible dimensión social de la fe cristiana, la dimensión de defensa de la vida de los pobres. Son muy importantes los espacios de reflexión en diálogo con los movimientos sociales, con las ciencias sociales. Esos espacios existen como por ejemplo el Departamento Ecuménico de Investigaciones – DEI (Costa Rica) y el Centro Ecuménico de Servicios a la Evangelización y Educación Popular – Cesep (Brasil) y es conveniente multiplicarlos.

Termino afirmando que en la sociedad, como en las Iglesias, otro tipo de relaciones es posible; lo importante es trabajar con perseverancia y a largo plazo, en ese otro mundo posible.