EN LA IGLESIA Y EN EL GOBIERNO SE IMPONEN LOS MÁS MODERADOS. José Manuel Vidal

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Religión Digital

Cuenta José Manuel Vidal en El Mundo que la firma del nuevo modelo económico, prevista para esta semana, será un simple anexo jurídico Ni el episcopado ni el Gobierno quieren abrir el melón de los Acuerdos Iglesia-Estado.

Por eso, ambas instituciones preparan la firma del nuevo modelo económico, prevista para esta semana, pero, como dicen en fuentes episcopales, sin «tocar para nada la letra ni al espíritu de los Acuerdos» firmados en 1979.

«Sigue en vigor el mismo texto de los Acuerdos, exactamente el mismo. Ni se añade, ni se amplía, ni se toca para nada. Lo único que se va a hacer es plasmar el desarrollo o la interpretación del acuerdo económico en un instrumento que tenga validez jurídica», dicen en la sede de la Conferencia Episcopal española.

Lo que quiere la Iglesia es que el nuevo modelo de financiación acordado con el PSOE no sea un acuerdo meramente verbal y personal entre la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, y el vicepresidente del episcopado, el cardenal Antonio Cañizares. Y los obispos buscan afanosamente la fórmula para darle categoría jurídica, sin abrir la espita de los Acuerdos Iglesia-Estado, que no quieren tocar por nada del mundo.

Lo que más preocupa a los obispos es asegurar que el nuevo modelo de financiación no quede al albur del Gobierno de turno y sea respetado en todas sus disposiciones y de una forma «indefinida», como se recoge en el texto acordado.

Para ello, desde la Conferencia Episcopal se propuso a Roma que lo mejor sería ratificar el acuerdo alcanzado en financiación con un simple intercambio de cartas. Pero, en fuentes cercanas al PSOE se asegura que el Gobierno quiere visibilizar el acuerdo y propone que se haga una firma pública del mismo.

La firma podría ser esta semana. En concreto, en el PSOE barajan dos fechas: hoy o pasado mañana. En la Casa de la Iglesia, lo único que avanzan es que la firma se podría realizar «entre el día que se apruebe la Ley de Presupuestos y el 31 de diciembre».
Lo que no tienen claro es dónde firmarán. Al Ejecutivo le gustaría que fuese en Roma, para darle la mayor visibilidad posible, rentabilizar el acuerdo al máximo y desmentir con hechos, en el Vaticano, la imagen de Gobierno «radical-laicista» que tiene en las altas esferas romanas.
Si ambas partes deciden que la firma se realice en la Santa Sede, la encargada de hacerlo por parte del Gobierno sería De la Vega. Por parte de la Iglesia, firmaría el número dos del Vaticano, el secretario de Estado, cardenal Bertone.

El episcopado español, en cambio, propone el simple intercambio de cartas o, como máximo, la firma pública en España.
Se firme públicamente o no el nuevo modelo de financiación, parece claro que el Gobierno tiene el máximo interés en encauzar definitivamente las relaciones con la Iglesia. Aduce, para ello, que se están imponiendo «en ambos bandos» las tesis de los sectores más moderados, capitaneados por De la Vega y monseñor Ricardo Blázquez, respectivamente.

Es decir, los laicistas radicales, liderados por Alvaro Cuesta y Victorino Mayoral, han perdido terreno. Y de ahí sus pataletas. Como el Manifiesto laicista de Cuesta, que «no es compartido por el partido». Más aún, aseguran en fuentes del PSOE que tanto Zapatero como De la Vega, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco son partidarios de un esquema de «laicidad incluyente».
Y ponen ejemplos ya alcanzados de esa estrategia, como el nuevo modelo de financiación o los acuerdos con la educación concertada, sobre los profesores de religión o sobre patrimonio. Entre los obispos, gana también terreno la línea moderada, como se ha visto en la aprobación de la última instrucción pastoral sobre la situación de España, donde Cañizares y Antonio María Rouco no pudieron sacar adelante su tesis de sacralizar la unidad de España como «un bien moral».

«Lo que pasa es que los que más ruido hacen y más impacto mediático tienen son los que están perdiendo la batalla en ambos frentes», dicen en el PSOE. Y, en el episcopado aseguran también que «poco a poco se está imponiendo la línea moderada de Blázquez, entre otras cosas porque la mayoría de los obispos huyen de los enfrentamientos y de Roma llegan indicaciones claras de tender puentes al Gobierno».