Mañana empieza el Cónclave. Es el 6º al que asisto en plena conciencia de los problemas que atraviesa en el mundo la comunidad de creyentes cristianos que se llama Iglesia Católica. Tal vez el hecho de haber estado presente en la plaza de San Pedro aquel 28 de octubre de 1958, cuando eligieron a Juan XXIII (tenía 26 años, estaba de coadjutor en una barriada obrera de Roma y estudiaba a la vez ciencias políticas en la universidad civil, cansado de cuatro años de teología en la Gregoriana??) me haya marcado.
Soy como adicto y sigo al detalle todos esos acontecimientos históricos, tan trascendentales para la sociedad (no solo para la ICR) como anacrónicos en su liturgia de secretismo. Mi amigo vaticanólogo Giancarlo Zizola, que tanto me enseñó, ya no va a cubrir éste como los cinco anterores. Sus crónicas y libros eran mi principal fuente y los estoy echando en falta esta vez.
El Cónclave anterior de 2005 lo seguí ya desde ATRIO con la sensación de que todo seguía un guión preestablecido y que era imposible esperar un cambio. De hecho aquel ATRIO inicial se mantuvo bastante al margen, como espectador distante. ?nicamente a los dos meses de iniciado el nuevo pontificado tuve capacidad para reaccionar ante el aplastamiento mediático que habíamos sufrido y preguntarme (cuando aún Hans Küng seguía esperando algún gesto de cambio en su antiguo colega y Zizola insiatía en que Ratzinger sería muy distinto de papa) quién había escrito ese guión tan perfectamente interpretado por todos los actores, sobre todo por los inevitables cardenales electores (digo siempre inevitables ¡por ahora!).
Acabo de leer lo que entonces escribí y estoy perfectamente de acuerdo con ello. Me gusta verlo con el formato del ATRIO primitivo y ?manual??, donde se descubren ya las características de este más moderno y mucho más visitado. Por eso, no lo quiero reproducir aquí. Prefiero que el que esté interesado lo vea tal como se publicó en 2005: Un plan estratégico para la Iglesia Católica.
¿Cuál es la novedad histórica ocho años después para que no pueda repetirse de nuevo ese plan? ¿Por qué es razonable hoy estar abierto a la sorpresa? ¿Por que se les puede ir de la mao la situación?
Es evidente que los mismos grupos de presión hayan diseñado un plan semejante y que el guión de la sucesión haya empezado a rodarse desde hace varios meses, incluyendo en él el mismo apresuramiento de la dimisión. Pero me atrevo a pensar que esta vez va a ser más difícil mover todas las fichas con la misma precisión que entonces. Aunque desde luego los think tank del Opus y Comunión y Liberación (los dos grupos más influyentes en todo el aparato jerárquico, capaces de manejar otros grupos y a mucho cardenales electores) deben estar trabajando hace tiempo, el plan de 2005 no les va a servir. En todo caso tendrán que montar otro más gatopardiano (aparentar que cambia todo para que no cambie nada, aunque sea con papa negro o filipino). Estas son las cosas que creo que han cambiado, respecto de lo que yo escribía en 2005:
En el análisis de la realidad de la Iglesia, la corrupción en las cúspides y el abandono de las bases ya no se puede atribuir a la falta de un liderazgo fuerte pues han tenido ocho años más de un gobierno rígido y atemorizador que no ha hecho sino aumentar los problemas.
Al tener que buscar sucesor a un Papa que ha tirado la toalla ya no cabe la sacralización del líder anterior, el ?Santo súbito?? que llenó el ambiente de Roma y de todo el mundo en los días previos al anterior Cónclave.
Porque se cumplieron al pie de la letra las consignas estratégicas inauguradas entonces, sin que hayan servido para detener la secularización de todas las sociedades en occidente y oriente, no se puede hoy machacar con lo mismo: dictadura del relativismo, principios innegociables, reinserción de los lefrevbrianos, contrarreforma litúrgica??
La llamada iglesia del disenso y las comunidades de base no pueden seguir marginadas. Van cobrando cada vez más estructura y peso internacional. Todos los esfuerzos realizados por el papable Schönborn en Austria no han podido frenar el movimiento de párrocos contestatarios.
La teología femenina y feminista se alza cada vez con fuerza imparable. Etcétera.
Por todo ello y por otro detalle técnico que ha cambiado en el reglamento de 2005, es posible que al menos se junten 39 cardenales que no quieran pasar por la presión que se ejercerá de elegir un papa continuista, aunque este ya tenga más del 60% de votos. Hoy, suprimida la posibilidad que puso JPII de poder salir al final de un largo proceso por mayoría simple, un tercio de cardenales puede obligar a la mayoría a pactar. Entonces pueden suceder dos cosas: o que cuele una cara nueva y rompedora que realmente estaba previsto como recambio en el guión del grupo dominante (así decía Tarancón que le habían engañado en 1978 con Wojtyla) o que salga el verdader oculto, con ideas propias muy claras y evangélicas, forjadas desde hace tiempo pero no manifestadas. Sólo por astucia o por sencillez evangélica puede colarse así lo que llamamos sorpresa en el Cónclave. Veremos si se produce ese atascoi en esta ocasión y cómo salen de él.
Bueno. Anunciaba hoy, en una entradilla, silencio en atrio sobre cosas de la ICR hasta que conozcamos el nombre del nuevo papa y sus primeros gestos. Vamos a cumplirlo en los artículos colgados, pero no en los comentarios, si os apetece, a lo que veáis en otros medios.
Pero ya anunciamos que antes noticias ya ciertas, no rumores ni apuestas, seguiremos practicando el sagrado deber de pensar por nuestra cuenta y destapar todas las operaciones de imagen que se nos quieran imponer. También que acogeremos con alegría sorpresas parecidas a la de Juan XIII, aunque nunca con fanatismo. Pero intentaremos desvelar todos los defectos de la moto que nos quieran vender, como hicimos ya dos meses y pico después del Conclave del 2005 en ese artículo que os recomiendo leáis en este tiempo de reflexión: Un plan estratégico para la Iglesia Católica.
Y ATRIO sigue y seguirá yendo, amigas y amigos. Seamos al menso nosotros una reserva de comunicación libre y dialogal.