Los sindicatos de Air France organizan una manifestación en París para pedir que cesen las expulsiones de extranjeros a bordo de los aviones de la Compañía. Hay mucha gente.
El personal de a bordo y los pasajeros son testigos forzosos y obligados de escenas de violencia extrema. Delante de sus ojos, unos seres humanos son humillados, física y moralmente.
Sin embargo, hay reacciones valientes. Para muestra, me presentan a una mujer que se encontraba en el vuelo París Bamako. Yo había oído hablar de su valentía ante los policías.
Antes del despegue, dos expulsados, flanqueados por policías de paisano se pusieron a gritar.
De inmediato les ataron violentamente con el cinturón. Los policías les pusieron cojines sobre la boca para impedirles gritar.
Esta mujer de canas no soportó tanta violencia: « Siento vergüenza por ser francesa. ¡No he pagado un billete de avión par participar a estas cosas! »
Al felicitarla yo por su reacción, me replicó modestamente: « Sólo cumplí con mi deber de ciudadana. No soporto que se desprecie a un ser humano. »
Esa mujer tuvo que bajar del avión y permanecer 24 en detención preventiva en el aeropuerto. La policía le acusó de haber « incitado a la rebeldía » a dos extranjeros que estaban siendo expulsados. En el juicio, los jueces la absolvieron.
El comandante de a bordo intervino también valientemente dando la orden a los policías de bajar a los expulsados. También me encontré con él en la manifestación. Llevaba el uniforme de comandante. Me contó el contenido de la intervención que va a tener. Para él es un honor y un derecho respetar a los seres humanos.