Una azafata pasa con una percha de la que cuelga un alba blanca. Por megafonía se pide desconectar los móviles, pero nadie cumple la orden. El menú viene acompañado del escudo pontificio. Se corren las cortinas y aparece Benedicto XVI. Son escenas de un viaje de avión un tanto especial: el del vuelo papal, narradas por los periodistas que acompañaron al Pontífice y su séquito; quienes se mostraron gratamente sorprendidos ante un evento realmente nuevo en la rutina que desde hace décadas acompaña a estos viajes pontificios. Y es que el Santo Padre ofreció ayer lo más parecido a una rueda de prensa que un Papa ha realizado nunca.
Las radios y televisiones pudieron capturar las palabras de Benedicto XVI, que accedió a colocarse frente a un micrófono, respondiendo pacientemente a las preguntas, un detalle del nuevo portavoz del vaticano, Federico Lombardi, hacia los informadores. Tuvo, incluso, unas palabras de agradecimiento. «Queridos amigos, periodistas y cámaras, os saludo cordialmente en este vuelo y querría mostraros sinceramente mi gratitud».
Así arrancó un discurso sobre la importancia de los medios de comunicación que completó destacando que su viaje a Turquía es «pastoral» y no «político», y mandó una señal de apoyo a la minoría católica de Turquía.
Quienes acompañaron al Papa fueron obsequiados con una caja de bombones, un enorme y lujoso mapa en el que se indicaba la ruta que seguiría el avión y un menú de restaurante con letras doradas, que anunciaba el almuerzo: quesos frescos, alcachofas, embutidos, pastel de sémola y un contundente dulce siciliano, la Cassata.
Algunos se quejaron por la excesiva frugalidad, sobre todo, teniendo en cuenta que habían pagado 2.260 euros por viajar en el avión papal. Lo cierto es que el mismo trayecto cuesta menos de 400 euros en líneas regulares pero, eso sí, sólo el vuelo papal permite ver en movimiento a la élite de la Curia Romana.
Una vez en tierra, destacó la frialdad con la que las autoridades turcas recibieron al avión papal, rodeado, no obstante, de una impresionante dotación policial. El Ejército blindó la pista de aterrizaje, apostando un soldado armado cada 50 metros.
Otra de las sorpresas de la jornada de ayer fue la presencia de una actriz conocida entre el séquito vaticano. Se trata de la intérprete turca Serra Yilmaz, a quien los amantes del cine de autor recordarán por su papel en las películas del director turco-italiano Ferzan Ozpetek. Yilmaz, una militante feminista que saltó a la fama interpretando a la amiga común de un grupo de homosexuales en «Las hadas ignorantes», fue ayer la traductora oficial del Papa por petición expresa del Gobierno turco.
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