El Vaticano y las religiosas de EEUU -- Fernando Torres

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Hace pocas semanas ha salido en los periódicos la noticia de que el Vaticano ha hecho pública una nota titulada ?Análisis doctrinal de la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas??. En esa nota se afirma que: ?Reconociendo que este análisis doctrinal se refiere sólo a una asociación de superiores mayores y, por eso, no pretende hacer un juicio sobre la fe y la vida de las religiosas pertenecientes a las congregaciones miembros de esa asociación, sin embargo este análisis pone de manifiesto serios problemas doctrinales que afectan a muchas religiosas. En el nivel doctrinal esta crisis se caracteriza por una atenuación de la dimensión cristológica que es centro y objetivo de la consagración religiosa, lo que conduce a su vez a una pérdida de un constante y vivo sentido eclesial entre algunas religiosas.??

¿Qué ha podido pasar para que el Vaticano llegue a manifestarse así frente a una asociación de superiores mayores de congregaciones religiosas femeninas de los Estados Unidos? Debe tratarse de un asunto serio. Muy serio. Porque, además, el Vaticano ha puesto al mando de la asociación a tres obispos estadounidenses: el arzobispo de Seattle, J. Peter Sartain, asistido Thomas J. Paprocki y Leonard Blair, los dos obispos que dirigieron la investigación.

Un poco de historia

La vida religiosa femenina tiene una no demasiado larga, como el país. Las primeras reli-giosas llegaron acompañando a la población emigrante de sus mismos países. Llegaron así expediciones de religiosas de congregaciones originarias de Alemania, Polonia, Irlanda, etc. Estuvieron cerca de sus connacionales, inmigrantes. Les ayudaron en sus enfermedades y promovieron su educación. Las religiosas de estas congregaciones de origen europeo y de otras que se fundaron en Estados Unidos durante el siglo XIX se hicieron cargo sobre todo de la red de escuelas parroquiales que todavía hoy funciona y tiene una gran presencia en Estados Unidos.

Aquellas religiosas llevaron consigo el estilo de vida religiosa de entonces. Reprodujeron en Estados Unidos lo que habían aprendido y vivido en sus países de origen. Hábitos, tradicio-nes, oraciones, costumbres. La mayoría de las comunidades trabajaban en la escuela parroquial. A las órdenes de la superiora y del párroco. Dedicadas a la educación y a colaborar en las actividades parroquiales. Con una vida religiosa muy tradicional, como era en todo el mundo en aquello tiempos (véase la película ?Historia de una monja??, que refleja perfectamente aquel ambiente).

El cambio

Hay un momento en que se empieza a producir un cambio en una parte relativamente grande de las congregaciones femeninas en Estados Unidos. Se produce poco antes del Concilio Vaticano II. Ese momento se podría centrar en el Congreso de Vida Religiosa celebrado entre el 9 y el 12 de agosto de 1953 en la universidad Notre Dame de la Congregación de Holy Cross. Lo presidió el claretiano P. Arcadio Larraona, más tarde cardenal y entonces secretario de la Congregación de Religiosos.

En ese congreso el P. Larraona, al ver el cambio económico y social que se había producido en el país y que no tenía parangón en Europa, animó a las religiosas a prepararse y educarse bien para ser más competentes profesionalmente en sus trabajos (educativos la mayoría, pero también asistenciales u hospitalarios).

Ahora, si nos ponemos en la mentalidad de aquellas religiosas, acostumbradas a obedecer ciegamente, entenderemos que se produjo un movimiento muy grande de religiosas que fueron a estudiar a las mejores universidades. Les había dicho que había que prepararse profesionalmente. Eso en la práctica significaba que había que conseguir títulos civiles y/o eclesiásticos del mayor nivel posible.

Las consecuencias no tardaron en verse. La universidad era ya entonces, posiblemente lo ha sido siempre, un lugar donde no sólo se aprenden determinadas materias. Lo más importante es que la gente aprende a pensar por sí misma, a investigar, a esforzarse por formular sus propias ideas. Las religiosas entraron en esa dinámica. Y, de repente, comenzaron a ver su propia vida religiosa de una manera diferente, mucho más crítica. Y también la Iglesia. Se dieron cuenta de que el voto de obediencia se había entendido como sumisión y que eso tenía poco que ver con el mensaje de Jesús.

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