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EL TINO DE MOCEOP. Deme Orte

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Moceop

Moceop2.jpgMoceop tiene una historia, que empieza por una reivindicación: el celibato 0pcional. Pero ha tenido, creo yo, la lucidez de enmarcarla en un contexto eclesial de renovación postconciliar. El tino, la puntería, el acierto de Moceop creo que ha estado en el qué y en el cómo, en el contenido y en el modo de su apuesta. Cuestionar la norma del celibato como condición necesaria para el ministerio no ha sido sólo una reivindicación parcial o sectorial, sino que ha acertado a mover el puntal que sostiene todo el tinglado del clericalismo.

El clericalismo es tal vez uno de los «defectos» principales de la Iglesia Católica, porque divide a la Iglesia en dos estamentos, clero y laicos, que la hacen radicalmente desigual y discriminatoria.

IGLESIA CLERICAL

El clero está constituido por sólo hombres, quedando fuera más de la mitad de la población: las mujeres, con lo que significa de negación de lo femenino; sólo célibes (en el rito romano, y oficialmente), ensalzando la sublimidad del celibato y la virginidad, y, de rebote, mostrando menosprecio del matrimonio (para la clase de tropa), y de la sexualidad en general; además sólo heterosexuales (pues aunque haya homosexuales, que los hay, si se muestran como tales, tienen dificultades aun cuando se comprometan a guardar el celibato); el clero viene a ser un funcionariado, pues dependen orgánicamente y económicamente del aparato eclesiástico; son profesionales de la religión: viven de ella y para ella, con lo cual la gratuidad del mensaje y la gracia que dicen servir queda en entredicho; es una clase, un estamento, un estado «superior», del que pueden ser «reducidos al estado laical» (¿es menos?); con lo cual son parte de la Jerarquía de la Iglesia, o dicho más vulgarmente, son «eclesiásticos», con lo que significa histórica y sociológicamente en una sociedad tan marcada por la influencia de la Iglesia en todos los ámbitos.

Esa Jerarquía piramidal, autoritaria, dogmática, se muestra en la estructura clerical de la Iglesia: el Vaticano como Estado anacrónico; el Papa, como monarca absoluto que acapara los tres poderes; la Curia con resonancia de inquisición y poderes oscuros; los Cardenales, «príncipes de la Iglesia», nombrados por el Papa eligen al Papa; las Diócesis y las parroquias, con una territorialidad más propia de épocas de cristiandad.

Es una estructura de poder: económico, con privilegios anacrónicos ,como exención de impuestos; ideológico, con un dogmatismo fuera de todo criterio de racionalidad; y un poder religioso, que lo sacraliza para absolutizarlo.

OTRA IGLESIA ES POSIBLE

Estas son facetas de la Iglesia, de la que formamos parte, de la Iglesia santa y pecadora. Por eso nos duelen sus defectos. Pero creemos que no es incuestionable que haya de ser así. Y porque creemos que «otra Iglesia es posible», no dejamos de soñar, de desear y de intentar ser y hacer esa «otra» Iglesia, que no es otra, sino la misma, de otra manera:

Una Iglesia comunidad de iguales, sin discriminación por razón de sexo, de estado, de orientación sexual, de ideología; una Iglesia-comunidad de hermanos y hermanas, donde es posible la libertad, la creatividad, el servicio, la fraternidad y sororidad; una Iglesia que respete los derechos humanos dentro y fuera, que los defienda frente a las agresiones de dentro y de fuera; una Iglesia creyente más que confesional, en una sociedad laica, sin privilegios de poder; una iglesia democrática, donde el Pueblo de Dios tiene voz y voto, opina y decide; una Iglesia pobre y de los pobres, al servicio de los más necesitados, excluidos, marginados, ninguneados por los sistemas inhumanos del poder y el capitalismo; una Iglesia al servicio del Reino de Dios, de la Causa de Jesús, que es la Causa de los pobres; una Iglesia que valora la gratuidad, lo festivo, lo lúdico, los placeres de la vida, la sexualidad en sus múltiples formas; , etc etc etc

¿Qué es utópico todo esto? ¡Pues claro! Por eso lo soñamos y por eso lo intentamos, y por eso nos sirve, lo logremos o no, para caminar.

SER Y HACER IGLESIA COMUNIDAD

Ése es el otro aspecto «atinado» de Moceop y de otros grupos eclesiales de base: el cómo:el método , el camino mismo: en el caminar diario, Moceop (y otros), está viviendo ya ese otro modo de ser Iglesia, está experimentando la fraternidad en la amistad y el apoyo mutuo, en el compartir solidario y en la mutua animación al compromiso; está experimentando la libertad de los hijos de Dios, de los creyentes en Jesús, de las personas animadas por su Espíritu; se está comprobando, disfrutando y suscitando la creatividad en la reflexión de la fe, en la relectura del Evangelio desde los ojos de las personas excluidas; en la celebración de la fe, en la liturgia, en el acompañamiento a personas y minorías necesitadas; se está disfrutando la riqueza de la diversidad de carismas y servicios; se está dando gracias a Dios por «revelar estas cosas a los sencillos», y aprender de ellos a simplificar las cosas de la fe; se está, por ejemplo, inventando nuevos ministerios no clericales en comunidades de base.

¿Qué todo esto lo hacemos muchas veces sin permiso del Obispo? Pues sí. No nos ocultamos. Ese no es el problema de «comunión eclesial» que a veces se nos achaca. ¿Por qué no viene el obispo a nuestras reuniones? ¿Dónde están los obispos que no vienen a las manis de las causas de los perdedores? (en otras, sí). Hablemos, dialoguemos, compartamos experiencias. Contrastemos nuestra experiencia con el Evangelio. Moceop está abierto al diálogo con la Jerarquía, pero, mientras tanto, lo acertado es hacer camino en coherencia con lo que uno cree, sin pedir permisos ni temer condenas.

SER O NO SER… CLERICAL

Si Moceop reivindicara sólo el celibato opcional…para seguir siendo curas pero casados, estaríamos casi en las mismas. ¿Es posible ser cura y no ser clero? Moceop afirma que sí, que una cosa es el carisma, incluso la «ordenación» como reconocimiento eclesial de ese carisma, y otra ser clero. Afortunadamente hay curas y algún obispo, que aun siendo clero son muy poco o nada clericales. Ahí está el ejemplo de los curas de Entrevías en una parroquia asamblearia; o el de curas obreros que viven de su trabajo, renunciando a la paga del obispado y ejercen su ministerio desde la gratuidad; o el Obispo Casaldáliga, que es partidario del celibato opcional, de la desaparición del Estado Vaticano, y vive su ministerio como un verdadero servicio a la causa de los últimos.

El cuestionamiento es del clericalismo como tara eclesiástica, que no está sólo en la Curia y en el clero, sino también en los laicos y laicas y en las autoridades civiles y en la población, creyente o no, como se vio en la visita del Papa a Valencia, donde algunos movimientos católicos se mostraron «más papistas que el Papa».

COMUNIDAD Y MINISTERIOS

Dejemos de hablar de clero y laicos, que reafirma el dualismo clerical, incluso cuando se habla de «promoción del laicado», y hablemos de comunidad y ministerios, de comunidad cristiana, fraterna, igualitaria, diversa, servicial, comprometida,…y de personas con sus carismas, con los servicios necesarios en cada comunidad y quién los pueda ejercer; dejemos que sople el Espíritu y suscite múltiples dones. Primero es la comunidad; segundo, quién la dirija (como servicio). Primero es la Eucaristía, celebrada en comunidad; segundo, o tercero, quién la presida. Primero es el Reino de Dios y su justicia, y sólo detrás la Iglesia que lo anuncia y construye. Primeros son los últimos de este mundo, y sólo a su servicio la Iglesia que los ha de servir. «Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada».

DIOS NOS LIBRE

(Poema de Pere Casaldáliga).

Dios nos libre de seglares

con sotana en el espíritu.

Dios nos libre de curas

sin Espíritu Santo.

Dios nos libre de espíritus

sin la carne de la vida

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