Una vez leí que no existe en la naturaleza fuerza más misteriosa y portentosa que el sexo.
Pero que aunque todo el mundo lo practique como si fuera al gimnasio, pocos son conscientes de las puertas que el sexo es capaz de abrir.
Esta frase podemos mirarla hasta de un modo «romántico» pero con una mirada más crítica podemos ver la cantidad inmensa de mujeres que son capaces de salir de situaciones límites de violencia y/o maltrato a causa del sexo o por medio del sexo. Y ¿cuáles son las puertas capaces de abrir el sexo? El poder, la ilusión a una «vida mejor», el dinero.
Cuando hablamos de la prostitución como oficio, muchas veces también parece que hacemos referencia a esto como una práctica cómico-deportiva y no se ve la tremenda problemática que esta conlleva. No podemos dejar de ver y tomar conciencia del grave peligro de este oficio para la vida, y en ello un atentado contra la dignidad, por la gran manipulación, uso y abuso del cuerpo de mujeres niñas y niños. Las mujeres que ejercen este oficio se arriesgan diariamente a sufrir violencia física y psicológica, más que un riesgo del que cada día pretenden huir; ya sea del jefe, los clientes, la policía, los vigilantes o de las mismas colegas.
Pero es muy difícil, dado particularmente a los fuertes intereses económicos que se mueven en esto, sumados a la escasa estima y pérdida gradual de la identidad y dignidad que sufre la mujer, al ejercer esta profesión.
Entonces aquí se acaba la comicidad y comienza la tragedia.
Pero cuanto más trágica es esta situación, cuanto sumada a la denigración como personas se encuentra el secuestro y la introducción a esta vida en contra de la propia voluntad.
Es el caso de niñas y mujeres en esta sociedad, mujeres secuestradas y silenciadas. Prostituidas.
Creo que urge una revisión en toda la sociedad, y urge una revisión en nuestra vida y prácticas cristianas Una autocrítica. De toda la sociedad en sí, y de los cristianos en particular.
Del replanteo de sus valores, de su economía, en desfasvor de los más pobres y desarrapados de siempre. Que lleva a muchas pibas de hogares pobres a la más absoluta desesperación ante lo que no pueden alcanzar, ante lo que presenta y vende por los ojos esta sociedad, ante la falta de proyecto y contención para ellos y para los padres. Creo que es hora de despojarnos de mensajes culpójenos, misóginos y discriminatorios que no conducen ni transforman nada, sino más bien reproducen y estancan. Y ayudan conveniente a este silencio insano y cómplice
Y tomar en serio y con madurez el tema de la violencia, la prostitución y la trata de personas, presentando alternativas y proyectos, tanto para los que no pasan apremios económicos, como para los que sí,( y mucho más para los que sí).Haciendo justicia, haciendo que la palabra de mujeres y niños tengan valor, el valor que se merecen.
Por que la violencia es contagiosa. Y se están robando nuestros niños.
Y esto nos atañe a todos y todas, como sociedad y como cristianos.
Es hora de tomar conciencia, asumir compromiso y no callar más.
Allí tenemos miles de mujeres, niñas y niños vendidos como mercancía, allí tenemos una de las caras más dolorosas del tributo que Neoliberalismo nos impone, lo peor, es que nos adaptamos, que lo tomamos como una «costumbre», nos dejamos anestesiar y nos transformamos en los cómplices más terribles de esta tragedia, son los que ante la Cruz dan vuelta la cara, los que sabiendo la injusticia, siguen de largo se callan??Lo terrible que esto nos dice que somos, que sentimos, nos ponemos del lado del ídolo y nos volvemos seres anestesiados ante el desgarrante dolor de otros??Este sistema injusto no medra por su enorme poder, sino por el silencios y la insolidaridad de quienes debimos hablar y hacer solidariamente.-
(Información recibida de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de bse)