Fe cristiana: es el punto de partida
La diaconía es fruto de la fe cristiana, es en gran parte, fruto de la fe de la iglesia o sea de todos los bautizados/as. «Busquen primero a Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura».
La diaconía es el medio a través del cual se desarrollan los diferentes dones espirituales. «Ustedes saben que cuando todavía no eran creyentes, se dejaban arrastrar ciegamente tras los ídolos mudos. Por eso, ahora quiero que sepan que una persona puede recibir diferentes dones, pero el que los concede es un mismo Espíritu, hay diferentes maneras de servir, pero todas por encargo de un mismo Señor». 1ª Corintios 12:2-5
La diaconía no es una acción social, sino que es la acción del cristiano/a que actúa motivado/a por la fe y esta se fortalece en el altar, con el sacramento de la Santa Cena y en el Señor ten Piedad (Kirie Elleison) que alzan los/as sufridos y que debería reflejarse en todo el desarrollo de la liturgia
Impulsos:
Realidad humana
Fe cristiana
Diaconía que ya realiza la comunidad cristiana
Valores diaconales:
Lo que es bueno e importante para la persona y la sociedad, lo que nos proporciona la ética, el comportamiento:
Primera corintios 13: el amor es sobretodo, a partir del amor se manifestó la Palabra y Acción de Dios, de la misma manera que Jesús encarno el amor, así somos convocados/as a encarnar el amor.
¿Cuál es el primer y más grande mandamiento?: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Del amor surgen los otros valores: Solidaridad, esperanza, servicio, paz, libertad, justicia, igualdad.
Diaconía es una aventura motivada por la fe, la cual la persona cristiana hace suya y la vive con pasión.
Origen de la palabra Diaconía y el sentido que adquiere en Jesús y los primeros cristianos
La palabra Diakonia = Diaconía, tiene su origen en el griego, originalmente se utilizaba para lo que en español diríamos «poner en practica» «ser útil para algo» luego vinieron otras acciones relacionadas al termino como: «servir la mesa» «preocuparse por» «ayudar» «auxiliar» «amparar» Jesús retoma la palabra y la provee de un contenido crucial en su ministerio (Marcos 9.35)
El «servicio» la «diakonía (diaconía)»- fue, para los griegos, algo indigno
Dominar, no servir: esto era lo característico de un ser humano. Para los griegos el fin de la vida humana está en el perfecto desarrollo de la propia personalidad; por tanto, les resultaba extraño el sentido de servicio al prójimo.
Por el contrario, en la doctrina de Jesús el concepto Diaconía = Servicio se desarrolla partiendo del amor al prójimo. Jesús vincula el amor a Dios con el amor al prójimo, como un tren que se mantiene estable al conducirse sobre ambos rieles, si falta uno, el tren corre grave riesgo de sufrir un accidente fatal, podríamos así relacionar la visión diaconal de Jesús en una simbólica cruz con cuatro lados de igual tamaño, porque el amor a Dios al cual no vemos, se refleja en el amor al prójimo a quien si vemos.
Jesús renueva y da un revolucionario sentido al concepto de Diaconía = Servicio, liberándolo de las concepciones que del termino se tenían, o se habían construido y que entrelazaban con el judaísmo tardío, ese que encontró Jesús y al cual intento aportar para volverlo a la verdadera fuente, el amor, antes que la Ley.
Por «Diaconía = Servicio» Jesús interpreta la actitud que el ser humano hace por amor al otro/a, la fe que se coloca en acción y que se vuelve eficaz de un discípulo, una discípula de Jesús hacia su prójimo/a.
Al término que también era de origen griego «diakoneîn» en el sentido propio de «servir a la mesa» Jesús le proporciona una valoración nueva en muchos sentidos.
Efectivamente, en la mesa fue y en algunas situaciones continúa siendo común y parte de la costumbre hacer el contraste entre las personas ilustres o de estatus social, económico, académico o jerárquico (en las iglesias también) personas sentadas que se «hacen servir» sentadas y el criado o la mujer que sirven.
En el otro sentido el Evangelio anuncia que para los servidores atentos será, un altísimo honor, si el Señor, al volver a casa, los recompensa haciéndolos sentarse a la mesa y servirles (Lucas 12,37).
Y Jesús da mas amplitud a la nueva comprensión ya que invierte la relación entre «servir» y «hacerse servir»: «el Hijo del hombre no ha venido para hacerse servir, sino para servir» (Lucas 10, 45). En este sentido, la «Diakonía» -el servicio- desarrollado por la suegra de Simón nos proporciona pistas de un nuevo estilo en las relaciones humanas.
En la mesa de Jesús hay lugar para todos y todas, aquellos que en otras mesas se les da un espacio marginal o que en otras mesas no tienen espacio, en la mesa de Jesús si lo tienen.
Por otra parte y muy relacionado al accionar diaconal, algunos pasajes evangélicos nos podrían hacer pensar que Jesús se dejaba arrastrar totalmente por el entusiasmo de la gente. Realmente al leer con detenimiento ocurrió algo mas profundo: Jesús en todas las ocasiones que hay posibilidad de fama, poder y fortuna, cuando las multitudes quieren darle un rol jerárquico, se escapa y se va al desierto a orar. Los discípulos no entienden nada de esto: ¿cómo es posible que el Maestro deje perder la ocasión, el entusiasmo del pueblo? Jesús les responde diciendo que el pueblo no se encuentra solamente en la capital, sino en los lugares perdidos de la geografía galilea.
Diaconalmente y para nuestra realidad podríamos decir que Jesús nos enseña que hay que ir a las personas, sin dejarse engañar por el espejismo de la Diaconía urbana o rural bien organizada, dejar que el «Espíritu sople» en nuestros oídos y corazones, y no el partido político, los planes codificados con la cooperación externa o interna, grupos de poder al interior de la iglesia local, nos invita a rechazar la tentación de no aprovecharnos de fechas de eventos que motivan celebraciones masivas para «aprovechar» mostrar la esencia diaconal, Jesús en su perspectiva diaconal nos invita a desarrollar un Evangelismo de «servicio itinerante», lleno de sorpresas para uno y para la burocracia o estructura o jerarquía eclesial.
No es que Jesús no se sintiese entusiasmo en su misión diaconal, al contrario fue muy entusiasmado y apasionado en sus acciones diaconales. Y fue muy claro en no dejar que el entusiasmo le hiciese perder el sentido democrático, participativo, diríamos hoy, comunitario y no jerárquico del accionar diaconal y principalmente nunca «utilizo» a las personas para lograr sus fines diaconales.
En este sentido la Diaconía = Servicio debería ser una motivación para que la acción diaconal deje de ser atada, frustrada y limitada por interpretaciones manipuladoras que en el fondo y en ocasiones no muy en el fondo, su interés primario son los proyectos económicos, conveniencias de la estructura eclesial con sus financiadores, con el fin de desarrollar grandes maquinarias de «voluntarios/as» que generalmente pertenecen a grupos de poder anti diaconal al interior de la estructura eclesial que sangran fondos económicos mediante «ayudas» económicas lo cual provoca, en el mejor de los casos, que de los fondos para beneficiar a los sufridos, las verdaderas victimas del sistema que son afectadas por desastres de diversa índole, a estas únicamente lleguen migajas
La misión del diaconado y el pastorado son complementarias. Las palabras de los apóstoles cuando se organizaba en los inicios de la Iglesia no tenían como propósito marginarse de la acción diaconal, ni, por otra parte limitar la misión de los diáconos o diaconizas.
Hechos 6. 1 -7 Pero si busca un cierto orden, o mejor dicho una distribución de responsabilidades que ayudaran a mejorar la Diaconía en un movimiento que crecía.
Por más que se intente interpretar, los primeros cristianos al organizarse no tuvieron como primera intención jerarquizar su movimiento horizontal, esa intención llegara mucho después, cuando en parte por el crecimiento y por otra parte por las ansias de poder «de servirse de los demás» se van ampliando y fortaleciendo en la creciente iglesia
El Diácono Felipe bautizó al Etiope, un alto funcionario de la Reina de Etiopía. Hechos 8: 38.
Esteban uno de los primeros diáconos escogidos, hombre lleno de fe, del Espíritu Santo, de poder y bendición de Dios, hacía milagros y señales entre el pueblo. Hechos 6:8. Por supuesto que no hacia solo eso, seguramente también capacitaba, organizaba, acompañaba y servia, diaconaba, con mucha responsabilidad la administración de las «ayudas diarias» a las viudas, huérfanos, indigentes, prostitutas, inmigrantes, leprosos y otras acciones relacionadas que podemos imaginar
Esteban, fue popular por su carisma y su entrega al servicio de los demás, religioso no fanático pero sí, militante activo y fiel miembro del cuerpo del pueblo de Dios. Sin buscar provecho personal de cargos y poder religioso. Pero sí, siendo voz profética ante la injusticia de los poderosos en cualquier lugar y ante cualquier circunstancia.
«??proclamaba con gracia y poder» «??sabiduría y Espíritu??» Así, con cuatro palabras se describe la profundidad de compromiso que asumió como testigo, mártir el diacono Esteban
Había sido elegido por los apóstoles junto a otros seis, para ser diáconos, servidores, un grupo que destacaba por su Espíritu y sabiduría
La realidad de la iglesia en aquellos años fue de intensa actividad y persecución. El imperio, los gobernantes y los tradicionalistas judíos hacían la vida difícil a los cristianos de la época, en esa realidad no era nada fácil ser cristiano/a, pero tampoco había mucho espacio como para conspirar por el poder jerárquico, como ocurre después que la iglesia deja de ser perseguida.
Ser Diácono, diaconisa eran responsabilidades que demandaban que la persona tuviese conciencia y disposición de ser servidor/a, lo cual implicaba ser también testigo, situación que a su vez conducía a la gran posibilidad de morir como mártir.
Esteban, joven cristiano lleno de gracia, poder, sabiduría y Espíritu, trasmitía la gracia de Dios, poder al servicio de la comunidad, sabiduría para actuar y hablar y le inspiraba en todo eso el Espíritu de Dios. Pertenecía a una corriente denominada «helenista», estos restaban importancia al templo y las tradiciones rabínicas y colocaban en primer lugar el mensaje y la actitud liberadora. Su muerte pareció triunfo del engañador, pero después de su muerte Saulo se convirtió en el gran apóstol Pablo y se dio el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la naciente iglesia, la sangre del Diacono Esteban no se derramo en vano, fue semilla de liberación.
En la época del Nuevo Testamento encontramos vigente un sistema excluyente y marginador de allí que fue profunda la actitud de invisibilzar a las mujeres, a pesar de ello encontramos que el espacio ocupado por mujeres, el cual Jesús promovió encuentra vestigios en Febe a quien el Apóstol Pablo le adjudica el titulo masculino de Diákonos. Romanos 15.1
La Diaconía = Servicio nos convoca a ser hombres y mujeres llenos de fe que permitamos que se cultive en nuestras vidas la practica de los mas supremos principios de justicia y verdad, promotores/as y practicantes de una espiritualidad solidaria capaz de llevar a las personas a aspirar a una mejor calidad de vida y vida en abundancia. Juan 10:10.
Las realidades de exclusiones que vivimos en la sociedad salvadoreña, en algunos casos también existentes al interior de las estructuras eclesiales, solo pueden ser derrumbadas mediante el amor traducido en la diaconía solidaria de Jesús, reflejado, sobretodo encarnado en sus seguidores/as que son edificadores/as de la Iglesia del Cristo de la calle, de los descalzos/as, de esa Iglesia que trasciende estructuras jerárquicas y construye liderazgo comunitario real, no formal, empoderados/as por la población, por el pueblo, por la comunidad y no necesariamente por la estructura eclesial
Jesús tomó forma de Diácono
Dios se encarna bajo la forma de Diácono. Podría haberse encarnado de otro modo, seguro que tenia posibilidad de encarnarse de manera distinta, pero prefiere adoptar la forma de un hombre humilde y sencillo, cuya preocupación central es servir a sus semejantes y servirles lo mejor que pueda. Para Kierkegaard el que Jesús se asuma y desarrolle la Diaconía, significa que fue una persona sencilla, un hombre de los que en ocasiones se dice o se le trata como «insignificante» que no destacaba de la muchedumbre por sus vestidos delicados, ni por ningún otro privilegio terrestre, que no se distinguía de los demás humanos ni siquiera por las innumerables legiones de ángeles que había dejado atrás al hacerse humilde.
Jesús, así, expresa de un modo más claro el amor de Dios y su voluntad de servir, diaconar a la humanidad.
Dios asume la forma de Diacono por excelencia de manera real. No representa un papel como en una comedia, u obra de teatro sino que se identifica plenamente, esencialmente, con el rol y la responsabilidad de Diacono. En ese sentido ¿Qué quiere decir ser cristiano? El cristiano, la cristiana es Cristo: otro Cristo.
Intentamos ser consecuentes con el amor de Dios, tratamos que nuestra vida trasmita el amor divino por todo lo creado, lo cual no es fácil en un mundo, en sociedades y «ordenes» locales y mundiales que nos orientan hacia otros intereses y estilos de vida que no son los de Dios, sino del Adversario y sus secuaces del sistema de Mercado.
Caminamos hacia la utopía del reino, en ese caminar, parafraseando a Eduardo Galeano, caminamos dos pasos, y el horizonte se nos aleja, pero continuamos caminado, la utopía y realidad del reino nos ayuda a continuar caminando. En ese caminar experimentamos los sin sabores del sistema pecaminoso, pero también el gozo pues el reino ya esta de alguna manera presente, hasta que un día lleguemos al reino en su plenitud.
En fin, otro aspecto importante para tener en cuenta es de la filiación y mesianidad de Jesús de la cual deriva la identidad filial y mesiánica del cristiano, la cristiana. El cristiano/a es hijo/a ungido/a, ordenado/a, capacitado/a en el bautismo, allí recibe del Espíritu Santo una participación en la vida para vivir como resucitados/as, somos entonces hijos/ as de Dios y por tanto tenemos el compromiso cristiano de continuar la obra salvadora, liberadora, de Jesús de Nazareth, en la cual será el Espíritu el que dará fortaleza, sabiduría, palabra clara, convincente y motivara la acción diaconal.
De allí que el cristiano/a está llamado/a a hacer de su vida cotidiana una acción dinámica, dinamizadora de Servicio = Diaconía, en nuestras vidas diaconales el Espíritu nos proporciona claras pistas de la habilitación y el empoderamiento personal y comunitario para que desde la filiación divina nos habilitemos como Profetas y Profetizas.
El cristiano, la cristiana, estamos llamados/as a hacer de la vida cotidiana una Diaconía. Ponerse, colocarse al servicio de las necesidades de los otros/as.
Con esta comprensión fundamental de la identidad cristiana están en relación las cuatro prácticas esenciales de la vida cristiana, que es una vida de Servicio = Diaconía:
I – La meditación o reflexión del Evangelio de manera personal, pero también comunitaria una de las dos siempre necesita de la otra. Esta practica es iluminada, alimentada, saturada de paz por la espiritualidad diaconal, que es una espiritualidad de liberación personal, comunitaria, social de todo poder que quiere, pretende oprimir o que ya oprime, sea dentro o fuera de la Iglesia y esta ultima parte es necesario reflexionarla detenidamente pues el poder del mal en muchas ocasiones no actúa solamente mas allá de la Iglesia sino en muchas ocasiones actúa también y sobretodo en la estructura de la iglesia, «bien acá en la iglesia». En este sentido hay que recordar que tenemos que ver la viga que hay en nosotros antes de querer señalar y agrandar la paja que esta mas allá de la estructura de la Iglesia, si la estructura de la Iglesia quiere señalar el pecado estructural, social y económico, si realmente quiere ser Evangélica (portadora de Buenas Nuevas) y Profética debe, esta obligada a revisarse, examinarse primero a su interior, para que sea sanada, y así este capacitada para contribuir en la sanación del mundo (Lucas 6. 42) Pues ¿Cómo puede un ciego guiar a otro ciego?
Reflexionar el Evangelio de manera personal, en la comunidad de fe analizando la realidad interior personal, de la comunidad de fe para poder realmente iluminar la vida personal, la comunidad y así iluminar la sociedad.
II- Hacer que la fe, sea acción diaconal. Los cantos, la alabanza, el culto dominical o entre semana son lugar, espacio para fortalecer la fe y que esta a su vez fortalezca la acción diaconal. Renovación litúrgica, en la homiletica, que el espíritu vibre en los corazones y mentes de quienes participen en la fiesta de liberación.
III- La Palabra y la Eucaristía se vuelven centro y germen de fuerza, orientación y liberación.
IV- Finalmente es necesario decir que Jesús es, sin la menor duda, piedra angular del cristianismo.
No hay identidad cristiana sin una referencia explícita a Jesús, que es lo que verdaderamente define el ser cristiano/a.
Nuestro tiempo ha conocido una larga reflexión en torno al ser cristiano. La teología, la pastoral y la sociología han contribuido en esto. Con ello los rasgos característicos y diferenciales de lo cristiano han sido destacados. Y, también, se ha aclarado esto: que no es lo mismo ser cristiano que religioso o si se quiere: que no es lo mismo fe que religión.
Alguien puede ser religioso, muy religioso, sin tener nada de cristiano
No conviene confundir lo cristiano con lo religioso tanto a nivel de pensamiento como de praxis.
En países en que la mayoría o casi la totalidad de personas están bautizadas y se llaman cristianos, la confusión es frecuente y es que por ejemplo, en El Salvador que se habla de porcentajes de cristianos Evangélicos o Católicos y bajos porcentajes de no creyentes se vuelven escandalosos los niveles de injusticia social y económica, las personas que mueren cada día. En esta línea de pensamiento se vuelve tema importante también el daño al medio ambiente, las grandes cantidades de basura que dañan el medio ambiente por el mal manejo que de ella se hace, la actitud de pobres y ricos al contaminar los ríos, lagos y el mar, la manera de manejar la basura o desechos en hogares, fabricas, empresas, centro de estudio e iglesias, en muchas ocasiones contrasta grandemente la practica del cuidado del medio ambiente con los discursos, sermones, reflexiones. De allí que la coherencia entre discurso y práctica se vuelve un aspecto de gran importancia en la acción diaconal en todos los aspectos en los que se desarrolla la vida cristiana con contextura diaconal.
¿Diaconía para que?
Es una pregunta que iremos respondiendo de manera colectiva en el transcurso de estos encuentros, pero podemos adelantar algunas consideraciones. La Diaconía transforma personas y estas ya transformadas tienen toda la posibilidad de transformar situaciones económicas, sociales, eclesiales es un equivoco enorme tratar de invertir esta situación. Por ser una acción de Jesús mediante nosotros/as, la transformación es en busca de fortalecer todo acción y palabra que promueva, fortalezca los valores cristianos. Personas transformadas que transforman su entorno, haciéndolo agradable a Dios y su creación.
Los cristianos/as de El Salvador enfrentamos el enorme reto de ser coherentes en todos los planos de nuestra vida. Diáconos y diaconisas de tiempo completo, con alto contenido de ética cristiana.
*Tema facilitado en el Primer Encuentro del Seminario Taller en Diaconía 2007
* Instituto Ecuménico Diaconal Esteban. Colaborador de la Iglesia Cristiana Luterana de Honduras