En su discruso en la plaza del Obradoiro compostelana ha pedido a Europa que no arrincone a Dios y salga «sin miedo» a su encuentro
El Papa ha llegado a las 21.07 horas al aeropuerto de El Prat de Barcelona, donde mañana tiene previsto dedicar una misa de consagración de la Sagrada Família, y ha sido recibido por las principales autoridades catalanas, con el presidente de la Generalitat, José Montilla, al frente.
Montilla, el vicepresidente del Govern, Josep Lluís Carod-Rovira, el delegado del Gobierno, Joan Rangel, y los alcaldes de Barcelona y de El Prat de Llobregat, Jordi Hereu y Lluis Tejedor, respectivamente, así como el obispo de Sant Feliu, Agustí Cortés, han dado la bienvenida al Pontífice.
Benedicto XVI, que ha llegado en el vuelo Airbus de Iberia procedente de Santiago de Compostela, ha bajado del avión acompañado por el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone y por el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez-Sistach, y posteriormente se dirigirá con su séquito en vehículo cerrado al Arzobispado de Barcelona, donde pernoctará.
Tragedia para Europa
Antes de llegar a la capital catalana, durante su estancia en Santiago de Compostela, el Papa ha dicho que es una «tragedia» que en Europa exista la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad, ha denunciado que se pretenda arrinconar a Dios al ámbito de lo privado y a la penumbra y ha exhortó a salir a su encuentro «sin miedo».
El Pontífice ha hecho estas manifestaciones ante unas 7.000 personas que han asistido en la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela a la misa que ha celebrado con motivo de su peregrinación a la tumba del Apóstol Santiago, en este Año Santo Jacobeo.
Santiago ha sido la primera etapa de este viaje a España del Papa. En la misma línea que su antecesor Juan Pablo II, cuando visitó la ciudad compostelana en 1982 y pronunció un discurso de marcado carácter europeísta, Benedicto XVI ha dicho durante la misa que el Camino de Santiago, punto de referencia de la tradición cristiana de Europa, forjó la identidad de Europa y se ha preguntado sobre las actuales necesidades, temores y esperanzas del viejo continente.
«Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad», se ha quejado el Obispo de Roma.
Cimiento y cúspide la libertad
El Papa ha afirmado que Dios es «cimiento y cúspide de nuestra libertad, no su oponente». En este punto, ha denunciado que la sociedad moderna intenta arrinconar a Dios a la esfera privada. «Los hombres no podemos vivir a oscuras, sin ver la luz del sol. Y, entonces, ¿cómo es posible que se le niegue a Dios el derecho de proponer esa luz que disipa toda tiniebla?», se ha preguntado.
Benedicto XVI ha subrayado entonces la necesidad de que Dios «vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa». El viejo continente, ha afirmado, «ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa».
El Papa alemán ha advertido también de las amenazas a la dignidad del hombre y ha condenado el aborto y la eutanasia. Y ha afirmado que la Europa de la ciencia y de las tecnologías, de la civilización y de la cultura ha de abrirse «a la trascendencia y a la fraternidad con otros continentes».
A la misa han asistido el heredero de la Corona española, el príncipe Felipe, y su esposa la princesa Letizia; el ministro español de Fomento, José Blanco; el presidente del Gobierno de Galicia, Alberto Núñez Feijóo; el líder del PP, Mariano Rajoy, y el embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez.
Hacia las siete de la tarde, Benedicto XVI ha emprendido el camino hacia el aeropuerto de Lavacolla, desde donde ha volado a Barcelona.
La Segunda República
Previamente, tras su carga contra el laicismo del Gobierno, que vinculó con el de la Segunda República, en el avión que le traía de Roma y el llamamiento a la reevangelización de España y Europa en el aeropuerto, Benedicto XVI ha realizado el tradicional paseíllo en papamóvil por la ciudad de Santiago. En su tercera declaración durante el discurso pronunciado en la catedral, tras bendecirla y bajar a la cripta, abrazar al Apóstol y ver en funcionamiento el botafumeiro, ha animado a los católicos a tener una mayor presencia en la vida pública y a continuar con las instituciones y obras que están jugando un importante papel frente a la crisis económica.
«Exhorto desde aquí –ha subrayado el Papa– a los fieles de la Iglesia en España a confesar la fe con alegría, coherencia y sencillez, en casa, en el trabajo y en el compromiso ciudadano», ha proclamado el Papa ante los obispos y fieles que abarrotaban el templo. De paso ha puesto de relieve que hay instituciones de la Iglesia, en clara refencia a Cáritas y Manos Unidas, cuyas obras «benefician a toda la sociedad y cuya eficacia se ha puesto de manifiesto de modo especial en la actual crisis económica». El tema de la crisis y sus efectos ha sido precisamente el abordado con Alfredo Pérez Rubalcaba en el aeropuerto, según fuentes próximas al vicepresidente primero.
Protesta contra la visita
Un centenar de personas, siguiendo la convocatoria de la plataforma Eu non te espero, se han concentrado esta mañana en la plaza de Galicia para protestar por la visita del Papa a Santiago de Compostela por el significado de este viaje papal, por el gasto que significa y por la recepción que se brinda a Benedicto XVI, al que han denunciado ante los tribunales por pederastia y crímenes contra la humanidad.
La concentración ha estado en todo momento fuertemente controlada por la Policía para que no se desplazase por ningún sitio de la ciudad. Los manifestantes han coreado consignas contra el Papa y han portado pancartas con lemas como Vimos a apostatar, As monxiñas tamén durmen xuntiñas, o Galiza laica. Después de disuelta la manifestación, la Policía no ha permitido que ninguno de los participantes tuviera acceso al casco histórico, donde se encuentra la Praza del Obradoiro y la Catedral, centro de la visita papal.