Menos misas y más información de las desviaciones heterodoxas de los purpurados. Es un consejo de las bases católicas al Papa, después de que rehabilitara al excomulgado obispo Richard Williamson, quien había negado el Holocausto. Menos mal que Dios no estaba informado, porque, de ser conocedor de la rectificación papal y no evitar que se perpetrara el error, ahora se vería mezclado en el escándalo.
Se conocería al Papa como Benedicto XVI, el Hereje, más o menos como el de Peñíscola. ¿Y cómo ha justificado que en enero dijera una cosa y en febrero, todo lo contrario? Que no lo sabía, que ignoraba que Williamson y los tres lefebvrianos con los que comparte ideario son unos judeófobos de mucho cuidado. Lo dicho: menos misas y más información sobre la plana mayor de la Iglesia. ¿O es que L’Osservatore Romano aparece censurado?
Información veraz y al día, cuidando mucho de no caer en los extremos de intervencionismo a que se había llegado en tiempos de la Inquisición, que de santa no tuvo nada. Al pobre Galileo Galilei le hicieron abjurar del principio de que son los planetas los que giran en torno al Sol, y no la Tierra, como preten- dían los fiscales del tribunal de los inquisidores. Unas clases sobre lo que ocurre en el mundo le pondrían al día de la historia reciente y, si parte de la culpa fuera del diario vaticano, lo mejor será que en su lugar se paguen unas cuantas suscripciones a La Repubblica, que es muy buen diario, y todo esto saldrá ganando el clero dirigente que mantuvo un discreto progresismo en tiempos de Juan XXIII.
Me pregunto si no debe de ser pecado la ignorancia papal de la actualidad. Supongo que es Dios el confesor de los papas, y que la visita a Auschwitz es la penitencia lógica.