Lo hemos visto:
Yo Magdalena, en el jardinero que me consolaba
Nosotros en el camino de Emaús, en el extranjero que nos explicaba las Escrituras
y nos recibió en su casa y nos sirvió la cena.
Todos nosotros, reunidos en su nombre tras puertas cerradas,
presos de miedo; era cuando nos recordamos de sus palabras: “Donde dos o tres
estén reunidos en mi Nombre, ahí estoy en medio de ellos”
Y luego, cuando llegamos a la orilla, agobiados, hambrientos y desilusionados
a causa de la pesca tan escasa, le encontramos en el hombre que tenía ya listo la comida.
Igual seguidamente, cada vez cuando nos reunimos con muchos hermanas y hermanos para el ágape y compartimos el pan con los necesitados, lo sentimos entre nosotros, como en aquella cena de despedida, el día antes de su ejecución
por parte de aquellos que no aguantaban la luz, la verdad, la verdad que nos hace
libres y concientes de nuestra dignidad de hijos de Dios.
Así sigue viviendo en todos, quienes, en el mismo Espíritu como él, aman de veras.
Pues, “el trato que han dado a un@ de mis herman@s tan humildes que sea,
a mi lo hicieron”