El encuentro anual de la asociación Partenia en París me alegra. Sigue ahí esa voluntad de reencontrarse con la vida y dejarla brotar, y de tomar las distancias con todo lo que sea encuadre y estructura. El futuro no está decidido. Las cosas importantes van sucediendo con el paso del tiempo. Parece haber llegado el momento de reunir todos los archivos que existen sobre Partenia en un lugar determinado, para conservar la memoria. Si se niega el pasado, nos privamos de futuro. La nueva generación ya no sabe lo que ocurrió en enero de 1995. ¿Acaso no es eso normal? Lo que interesa hoy es la manera de vivir y de comprometerse de los que se identifican con Partenia.
Yo recordaba los 4 puntos de referencia que evocaba recientemente Pedro Casaldáliga, obispo profético de Brasil, para el futuro de la humanidad: los derechos humanos fundamentales, la ecología, el diálogo intercultural e interreligioso, la convivencia.
No estamos hechos para la supervivencia de Partenia. ¿Tal vez tengamos que aceptar su desaparición para que pueda renacer? ¿No es necesario que desaparezca para que pueda haber una transmisión?
Desde hoy estamos llamados a renacer.