EL FUNDADOR Y SUPERIOR DE LOS LEGIONARIOS DE CRISTO MACIEL, «DE LOS MAYORES FRAUDES DE LA IGLESIA»

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Religión Digital

Se cumplen diez años de que Jason Berry y Gerarld Renner publicaron en el Hartford Courant el primer reportaje sobre los abusos del fundador y superior de los Legionarios de Cristo; un trabajo que marcaría el derrumbe de un mito.

A finales de 1993, el periodista Jason Berry recibió una llamada de Arturo Jurado, ex Legionario de Cristo que vivía en California. Le habló de hechos muy graves cometidos por el fundador y jerarca de la orden, el padre Marcial Maciel. Apenas el año anterior, Berry había publicado su libro Lead Us Not Into Temptation, una investigación sobre la pederastia en la Iglesia católica estadunidense. Berry le ofreció a Jurado que leería lo que le enviara, pero no le garantizó publicarlo. El tema lo había dejado agotado y furioso.

Cronista de la vida cultural de Nueva Orleans, Berry se ocupaba entonces de documentar los funerales de jazz en esa ciudad, cuando en 1995 otra llamada lo convenció por fin. Era José Barba, el profesor universitario que encabezaría una implacable batalla denunciando los abusos de Maciel. Berry recibió las denuncias notariales de nueve víctimas de Maciel y buscó, sin suerte, un medio que se interesara en el asunto. Dos años más tarde, Gerarl Renner, periodista especializado en temas religiosos que ya había publicado un par de artículos sobre los Legionarios de Cristo en Estados Unidos, se puso en contacto con él. Su periódico, el Hartford Courant, publicaría la historia el 23 de febrero de 1997. Nueve años después, Maciel sería inhabilitado por el Vaticano. Lo entrevista Marisa Iglesias en La Opinión.

Aquel artículo cambió el curso del caso Maciel. Ustedes dislocaron su biografía.

Creo que tenemos la responsabilidad, como seres morales, de exigir la verdad a los poderosos. Los griegos tenían razón: carácter es destino. Maciel fue un depredador sexual que habría ido a la cárcel de haber sido procesado penalmente. Pero México, como la mayor parte del mundo, se tardó en tomar conciencia del daño que causan los pederastas. Los latinoamericanos parecen menos capaces de comprender las personalidades duales, las conductas patológicas tras fachadas prominentes.

¿Imaginaste hace diez años que los acontecimientos tomarían este curso?

Luego de las primeras entrevistas, y de la negativa de Maciel a hablar con nosotros, a Renner y a mí nos pareció que la evidencia era avasalladora. Creí que nuestro reportaje de 1997 tendría un efecto mayúsculo en Roma y que Maciel sería cesado. Subestimé lo profundo de la negación de la crisis por parte del papa Juan Pablo II y la astucia con que Maciel lo manipulaba. Cuando el cardenal Ratzinger ordenó la investigación pensé que Maciel sería castigado, aunque no sabía de qué forma. Y aunque la decisión final fue mucho menos dura de lo que debió ser, al menos se logró deponerlo.

¿Es la derrota del padre Maciel?

Sí, pero no es una victoria completa para los mexicanos que lo vencieron en los tribunales eclesiásticos: El Vaticano no reconoció su valentía. Aun así, Maciel cayó en desgracia y fue humillado. Y conforme los investigadores y periodistas desentierren más información, pasará a la historia como uno de los mayores fraudes en la historia de la religión.

¿Crees que haber abierto el caso Maciel sirvió para detonar otras historias de corrupción sexual en la Iglesia católica, como las de Estados Unidos en 2002?

No. La investigación de The Boston Globe de 2002 se enfocó exclusivamente en los actos del cardenal Bernard Law en Boston. Maciel no fue un asunto de interés para la prensa estadunidense o europea, sino hasta que Ratzinger fue elegido Papa en 2005.

¿Qué tanto se ocuparon los medios estadunidenses del caso cuando el Vaticano reabrió la investigación de Maciel?

Los periódicos estadunidenses cubrieron sustancialmente la decisión del Vaticano de degradar a Maciel. En cambio, los noticieros de televisión no le dieron mucho espacio. El Vaticano emitió un comunicado, no una conferencia de prensa. Su intención de manejar discretamente la información fue evidente, puesto que era una vergüenza para el legado de Juan Pablo II. Los medios estadunidenses trataron el anuncio como un asunto externo: una decisión tomada en Roma sobre un dirigente religioso mexicano. Si el Vaticano hubiera condenado a la Legión o al Regnum Christi, la cobertura sí se hubiera enfocado en sus escuelas en Estados Unidos.

Has declarado que los medios tardaron mucho en ocuparse de los abusos sexuales en la Iglesia. ¿Qué tanto han cambiado en los últimos diez años?

Ha habido un cambio sísmico. Hacia finales de los noventa, el encubrimiento de la Iglesia a casos de abuso sexual no era un asunto relevante. Pero la cobertura del caso Boston, en enero de 2002, desató una reacción en cadena que ejerció presión en el Vaticano. De entonces a la fecha, el tema se ha enfriado considerablemente en los medios, al menos en Estados Unidos. Pero ésa es la naturaleza de los ciclos informativos. Y salvo la guerra, la política, las celebridades y los deportes, ningún tema mantiene el interés de la prensa tanto tiempo. Sin embargo, no creo que un caso relevante de encubrimiento por parte de un obispo o cardenal fuera ignorado por los medios a estas alturas.

¿Cuántos padres Maciel habrá todavía en la Iglesia católica de Estados Unidos?

No existe en la Iglesia estadunidense una figura de la talla o el poderío de Maciel con tantas víctimas sobrevivientes. Los estatutos de los obispos norteamericanos de 2002 establecen una inmediata remoción de aquellos sacerdotes a quienes se les haya probado una sola acusación. Y aunque los estatutos no siempre funcionan, muchos sacerdotes han sido depuestos. Los obispos mexicanos necesitan un reglamento similar. También el Vaticano. De acuerdo con un estudio de la John Jay College of Criminal Justice de Nueva York, pagado por obispos, la cifra de sacerdotes depredadores en Estados Unidos es de 4 por ciento. Decenas de agresores han sido removidos, han muerto o, en menor escala, han sido encarcelados.

¿Y en Latinoamérica?

En general, no hay suficiente información sobre cómo la Iglesia ha encubierto estos escándalos. Cuando el abogado Jeffrey Anderson fue expulsado de la Ciudad de México, luego de dar una conferencia de prensa sobre el presunto encubrimiento del cardenal Norberto Rivera al padre Nicolás Aguilar, quien tras abusar de más de 90 niños fue enviado a la diócesis de Los Ángeles, donde violentó a muchos más, para luego ser aceptado de vuelta en la Iglesia mexicana, me di cuenta de que la administración Fox estaba ayudando al cardenal en su encubrimiento. No sé si los contraataques a abogados sean tan descarados en otros países de América Latina, pero diría que, con demasiada frecuencia, la Iglesia se coloca por encima de la ley.

¿Qué tan importante ha sido Marcial Maciel en tu vida profesional?

Si José Barba no hubiera sido tan persuasivo en aquella llamada telefónica de 1995, dudo que yo hubiera continuado con esa investigación. A pesar de haber conocido a todos estos personajes impresionantes en México, el país en donde nació mi bisabuela y en donde tengo hoy primos queridísimos, no podría decir que investigar a Maciel me haya hecho feliz. Pero me alegra que Gerald Renner y yo hayamos podido hacer lo que hicimos. Martin Luther King decía: ?La verdadera paz es la presencia de la justicia.?? Y yo sigo en busca de esa paz.