El camino del padre general -- Luís De Sebastián

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El Periódico

Desde luego el camino del nuevo padre general de los Jesuitas, Adolfo Nicolás, no va a ser el mismo del padre Juan Antonio Martínez Camino, secretario de la militante Conferencia Episcopal Española. Lejos de ello. El padre general, también llamado sin razón el Papa negro, es un profeso de cuatro votos (los tres tradicionales más el de obediencia al Papa en lo tocante a las misiones), lo que le hace parte de la élite de la élite de la Iglesia Católica.

Porque no todos los jesuitas son profesos de cuatro votos. Un profeso, al hacer los últimos votos, tiene que prometer solemnemente que no buscará «prelacías» ni cargo eclesiástico alguno. Ni falta que le hacen al bueno del padre Nicolás. Formado en el crisol científico de la Universidad Gregoriana de Roma, curtido en el cotidiano concurso con los no católicos, conmovido por la pobreza de las Filipinas, es probablemente el jefe que los jesuitas necesitan para seguir trabajando con ciencia y conciencia por la fe y la justicia como les enseñó el padre Arrupe.

El exjesuita padre Martínez Camino –exjesuita, digo, porque tuvo que dejar la orden para acceder a la dignidad del episcopado– ha tomado el camino de los honores eclesiásticos que san Ignacio no quería para sus hijos. No es el primer nombrado obispo, arzobispo o cardenal. Pero estos son casos excepcionales que la Compañía tolera, pero ni los promueve ni, en el fondo, le gustan. No sé si Martínez Camino será profeso de cuatro votos, aunque por las paridas que dice sobre el laicismo y la democracia me parece que no debe de serlo. Los jesuitas, por lo menos los de España, se quitan un peso de encima, aunque les puede dar guerra la auxiliaría de la diócesis de Madrid. Pero, en conjunto, con el padre Nicolás y sin el padre Camino los jesuitas salen ganando.