Simplemente podríamos resumir las relaciones humanas en el arte de hablar oportunamente con palabras certeras y en el momento oportuno. Pero los humanos somos tan complicados que hacemos, hasta en lo más sencillo, grandes barreras de comunicación. Por ello, tenemos necesidad de analizar y caminar con pasos adecuados en las relaciones interpersonales, en los momentos difíciles y en los más sencillos de nuestra existencia.. Hablar y Callar es un arte que cuesta aprender y mucho más difícil es usarlo correctamente en cada momento de nuestra vida.
Nuestras palabras nos comprometen de tal manera que somos responsables de su uso y de sus consecuencias. A través del tiempo, la experiencia ha puesto nombres a actitudes hijas de nuestras palabras. Así decimos que hablar ante una injusticia es valentía y hablar para rectificar es un deber. Hablar restituyendo fama, es honradez y callar a tiempo es prudencia. Callar miserias humanas y hablar para ayudar a otros es caridad.; hablar de sí mismo es vanidad y callar de sí mismo es humildad. Hablar con sinceridad, es rectitud, callar las propias penas es sacrificio, y virtud callar palabras inútiles.
Fácil puede ser decirlo e incluso comprenderlo y muy difícil vivirlo. Hablar disipando falsedades, es obligación de conciencia y, callar para defender, es nobleza; hablar de defectos ajenos es difamar. Hablar aclarando chismes es estupidez y callar debiendo hablar, es cobardía. Hablar, debiendo callar, es una necedad y hablar por hablar es una tontería. Callar a tiempo, es de sabio. El silencio favorece la reflexión y casi siempre lleva a la oración. Fruto de la oración sincera y humilde es la fe y la fe engendra el amor. Fruto de la humildad y el amor, es el servicio y el servicio conduce a la PAZ. La Paz es el resultado de la buena utilización de nuestras propias palabras.