Cuenta Jordi Casabella en El Periódico que el abad de Montserrat, Josep Maria Soler, reivindicó ayer su derecho a disentir de los obispos recordando que «no toda la palabra que es magisterio de la Iglesia tiene el mismo valor» y que, en lo fundamental, la comunidad benedictina a la que representa guarda fidelidad a la comunión con el episcopado, especialmente a la que mantiene con los prelados catalanes, pero que en la Iglesia católica «hay cosas opinables sobre las que hay más libertad». Las discrepancias, añadió después, no le han impedido preservar una relación personal de afecto con los obispos catalanes.
Soler, que realizó esas manifestaciones en el coloquio que siguió a una conferencia pronunciada en el Círculo Ecuestre de Barcelona, se ha alzado en los últimos tiempos como una de las pocas voces discordantes con las tomas de posición política de la Conferencia Episcopal Española, frente a las que los obispos catalanes que no las comparten se muestran extremadamente cautos cuando no guardan silencio.
TOMAS DE POSICI?N
En esta línea, Soler ha defendido públicamente que no es cierto que la Iglesia española haya sufrido persecución por parte del Gobierno socialista, ha llegado a pedir a la jerarquía episcopal que no aliente la confrontación e incluso llegó a calificar de «aceptable» el texto del nuevo Estatut al que la Conferencia Episcopal Tarraconense puso objeciones.
En lo que sí está de acuerdo con los obispos es en mostrar su rechazo hacia las iniciativas que tratan de recuperar la memoria histórica. Ayer, rememorando al político e historiador Josep Benet, fallecido recientemente, defendió que «la memoria histórica hay que dejarla para los historiadores y mirar el presente y el futuro con el espíritu de la transición», un periodo del que evocó la imagen del Rey en las Cortes, junto a «la Pasionaria y Manuel Fraga, dispuestos a construir el futuro». «Entonces se pusieron unas bases que ahora corremos el riesgo de perder y de salir todos perdiendo», agregó.
Preguntado por las acciones que lleva a cabo el monasterio para mantener una posición de liderazgo en el ámbito religioso catalán, el abad mantuvo que ya no es «el momento de hacer labores de suplencia», aunque «hay quien cree que se tendrían que hacer más cosas». Y a continuación reconoció que también los hay que consideran que hacen demasiado y tendrían que ser «más monjes de clausura».
Soler se mostró esperanzado ante la receptividad social del mensaje del humanismo cristiano que pregona Montserrat porque es de la opinión de que la sociedad española actual, y la catalana en particular, se muestra muy secularizada, «pero las personas, no». «Hay una búsqueda de planteamientos que en el fondo son religiosos», aseguró.