¿Dónde y cómo nació Jesús? -- Antoni Ferret

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Me hubiera gustado mucho que, en el artículo «Pero?? ¿dónde y cuándo nació Jesús? del día 25, se hubiera hecho un mayor esfuerzo en favor de la verdad histórica. Sin embargo, hay que reconocer que el autor hizo mucho en este sentido, y se lo agradezco de verdad.
Por mi parte, el ¿cuándo…? no me preocupa, y estoy seguro de que a casi nadie de las personas corrientes les preocupa. Que naciera seis años antes o seis después nos da igual.

En cambio, un servidor, en nombre del sentir de muchísimas personas normales, y con datos oficiales y no oficiales, me atrevo a decir:
1) Jesús no nació en Belén, sino en Nazaret. Y no lo hizo en ningún establo, sino en una casa corriente.
No hubo ni ángeles, ni pastores ni reyes. Sin embargo, aconsejo que esos tres elementos se sigan simulando como entes simbólicos, siempre que todo el mundo sea debidamente informado de que son tan solo simbólicos.
No hubo, afortunadamente, ninguna matanza de niños. Ni, asimismo, ninguna fuga a Egipto.
2) No hubo ninguna intervención divina directa en el nacimiento de Jesús, sino la relación natural entre José y María.

3) Ambos mitos no verídicos (nacimiento milagroso y nacimiento en Belén), al parecer, se divulgaron tan sólo con objeto de apoyar otro mito, también falso, a saber: la apropiación, por parte de los primeros cristianos de Jerusalén, del título de Mesías para Jesús. Bien entendido: no por parte de Jesús, sino por parte de sus seguidores, aun cuando dos evangelistas pongan en sus labios alguna frase en este sentido. Mito superabsurdo, por cuanto la tradición bíblica entendía al Mesías como un caudillo político (y si era necesario, militar) para echar a los invasores extranjeros. Algo inidentificable con Jesús. Título que sólo podía ser, y sólo puede ser, judío.
No creería conveniente que tales actitudes se disimulen con el manto de «género literario de los evangelios de la infancia», ni «afirmación teológica en la modalidad de un relato histórico».

Sabemos que tales géneros y usos teológicos existen a menudo en textos de la Biblia. Pero en este caso creo que se trata de algo mucho más prosaico.
He aquí tres mitos que no debemos en modo alguno fomentar, ni siquiera con el silencio. Porque no hacen ningún bien, y sí, en cambio, mucho mal.

Con muchísimas disculpas… si son necesarias.
Antoni Ferret