Domingo 3 de enero de 2010: Epifanía del Señor

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Koinonía

Lecturas:
Is 60, 1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti
Salmo 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
Ef 3, 2-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos
Mt 2, 1-12: Los «Reyes Magos».
La primera lectura, tomada del profeta Isaías es un oráculo de consuelo para Jerusalén, la ciudad tantas veces asediada, tomada y destruida.

Aquí, y en otros lugares del mismo libro, aparece representada como una mujer, madre y esposa, a quien se anuncia el regreso de sus hijos dispersos, el homenaje de los pueblos extranjeros. La imagen de las tinieblas sobre el mundo que son barridas por el sol divino, por la luz de una nueva aurora, es una imagen recurrente a todo lo largo de la Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Una imagen, por otra parte, presente en la mayoría de las religiones y de las culturas antiguas y modernas. Luz de la verdad y la justicia, de la bondad y la misericordia divinas que se compadecen de nuestros males. La luz que caracteriza la fiesta de la «Epi-fanía» (= manifestación) que estamos celebrando.

En la lectura tomada de la carta a los Efesios también se habla de Epifanía, de manifestación y revelación de cosas ocultas. No para desconcertarnos o sumirnos en el temor, sino todo lo contrario: para llenarnos de alegría al conocer el plan misterioso de Dios. «Que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio». Es el fin ideal de todo particularismo y discriminación, de toda exclusión o segregación. «Gentiles» somos todos los pueblos de la tierra que no estamos étnicamente vinculados con el judaísmo. Ellos, los judíos, se consideraban el único pueblo elegido. Ahora comparten su elección con la humanidad entera, «en Jesucristo», «por el Evangelio».

Ahora ven, admirados, cómo los pueblos vienen a Jerusalén, representados en los magos de Oriente, y se postran ante Jesús ofreciéndole sus pobres dones materiales, para recibir, en cambio, el abrazo amoroso de Dios. Dijimos que es el fin «ideal» de todo particularismo porque eso hay que convertirlo en realidad, sabiendo que como Dios no hace acepción de personas, tampoco nosotros podemos hacerlas. Que hemos de convertir en realidad aquello de que «todo hombre, todo ser humano, es mi hermano». Que no existe razón alguna para despreciar a nadie, ni por su raza, ni por su lengua, ni por su religión, ni por su particular cultura, ni por su condición social, ni por ninguna razón.

San Pablo está en lo cierto al decir que se le reveló un misterio «que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos», pues hasta ahora seguimos pensando que hay muchas razones para considerarnos distintos, superiores, «elegidos por Dios, depositarios únicos de la salvación», mejores que los demás. El misterio de que habla San Pablo es precisamente ese: que Dios nos considera a todos iguales, y nos ama en consecuencia, a todos por igual, con particular predilección por los que nosotros nos empeñamos en excluir.

Es necesario hacer un acercamiento histórico de cómo pudo haber sido el acontecimiento que nos evoca el evangelio, o por qué quedó guardado en la memoria del naciente cristianismo. Herodes el Grande reinó en Judea a partir del año 40 antes de nuestra era. Su gobierno fue auspiciado por el Senado Romano. Herodes, de origen extranjero, nació en Edom, uno de los enemigos tradicionales de Israel. La lucha por mantenerse en el poder a costa de lo que fuera, fue una de sus banderas. Hasta el punto que en su vejez se negó constantemente a abandonar el trono, no teniendo escrúpulo alguno en asesinar a alguno de sus hijos por temor a ser traicionado.

Su ejército dejó una marca de violencia y de sangre imposible de borrar de las memoria judía. Toda esta espiral de violencia se acrecentó más al saberse de la existencia de un legítimo sucesor de David que podría reclamar para sí el trono. El relato del capítulo 2 de Mateo, es como un eco y una transposición de esta situación conflictiva. El gran rey, del que todavía se guarda vivo recuerdo a finales del siglo I de nuestra era, se convertía en el adversario del verdadero rey; él era el faraón perseguidor del nuevo Moisés y por tanto el símbolo de los poderosos de este mundo.

Respecto a los «Magos» es importante precisar que para la Biblia, la astrología no tiene buena fama: véase Dn 1,20; 2,2.10 o Hch 8,9 y 13,8. Es sobresaliente la forma parca en la que Mateo los presenta: incluso su país de origen queda en la oscuridad. Para un judío, el ?Oriente?? designa todo lo que está más allá del Jordán.

Los Magos, alertados por el ?surgir de un astro??, vienen a postrarse ante Jesús. La Astrología se postra: en una época en que las creencias astrales estaban extendidas, era necesario que el evangelista subrayase la supremacía del Señor sobre los elementos del mundo. Otra finalidad de tipo polémico y muy importante existe también en el relato: Herodes y Jerusalén no reconocen al Mesías y le ponen una trampa; por el contrario, los Magos extranjeros, símbolo de las naciones paganas son los primeros que vienen a adorar al Salvador. ?ste es uno de los temas más trabajados por esa comunidad evangélica de Mateo. Para ella queda claro, que el Dios que se nos revela en la persona del Señor Jesucristo, no le pertenece a ningún pueblo, a ninguna raza, a ninguna nación, y tampoco a ninguna religión. Dios es para todos y, todos los pueblos están llamados a congregarse en torno a él.

La fiesta de la Epifanía es una ocasión privilegiada para abordar ante el pueblo de Dios el tema del diálogo de religiones, y la reformulación del cristianismo y de su teología a la luz de planteamientos que tengan en cuenta esa pluralidad de religiones. No sería muy evangelizador quedarse encerrados en ese «mito» de los reyes magos, y pensar que fue en ese gesto legendario «como Dios se reveló a los gentiles»… Incluso, la homilía podría muy bien prescindir por una vez del acostumbrado comentario exegético de los textos, y ofrecer una lección teológica expositiva general sobre el estado de la cuestión. Puntos interesantes para un desarrollo de la misma podrían ser:

-los tres esquemas teológicos actuales de comprensión del problema: exclusivismo, inclusivismo y pluralismo;

-una pequeña visión histórica del pensamiento exclusivista cristiano («extra ecclesiam nulla salus», axioma del que Congar dijo: «un axioma falsamente claro»)…

-el valor salvífico de las religiones no cristianas;

-el pluralismo de religiones en la historia: ¿un pluralismo de hecho o de derecho?, ¿rechazado, tolerado o incluso querido por Dios?;

-si la pluralidad religiosa es querida por Dios, parece lógico que no debiera ser combatida intentando reducirla a la unidad por medio de la misión proselitista; ¿qué nuevo sentido podría tener la «misión» misionera, si ya no debe ir a «convertir a los infieles»?;

-la llamada «plenitud de la revelación cristiana», ¿es una plenitud cuantitativa o cualitativa? (Dupuis);

-el «privilegio» de ser pueblo «elegido»: ¿cuál es su sentido?, ¿ha habido realmente elegidos?;

-¿hay una religión que es la única verdadera?, ¿en qué sentido?

-todas las religiones son «verdaderas»: ¿en qué sentido?;

-el «proselitismo» es pecado: ¿en qué sentido?;

-sentido actual (y sentidos caducados) de la Misión evangelizadora, etc.

Sugerencia pastoral: ¿Por qué no preparar el tema y convocar en la comunidad cristiana un breve cursillo de actualización sobre «Cristianismo, pluralismo religioso y ecumenismo»? La fecha próxima del 25 de enero, con su «semana de oración por la unidad de los cristianos», puede ser una ocasión inmejorable. Es un tema que, sin duda, acogerán con interés los catequistas y agentes de pastoral de la comunidad cristiana; impartirlo será la ocasión para renovar, de paso, muchos conceptos teológicos, y la toda la comunidad cristiana se beneficiará de esta iniciativa de «formación permanente».

Como material de apoyo sugerimos el ya indicado «Teología del pluralismo religioso. Curso sistemático de teología popular», de J.M. VIGIL, disponible en: http://cursotpr.adg-n.es/?page_id=3 Véase también: «La elección de Israel», de Ariel Finguerman, y «Teología de las religiones», de Faustino Teixeira; todos ellos en la «colección Tiempo Axial», http://latinoamericana.org/tiempoaxial

El evangelio de hoy no es dramatizado en la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, pero puede utilizarse el episodio 135, «Fiesta con los pastores». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí. Puede ser escuchado aquí:. En la página www.untaljesus.net puede buscarse algún otro que también resulte adecuado.

La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, tiene un capítulo, el sexto, que se titula «¿Ángeles, reyes y estrellas?», que puede ser útil para suscitar un diálogo-debate sobre el tema. Su guión y su audio puede recogerse en http://www.emisoraslatinas.net/entrevista.php?id=100006 Hay varios otros de temas relacionados.

Para la revisión de vida
El tema del pluralismo religioso, el encuentro de las religiones del mundo, el diálogo religioso… es un tema afortunadamente «de moda», el tema del futuro, que durante un buen tiempo va a ser el tema religioso del nuevo siglo… ¿Lo conozco? ¿Hago algo por estudiarlo? Me doy cuenta de que no es un tema sólo «teológico», sino que tiene consecuencias «teologales», que afecta directamente a la imagen que yo pueda tener de Dios, y por eso mismo a mis relaciones con él, de las que dicha imagen es la mediación inevitable? ¿Qué voy a hacer? Propósito: comprar un buen libro sobre el tema.

Para la reunión de grupo
– «Revelándose a los magos de Oriente Dios se reveló a los gentiles». Hagamos una crítica teológica de esa afirmación. ¿Es real, es simbólica, es idealista, es histórica…? ¿Qué sentido tiene, y qué sentidos no puede o no debe dársele?
– Dios se revela Dios «a los gentiles»… ¿Quién son «los gentiles»? ¿En qué consiste ser «gentiles» en este sentido bíblico? Y a los ojos de otras religiones, ¿somos nosotros los gentiles? ¿No seríamos todos «elegidos» y a la vez «gentiles»?

– Esa «revelación de Dios a los gentiles», respecto a la revelación cristiana: ¿es igual, es complementaria, es inferior…?
– «La religión cristiana es Dios tratando de comunicarse al ser humano; las religiones no cristianas son el ser humano buscando a Dios». Comentar.

– Si Dios se comunica con todos los pueblos a través de su religión, ¿qué sentido tiene la Misión cristiana?, ¿hay que ir a «convertir» a los «infieles»?, ¿hay que plantearlo de otra manera?, ¿cómo?
– En los Servicios Koinonía, concretamente en servicioskoinonia.org/posters hay unos cuantos posters sobre el tema del pluralismo religioso, imprimibles digitalmente en cualquier reprografía, que se prestan para la catequesis, la reunión de grupo de estudio, o simplemente para adornar los locales de la comunidad en este día.

Para la oración de los fieles– Para que hoy día, en este tercer milenio, en la época de la mundialización, donde todos los pueblos y religiones nos encontramos inevitablemente, los cristianos tengamos una positiva apertura de acogida hacia todos los hombres y mujeres religiosos de la tierra, roguemos al Señor.
– Para que revisemos nuestra teología con una formación permanente, que nos impida repetir mecánicamente lo que aprendimos en el catecismo infantil, haciéndonos conscientes de que la Iglesia y su teología han avanzado mucho en los últimos tiempos…

– Por los misioneros cristianos en los países no cristianos: para que realicen la misión con un talante de diálogo, de valoración de las demás religiones, de enriquecimiento mutuo, de apertura sincera, sin complejo de superioridad…
– Para que no falten jóvenes, ellos y ellas, que se sientan llamados a dejarlo todo para entregarse enteramente a la tarea de animar el diálogo religioso y la vida de las comunidades cristianas…

Oración comunitaria
Oh Dios, Sabiduría eterna, que te has revelado a los magos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, por caminos desconocidos para nosotros, y que con todos ellos entablas relaciones íntimas de amor salvador: transforma nuestro corazón y nuestra mente para que podamos estar abiertos a descubrirte en todos los pueblos, y todos los pueblos nos hagamos herederos de las riquezas espirituales del Norte y del Sur, del Oriente y del Occidente, hasta que nos encontremos contigo, más allá de toda representación y de toda religión histórica. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.