Llegan malas noticias desde Egipto, de momento en forma de indicios o rumores. Se teme que hoy sea el día en que el Ejército ponga fin a la rebelión por la fuerza y emplee la violencia de forma indiscriminada para sacar a los manifestantes de la calle. Un dirigente de la oposición ha llamado al profesor Shadi Hamid para decirle que el Ejército ha recibido órdenes de «disparar a matar». Un dirigente de los Hermanos Musulmanes dice que su organización se prepara para lo peor.
Hace unos minutos, han aparecido tanques en la plaza Tahrir, llena de gente como en todos los días de la revuelta. Son tanques de unidades emplazadas fuera de la capital, no los blindados que se han visto estos días.
Si hubiera una represión feroz, es probable que se produjera por la noche o a última hora del día.
Hay que insistir en que se trata de rumores. En realidad, nadie sabe lo que puede pasar. Está claro que con el nombramiento de un vicepresidente y del nuevo Gobierno, Mubarak se ha puesto en manos del Ejército. Es la única carta que le puede salvar. ¿Al precio de un desenlace al estilo de la plaza de Tiananmén?
Los manifestantes piden a los militares que detengan a Mubarak. En realidad, nada indica que el dictador, por desesperado que esté, haya perdido ya el control de la situación. Es cierto que la elección de un vicepresidente hizo pensar ayer que se podía iniciar la sucesión, pero también puede significar lo contrario. Nadie está seguro.
Hace unas horas, el Gobierno ha sacado a Al Jazeera del paquete de canales de TV que se pueden ver a través de Nilesat y ha retirado la acreditación a sus periodistas. Al menos en Al Jazeera English, aún hay imágenes en directo de la plaza Tahrir.
Lo que está claro es que la economía del país no puede permitirse entrar en el lunes con Internet cortado y las comunicaciones telefónicas claramente limitadas por razones políticas. Hoy domingo es día de trabajo en Egipto y sin embargo la Bolsa sigue cerrada.
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