Siempre que podemos transcribimos las cartas que recibimos de los diferentes lugares del continente africano. Sentimos las alegrías, dolores y esperanzas en sus relatos, los necesitamos y nos ayudan a conocer su realidad que tanto tiene que ver con la nuestra. En el mes de julio tres miembros de los Comités de Solidaridad con África Negra viajaron al Congo; desde allí recibimos esta carta de Loreto Rey, 12 años después de su último viaje:
Queridas amigas y amigos: Lo primero que quiero deciros es que estoy muy contenta de la decisión que tomé de regresar a las fuentes que me cambiaron la vida, y así tomar fuerzas para andar el camino que me quede. También vine buscando conocer la verdad diabólica de nuestro Sistema Neoliberal, desde los análisis que los congoleños hacen de la realidad, y desde la vida misma de estas gentes.
… Aquí se viven signos de vida, junto a signos de muerte tremendos. Voy a contaros tres ejemplos de lo primero que son muy importantes:
El Colectivo Academia de los jóvenes: tuvimos un coloquio muy interesante con ellos. Ana Mª nos presentó y les contamos cortito lo que somos y lo que hacemos, hicieron unas preguntas muy interesantes, como de gente muy concienciada, como acompañados por esta Comunidad de Dominicas. El local donde se reúnen se ha quedado muy pequeño porque además de para los jóvenes es para cualquiera que quiera leer en la Biblioteca. Estos jóvenes hacen apoyo escolar a chavales del
barrio y se reúnen con mujeres. Como se quedó muy pequeño están acabando unas obras de ampliación hermosas para las necesidades de este tipo.
La Comisión Episcopal de Justicia y Paz Nacional, ha iniciado una campaña para la Alfabetización de las mujeres y ha editado un método en cuatro idiomas nacionales para la concienciación, es espléndido. Petro, dominica congoleña, coordina uno de los tres grupos de catequistas; dura tres semanas y luego serán ellas las que desarrollen este programa de alfabetización por los barrios y poblados durante 6 meses. Aquí tenemos la sensación de que hay una iglesia Viva, no del estilo Vaticano que vivimos nosotros.
El Centro de salud de LISUNGI me parece el otro signo de vida importante en este barrio y que coordinan también las dominicas; se administra RETROVIRALES gratuitos a quien tiene posibilidad de curación.
En esta realidad se siente con fuerza la crueldad de este Sistema del Mercado ?nico:
La gentes, los niños mueren de hambre y de malaria; en este barrio donde estamos muchas familias no comen todos los días y tienen como casa algo con unos cartones y ya está. Cada vez vienen a la ciudad más personas del campo y son los que peor viven. Las hnas. dominicas visitan siempre los enfermos o los más necesitados y les ayudan, cuando pueden, con un poco de dinero para que la mamá compre alguna cosa y la revenda en el mercado. Estas gentes sencillas pero de gran sabiduría nos comentan: ¿para qué hemos traído la democracia?, para nosotras nada ha cambiado, para los políticos son muchos más los que viven bien y no se ponen de acuerdo para mejorar la vida de nuestro pueblo
Igual pasa en la Región del Kivu; una mamá vino el jueves a una de las comunidades de base del barrio y les contó que llegaba de Goma (norte del Kivu) y que allí siguen matando a personas y sobre todo que la ciudad estaba, de nuevo, llena de ruandeses, militares y vestidos de civil. El pueblo dice, las riquezas de nuestro país no son para nosotros, son para las multinacionales y los del Norte, ¡qué razón tienen!
Otro signo de muerte es la impunidad, no se ha castigado a nadie por las increíbles matanzas de esta última guerra, ni tampoco de la corrupción. Esto es malo para el pueblo, pues los políticos, sobre todo Kabila, había prometido encarcelarlos.
Hemos estado con los amigos de los Comités que valoran mucho el trabajo que desarrollamos, es estupendo sentir aquí que se nos va conociendo y que se nos pide seguir así. ?Nadie habla de África del modo como lo hacéis en la revista Umoya??. Siento que el respaldo de este Pueblo es muy importante para nosotros porque caminar con ellos es nuestra forma de hacer
La fuerte realidad de muerte no ahoga la vida increíble de este pueblo que no se cansa de esperar y organizarse para sobrevivir y solucionar sus graves problemas. Hemos encontrado un pueblo alegre, acogedor, festivo, podríamos decir que los congoleños son así. Siempre luchan por vivir y siempre esperan tener un País mejor. Es admirable.