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En mi último artículo afirmaba que ?la pérdida de ideales y valores éticos está llegando al convencimiento generalizado de que para triunfar en la vida hay que actuar de espaldas a la honradez, a la justicia, a la verdad. Sin caer en actitudes catastrofistas, pero al mismo tiempo con sumo realismo, los españoles debemos enfrentarnos con estos problemas de manera seria y enérgica??. Un amigo hacía el siguiente comentario: ?sería bueno definir y concretar, si no las definimos, se corre el peligro de que se queden en palabras bonitas??.
Dije que todo se andará??Pienso que hay tantas cosas que hay que definir y concretar que es prácticamente imposible hacerlo. Recuerdo a un profesor que nos decía que los melones para saborearlos bien había que comerlos a ?tajaditas?? y también decía que el sabor no es igual para todos. Cuando definimos una realidad concreta también se tiene el peligro de dejar fuera matices importantes.
Si estamos viviendo unos momentos difíciles en los que habla más de lo negativo y noticias de falta de honradez, avaricia, pobreza, desigualdades, tendremos que reafirmar verdades que se ocultan porque a unos cuantos les interesa mantenerlas olvidadas. Una verdad que duele concretar es que si nuestro planeta tiene recursos para alimentar a más de treinta veces la población actual mundial ¿quiénes están robando a tantos millones que están pasando hambre? Tal vez esto pueda parecer algo mus abstracto y lejano, pero quienes mueren de hambre son personas concretas y que algunos, a lo mejor, nadie los reconoce por su nombre.
Concretando la situación más cercana, hemos de decir que los conflictos de la sociedad española, en concreto, obedecen, en el fondo, a actitudes de prepotencia y de dominio que impiden la implantación de un orden verdaderamente justo y solidario.
Además, hay que decir también que no pueden ?irse de rositas?? aquellos que, a nuestro alrededor, roban y exigen pasar página, buscando el refugio de aforado, legal pero injusto cuando se pretende la liberación de una condena acorde con los robos cometidos. Nadie puede en concreto realmente tranquilizar su conciencia si no se devuelve lo robado. Por higiene mental, en la vida política nadie debe descalificar a los demás tratando de presentarse como único representante de la legitimidad democrática, de la libertad si actúa de espaldas a la justicia. Es necesario evitar los procesos de radicalización que conceden valor absoluto a las propias ideas o intereses y conducen, poco a poco, a la negación de las razones o derechos de los demás hasta llegar a la justificación irracional de los enfrentamientos y mutua destrucción. Ante la situación amenazadora se exige un cambio y éste es responsabilidad de todos.
La violencia surge, de una manera o de otra, si no existe el empeño generalizado de colaborar para crear un ambiente que favorezca la paz positivamente como fruto de un tejido de relaciones justas y solidarias que vayan desde el nivel de las relaciones interpersonales hasta las más complicadas construcciones jurídicas y políticas. Hemos de reconocer y recordar que la paz se ha convertido en una condición indispensable para la subsistencia de la humanidad, en un punto de partida necesario para poder superar los graves problemas del hambre y de la pobreza en el mundo y avanzar en el establecimiento de una vida libre, pacífica y digna para todos los habitantes de la Tierra. El diálogo rompe los prejuicios y las barreras artificiales. El diálogo lleva al contacto mutuo y enriquecedor como miembros de la familia humana con la riqueza de la diversidad cultural e histórica. El diálogo favorece la justicia y ésta la paz.
Juandediosrd@hotmail.com