Defender ¿que? (I) -- Julián Moreno Mestre

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Religión Digital

Me fascina como para poder algunos decir o manifestar algo socialmente se les ocurre la absurda idea de ver amenazada una institución para proceder a armar bulla y mucho jaleo. Y todo para nada. Ayer comentaba como le cantaron la tabla a Rector de la Complutense, Berzosa, una panda de impresentables que se hacen llamar progresistas y defensores de la amenazada universidad pública y pronto veremos un acto en la Plaza de Colón para defender otra amenazada institución, en este caso la familia cristiana.

Se lleva más de un siglo anunciando el fin de la familia, los moralistas hace un siglo acusaban a la prostitución de todos los males que en un futuro sufrirían los matrimonios, dijeron que las prostitutas disolverían la familia, y cien años después el discurso cambia primero con permitir el divorcio, y 20 años después con las bodas homosexuales. Y a todo esto la familia amenazada y con un pronóstico muy negro a corto plazo.

Cuando una institución entra en crisis, es normal y habitual que salgan estos agoreros. Ellos son la cortina de humo que impide que se hablen y discutan de los problemas reales que afectan a una institución. En el caso de la Universidad la crisis no hizo más que asomar con un repuntillo en el descenso de alumnos y una reforma de la universidad y vaya la que se monta. En el caso de la familia el problema reside en que muchas familias se descristianizan por voluntad propia y otras se separan o divorcian, pero vamos, que ni unas prostitutas, ni unos gays y ni una ley del divorcio es la causa de una ruptura familiar.

Un tío mío abandonó a su mujer, abandonó a sus hijos (mis primos) y se fue con una colombiana con la que ha tenido un hijo al que no conozco. Y tras 20 años casados. Desde luego hubo divorcio, la humillación sufrida por mis primos y mi tía lo requería, estar atado a semejante gilipollas no merecía la pena.

Mis padres han tenido múltiples amigos que se divorciaron. Los primeros que conocí que se divorciaron dieron una gran sorpresa, la razón es que él dejaba continuamente sola a su mujer y ella estaba sumamente estresada y deprimida ante un frustrante matrimonio con un marido incorregible, que no ayudaba nada en casa. Tras el divorcio, 10 años después volvieron juntos, ahora viven pero sin casarse, como la más rara pareja de hecho. ?l ha cambiado, y el pasar por otras mujeres se diría que le ha sentado hasta muy bien.

También recuerdo otros amigos de mis padres, la mujer era una arpía, pero arpía terrible. ?l era un hombre muy tranquilo que se lo consentía todo y casi se dejaba manejar por completo por ella. Las hijas vivían atemorizadas ante una madre estricta y maniática, el divorcio se hizo necesario y parece que ni a las hijas les ha venido nada mal separarse de una madre como aquella.

Una amiga de mi madre se casó con un sudanés, y aquel hombre políglota y trabajador repentinamente cambió, se volvió alcohólico y maltratador. Ella se divorció cuando le pegó una paliza a su hijo pequeño. Y aunque siempre albergó esperanzas que cambiara, finalmente le pagó un billete a Sudan solo de ida a Sudán, él se fue, y digamos que ella y sus hijos tratan de salir adelante ante este panorama.

El hermano de la mujer de mi tío, o sea mi tía, se casó con un bombón de mujer. Tuvo un hijo con ella, y tras tantos años de casados, ella conoce a un hombre más guapo, lo abandona a él y a su hijo, y deja a toda la familia consternada ante una reacción insólita e imprevisible. Cuando me lo contaron me costó creerlo, y a día de hoy no encuentro explicación ante tamaña irresponsabilidad. Decían que ella se consideraba aún joven como para atarse así, ¿y lo descubre tras diez años de relación y siete años casada?

El caso de una exprofesora mía de mi colegio, que a sus cerca de 40 años está echa todo un bombón de mujer, bellísima como es, agradable y buena persona como nadie, padeció el problema que su marido se fue con otra mujer, me sorprende que fuera mejor que mi exprofesora pues hay mujeres que cuesta entender que pueda existir otra mejor. Tras dejarla sola y con dos hijos, reclamarle su parte del piso y deshacer por completo el matrimonio de tantos años casado. Al cabo de un tiempo, el muy egoísta le pide volver, tras ella rehacer su vida con los niños, y ella ante el dilema de cómo volver con alguien que podría volver a dejarla sola y desamparada.

La madre de una alumna mía, también con una docena de años casada y que tuvo que abandonar a un marido que la anulaba como persona. Eso sí, ella tendría todos los lujos y todas las comodidades, incluidas las hijas, pero era ella la última de su casa porque su marido la hacía sentir fatal y no le quedó otro remedio que envalentonarse.

Mis amigos ecuatorianos me cuentan lo que por ejemplo son las madres y los padres en ecuador. También los colombianos. Suele ocurrir entre las clases más pobres que no es infrecuente que un marido sostenga dos familias y ninguna de ellas sepa la existencia de la otra. En el caso de mi amigo J. G. R. me contó que su padre desaparecía por largas temporadas y al cabo de un tiempo regresaba. ?l tiene muchos hermanos del mismo padre y misma madre, pero tiene hermanastros que no conocía, y al fallecer su padre algunos se presentaron en casa para reclamar algo que debía corresponderles por la desgraciada situación de sus desamparadas madres. Claro que aquí no hubo divorcio, la necesidad forzaba a estas familias a estar unidas a semejante cabrón, que desaparecía por largas temporadas y tarde o temprano reaparecía con algo de dinero para la casa.

Otro amigo ecuatoriano, E. F. por ejemplo no quiere ver a su padre, siendo pequeño abandonó a su familia y dejó desamparada a su mujer que años mas tarde de lograr el divorcio emigró con los hijos a España.

Tampoco voy a negar las dificultades matrimoniales de mi familia, que yo conozco y no cuento, pero que dejó en situación de separación a mis padres como ya conté alguna vez.

Cuando veo que esta gente habla de manifestarse en defensa de la familia por una supuesta situación de amenaza en prostitutas, gays, divorcio expres, etc, me parece que pierden el tiempo y que se dedican a desviar la atención de los problemas insólitos y complejos que rodean a tantas y tantas familias. Si no les gusta que se casen dos hombres o exista una ley del divorcio o que haya prostitutas, pues que simplemente lo digan, pero que no hagan el indio buscando falsos culpables de las crisis matrimoniales.