“Hemos decidido detener las negociaciones y reflexionar sobre lo que está sucediendo en esta conferencia sobre el cambio climático, porque ya está claro que la presidencia danesa representa los intereses de lo países industrializados en perjuicio de las exigencias presentadas por los países en vías de desarrollo”.
Usa estas palabras el sudanés Lumumba Stanislaus Di-Aping, jefe de los negociadores de los países miembros del G-77, para explicar las razones que han llevado a 135 países del Sur del mundo (de un total de 192 delegaciones presentes en la capital danesa) a abandonar durante media jornada las negociaciones en los diferentes grupos de trabajo.
Los países africanos, en la voz de Kamel Djemouai de la delegación argelina, habían criticado duramente la marcha de las negociaciones, protestando porque según ellos “los países ricos están tratando de matar a Kyoto: están tratando de hacer precipitar todo”. Según el embajador boliviano ante las Naciones Unidas Pablo Solon, lo que hizo saltar las negociaciones ayer fue la noticia que hicieron circular algunos medios de información durante el fin de semana, de que un grupo “seleccionado de países industrializados” se habrían encontrado el domingo durante una cena reservada para concordar un acuerdo y la decisión de la presidencia de mantener consultas informales sin ningún procedimiento democrático y participativo.
“África, ayudada por los otros países en vías de desarrollo –dijo Jeremy Hobbs, director ejecutivo de Oxfam International– aplicó el freno de emergencia para evitar que el tren descarrilara al final de la semana, cuando ya está claro que no habrá ningún acuerdo y que solamente queda por esperar una declaración política. Los países pobres quieren ver un resultado que garantice una fuerte reducción de las emisiones en los países ricos del norte del planeta, que están buscando aún retardar las discusiones sobre el único mecanismo que tenemos hasta ahora para ofrecer esto: el protocolo de Kyoto”. [MV] – Tradujo [NBJ]
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