CON LOS POBRES DE LA TIERRA. Lola Peiteado Torres

0
45

Alandar

Miren Aranzazu Eguiguren nació en Bidania (Guipúzcoa) en 1947. En 1971 se trasladó a Venezuela para trabajar como misionera seglar con la etnia indígena en La Guajira. Tres años después se instaló en los cerros de Caracas, en un barrio llamado Petare, dentro del municipio de Sucre.

Alguien como nosotros

Conocí a Mirenxtu, a través de un artículo que encontré en Internet, después de las vacaciones de Navidad. Mientras que en el primer mundo nos dejamos envolver por el consumismo de esas fiestas, descubrí que había personas que dedican su vida para que otros vean, cada día, una salida. En el artículo venía resaltado este verso: ?con los pobres de la tierra quise yo mi suerte echar??.

Miren puede ser una de esas personas que menciona Jon Sobrino en su carta a Jesús el día de Navidad: ?En el centro del nacimiento está José, como uno de tantos trabajadores lo largo de la historia, y está María, la buena vecina. Me alegra que siga habiendo hasta el día de hoy gente como ellos con esa dedicación a la vida. No son noticia, no ganan óscares, no modelan ni meten goles, ni salen en la televisión. Parafraseando a un famoso filósofo, son los «guardianes de la vida». Mantienen al mundo en pie??.

Impactada por conocer una realidad totalmente ajena a nuestros día a día, escribí a Miren, un 17 de enero de 2004, día de San Antonio Abad quien, si no me equivoco, cuenta con la experiencia del joven rico en su conversión. Me he permitido seleccionar trozos de lo que me respondió por correo:

?De casualidad he venido con mis hijos a un correo que es público y me he encontrado con tu nota tan cariñosa y cercana, de inmediato quise saludarte, más adelante nos podemos poner en contacto de nuevo. No tenía idea de que podía salir publicado algo así de mi vida.

De jovencita hice una opción de vida; echar la suerte con los pobres, no puedo negarlo?? ha sido duro. Después de tres años fui estas navidades a mi casa, allí sentí el cariño fuerte de los míos, tanta comodidad para luego regresar a la realidad que escogí, enfrentarme de nuevo al cambio fue durísimo. Cuando llegué me encontré que no había agua ni gas, no pudimos cocinar?? confieso que he llorado bastante, es difícil acostumbrarse pero hay que seguir porque los pobres no tienen opción, no les queda otro remedio.

Tengo los hijos más maravillosos del mundo, que me llenan de alegría, a pesar de que no los parí siento el amor hacia ellos desde lo más profundo de mi corazón y siento que tengo que sacar alegría por ellos y por tanta gente que espera ver mi alegría.

Como comprenderás nuestra necesidad es grande, vivimos agradeciendo la colaboración de mucha gente que nos ayuda a salir adelante. A ti y a todos muchas gracias, por tu cariño y tu mensaje que me ha llenado de aliento??.

Ella decidió cambiar una vida holgada por la entrega tenaz, dedicada a ayudar a los necesitados de ese país. «Me dije: si he dejado mi país tiene que ser por algo importante: sé que he sido luz para mucha gente».

Contra corriente, sin descanso

Miren conoce muy bien la historia ingrata de cada pequeño que atienden; en sus espaldas, en sus casas, en las esquinas, en el barrio entero. Por experiencia conoce que eso suele imponerse al final: ?Muchos caen… lo determinante es su entorno. Ellos pasan aquí todo el día, pero cuando vuelven del fin de semana, todos llegan jugando a las armas».

Un domingo que la llamé por teléfono estaba triste porque siete jóvenes acababan de ser asesinados entre bandas: droga, delincuencia??Pero ella sabe que su tenacidad tiene retribuciones. Muchas mujeres a quienes ha ayudado han ido a la universidad. ?Aquí no había agua, fuimos nosotras, las mujeres, las que nos organizamos para traer los servicios al barrio», comenta.

Juntas han creado una panadería, una guardería que acoge a más de un centenar de niños de las madres que trabajan, un centro de comunicación: teléfono, Internet, etc. Un taller de costura donde trabajan las mujeres del barrio, confeccionando y vendiendo ropa, que subsiste con muchas dificultades. Un comedor que da alimento a unos 1400 niños con ayuda del Estado. Miren con esa ayuda hace milagros, para ello compra la comida a los campesinos y la transportan en una camioneta.

Uno de sus sueños es la creación de una Escuela de Formación Profesional, idea que surge ante la situación en la que viven la mayoría de los jóvenes del barrio, que una vez finalizado el periodo de enseñanza obligatoria no disponen de oportunidades de formación. Con esta escuela se les aseguraría el acceso a los diferentes oficios ofreciéndoles un mejor futuro.

En Miren, como en otras personas que conocemos, se cumple el evangelio de Mateo: ?Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, también conmigo lo hicisteis??.