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Como señala Pereti hay enfermedades como en el caso de Menguele que conllevan la insania psíquica de sus culturas de origen. En las creencias instaladas de aquella época no pocos pensaban que la raza se purificaba eliminando a los judíos. En la teología subyacente a leading case, para Grassi los chicos están indefensos en la calle, allí se pueden volver malos; en el orfanato se los reeduca, el padre ofrece sacrificios por ellos, “nunca se va de vacaciones”, tiene un solo saco. Conocí mucha gente que defendía otrora al padre Grassi, que decía dio de comer a tantos chicos que se haya comido alguno se puede obviar. Se suele decir en no pocos hogares de chicos de la calle que es imposible no chequear pedofilia. Esta claro que aquel periodista católico que le escuche decir aquello, no pondría a su hijo en lista de placer del padre Grassi. Un amigo fiscal así me describe aquel sufrimiento humano (Carlos Borges):
Querido Leo:
He presenciado más de doscientas Cámaras Gesell en cinco años en el Juzgado, al menos eso creo, perdí la cuenta, o mejor dicho decidió mi psiquis, por su salud, perder la cuenta. Yo comparto lo que decís del cura, pero la mirada que yo quiero expresar es la de tantos chicos destrozados por los abusos sexuales intrafamiliares. Sabes que de un cien por ciento el 96 por ciento son intrafamiliares, de padres a hijas, de abuelos a nietas, tíos a sobrinas, parejas convivientes con las hijas o hijos de sus parejas, docentes y personas encargados del trabajo con niños.
Los niños sufren en su cuerpo y en su psicología (unidad psicofísica según Sartre) un trastocamiento y un dolor tan significativo, un daño difícil de definir con palabras. Solo te puedo decir que presenciar la declaración de un niño o niña abusada es la peor experiencia de vida, te deja vacío, te secas por dentro, el dolor del niño o la niña se te contagia, se hace tuyo y perdes hasta el normal instinto de defensa, o quizá de venganza o reparación. En el fondo sabes que tu dolor no se empareja con el del niño o niña, su vida ha quedado trunca, es un hito que no se puede superar, no se hace cicatriz ni callo, eso sigue siempre en carne viva. Y uno se siente despedazado por eso. Lo terrible es que la confianza entre los seres humanos es el primer valor para cualquier crecimiento y superación, para el afecto, esto es lo que se quiebra primero, por eso el abusador deviene mucho tiempo sometiendo a los niños o niñas, nadie sospecha, nadie se imagina, el niño sufre, es sometido a objeto, se disocia o fallece o a veces pasan ambas cosas, fallecen en cualquier atisbo de una vida libre, esta atado al sino de su abuso, no deja nunca de ser abusado. Un niño abusado se sentirá siempre abusado. Frente a ello, justicia es lo mínimo que una sociedad puede hacer, pero la reparación de ese tejido humano, de ese ser derruido por el abuso espera que sea atendida de alguna manera. Trato siempre de hacer algo más por el niño o niña que no sea solo justicia, trato de reparar, pero el sistema y las instituciones no dan ninguna herramienta”.
La teología que demoniza la calle es la misma que lleva a Maria Marta Garcia Belsunce a vivir en un country para defenderse de los negros, y ser victimizada en el country por su familia.
La sociedad argentina después de Grassi aprende que iglesia y estado no pueden hacer cuidado de sus pobres, si no hay en serio una supervisacíon psicológica y espiritual de los que los cuidan. Desde que tipo de apetencia hizo que se dedicaran a los chicos excluidos y que teología manejaron a la hora de hacer sacrificioso sacrificar a otros. Los cuidados espirituales que hagamos, sobre todo los capellanes penitenciarios, podrán ayudar al padre Grassi si se lo puede sacar de la fase uno y dos de toda enfermedad vergonzante, donde primero se niega y después se culpa. Quien sabe si se pueda conseguir una suerte de salud espiritual, donde el padre siga conteniendo material y espiritualmente a muchos niños sin hacer tanto daño a algunos. En este tipo de enfermedades como las perversiones solo son utiles a la sociedad los que se reinsertan en espacio de mucho control y de no impunidad. Donde se pueda dar sin hacer daño. El mayor cuidador de chicos que conocí no tenía a sus hijos biológicos reconocidos.
Con esto no intento disculpar al colega en desgracia simplemente quiero decir que todos debemos intentar sanar las cosas graves que nos hicieron e hicimos. De ultima, en estos hechos lo importante no es el padre Grassi, no es lo que representa, no es la Iglesia ni el tiempo que burlonamente estuvo en libertad, aquí lo que importa en realidad son los niños y las niñas abusadas, nadie se ocupa de ellos, es una realidad más dolorosa e hipócrita a la vez, porque se ha gastado mucho esfuerzo, dinero, tiempo, aire de televisión con el colega que solo merecía un proceso justo y ser condenado y luego ser tratado en la fase que no niegue su parafilia. Las víctimas siguen tan pobres y abusadas como en aquel momento.
Esto es una tragedia. Ojala la Iglesia de Morón ponga sus mejores profesionales para tratar el daño moral y espiritual de los niños vejados.