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CARTA ABIERTA AL CARDENAL CIPRIANI. Franz Wieser (Perú)

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Moceop

Señor cardenal Luis Cipriani,
Su juicio público sobre los sacerdotes casados llamándolos unos fracasados no debe pasar sin respuesta, no porque damos importancia al juicio de hombres, pero sí a la verdad y al amor fraternal que, para un buen pastor, no debe excluir a nadie.

El éxito o fracaso de una persona depende del propósito que ella misma se plantea al emprender una obra o un proyecto de la vida. En lo que se refiere a la vocación de ser apóstol de la Buena Nueva, teniendo como modelo a Jesús de Nazaret, se arriesga el fracaso en los ojos del mundo. Mis amigos saben que nunca he aspirado el cardenalicio con un pingüe sueldo del erario público, tener el privilegio de poder elegir a los dueños de nuestra fe en el Vaticano, poseer una catedral y un elevado estrado desde el cual, ornado con pesados ornamentos y tremenda mitra, poder pontificar sermones sobre los de abajo.

Yo sabía desde un comienzo, que ser grande ante Dios, requiere ser sirviente para los demás.
Ya en mi primera “prédica” hace 47 años desconcerté a mis “reverendos” colegas, al citar las recomendaciones de Jesús a sus discípulos a que no se den como padres, jefes o maestros y que no se portan como los emperadores de este mundo, ejerciendo dominio sobre los demás.

En cuanto a la ley del celibato, la acepté con buena fe y la acaté hasta darme cuenta que realmente “no es bueno que el varón esté soltero” y, que Dios ha creado al hombre “varón y mujer” como un todo a su imagen. No encontré en el Nuevo Testamento ningún indicio, que diga que para ser apóstol, habría que ser célibe. Es más: Puesto que los carismas, los talentos, reparte el Espíritu de Dios como y a quienes a él le place, me parecían acertadas las palabras del teólogo Bernhard Häring: “Es el Espíritu de la Verdad y de la Libertad que reparte sus dones a su libre voluntad. Aparentemente no le agrada que se pretenda dictarle por medio de leyes humanas los canales y condiciones en y por las cuales ha de actuar” (Bernhard Häring).

No cabe en una carta, explayarme en los dudosos y bajos motivos que durante siglos gestionaron le ley del celibato como condición para hacerse “sacerdote particular”. Pero una cosa para mí es clara: El celo de San Pablo que se expresó en la proclama: “Qué Cristo sea anunciado, de esto me alegro”, sea por él mismo o por su rival Apolo, fue subordinado al afán de crear una imagen sagrado e inmaculado de un “sacerdocio particular” que no tiene ningún sustento en el Nuevo Testamento. No cabe la menor duda que bajo los signos de nuestros tiempos Pablo ampliaría con generosidad: Qué Cristo sea anunciado, sea por varones o mujeres, casados o solteros.

Me temo que nuestra Iglesia se ha convertido de cristocéntrica en clerocéntrica. O, como titula el teólogo Manuel Porlán su obra: “Jesús de Nazaret, un secuestro que dura demasiado.” ¿Acaso el Opus Dei no ha cambiado el CAMINO que para el cristiano es Jesús, libre de tradiciones, leyes y autoridades en cuanto bloquean vida en abundancia, con EL CAMINO del “santo” Escrivá Balaguer que postula una sumisión a superiores humanos “a modo de una herramienta en manos del artista?” (El Camino, 617). ¡No, eminencia! Dios no quiere marionetas, sino hijos que se dejen llevar por su Espíritu. Y, “donde hay Espíritu de Dios, ahí hay libertad”.

Hermano Cipriani, muchos de nosotros no nos sentimos en absoluto fracasados, sino liberados y realizados en nuestra vocación. Si nuestro espacio de vivir nuestros carismas, ser testigos de Jesús, encuentra sus limitaciones, se las debe a los que apuestan por la ley y no por el amor. Son ellos que responderán ante Dios por sus obras. En cambio, se nos abrieron otros espacios inmensos, en medio de la vida, de la familia, de la vecindad y por medio la comunicación electrónica, exentos de censuras y de toda interferencia de hermanos que se portan como “dueños de nuestra fe, en vez de servidores de nuestra alegría.” No son espectaculares; Un poco de fermento dentro de la masa, a la que Jesús no quiso manipular con la demagogia o en complicidad con emperadores (ver sus 3 tentaciones), sino sacar de atadoras fantasmas, del miedo y de la esclavitud.

Atentamente un hermano en la fe
Franz Wieser
_________________
Urb. La Capullana I-27 (Surco)
Tel. 4492716

Lima el 03 de octubre de 2006

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