CARTA A BENEDICTO XVI DE LAS COMUNIDADES CEMI

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Cemi

Madrid, 18 de marzo de 2007
Benedicto XVI
Obispo de Roma, Hermano en el Señor
ROMA

Querido Benedicto XVI:
Te escribo, en nombre de las Comunidades Cristianas CEMI, en relación con el documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, de fecha 14-03-07, dirigido a nuestro hermano Jon Sobrino y a la generalidad de los cristianos.

En primer lugar, después de nuestra reflexión comunitaria, nos sentimos solidarios de Jon Sobrino y apenados por la ofensa que se le inflige. Es un cristiano practicante, que ha sabido compartir su rica y fecunda experiencia de Cristo, no sólo con los oprimidos y marginados de Latinoamérica, sino también con nosotros, residentes en países desarrollados, que hemos tenido la fortuna de escuchar su palabra y leer sus escritos.

Su testimonio nos ha ayudado a mantenernos vivos como cristianos y valoramos positivamente sus aportaciones teológicas, que acercan el mensaje de Jesús, a los hombres de hoy y, en particular, a las víctimas de la injusticia. Por ello, echamos en falta por parte de la Curia el reconocimiento de la coherencia entre fe y vida, y del compromiso de Jon Sobrino con el Evangelio.

Vemos con evidente claridad que, en las advertencias que se le hacen de ?errores y peligros para la fe??, no hay una preocupación por hacer llegar el Evangelio a los más pobres y débiles, sino la de censurar una vez más la llamada ?Teología de la Liberación?? y a los teólogos que siguen esta línea de pensamiento y práctica liberadora.

Nos recuerda este asunto a otras desdichadas decisiones de la Curia vaticana en siglos recientes: las condenas del P. Rosmini en el siglo XIX (por su libro ?Las cinco llagas de la Iglesia??) y, ya en el siglo XX, de teólogos como Congar, De Lubac, Teilhard de Chardin, Díez Alegría, Küng, Boff… y un largo etcétera de personas como ellos. Pero en especial, nos recuerda la lamentable postura del Vaticano en asuntos como el de los trabajos y experiencias misioneras que los jesuitas Mateo Ricci y Roberto De Nobili desarrollaron en Oriente a principios del siglo XVII, y que fueron condenados en el siglo XVIII por sendas Bulas de Benedicto XIV: Ex aequo singulari, para el caso de China (1742) y Omnium sollicitudinem, para el de los llamados ?ritos malabares?? en la India (1744).

Dichas condenas, en el siglo XVIII, bloquearon indudablemente la transmisión del conocimiento de Cristo y la difusión del Evangelio entre los pueblos del continente asiático… Las condenas que, desde hace cuarenta años, se lanzan contra la Teología de la Liberación, estimamos que son semejantes a aquéllas.

En segundo lugar, nos duele, también, el funcionamiento inquisitorial de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Con razón se ha dicho que un método que privilegia, exagerada y deliberadamente, la sospecha y en el que no tiene cabida la presunción de inocencia, podría encontrar herejías incluso en las mismas encíclicas papales.

La forma de actuar de la Curia no nos parece evangélica, por adolecer de una mínima actitud de fraternidad, y porque constituye un despilfarro de recursos de todo tipo, cuando existe tanta hambre en el mundo. Seis años para concluir en unas consideraciones teóricas, contrarias al pensamiento de Jon Sobrino… Bastaría con que los teólogos que han elaborado la Notificatio hubieran publicado sus opiniones, con su firma, en las Revistas oficiales del Vaticano, que se habrían difundido, como tales opiniones, en los medios de comunicación correspondientes.

Pero se trata de continuar una estrategia de silenciamiento de Jon Sobrino, que dura más de treinta años, y con él, de una teología que, afortunadamente, tiene gran eco y aceptación entre las víctimas del actual sistema económico y político mundial. Como dice la Notificatio, referida a las publicaciones de Jon Sobrino, ?Dada la amplia divulgación de estos escritos y el uso de los mismos en Seminarios y otros centros de estudio, sobre todo en América latina…??

Este sería, entonces, el momento para que la Iglesia toda se abriera a los ?signos de los tiempos??, sensible a la presencia del Espíritu, vivo y operativo, en las comunidades de esa importante región del mundo. Sin ahogar la vitalidad de las comunidades cristianas, con el débil argumento de no ser la expresión de su fe conforme con formulaciones dogmáticas fijadas en el siglo IV.

Como ha puesto de relieve la investigación científica, las declaraciones dogmáticas eclesiales adolecen de las limitaciones del lenguaje y están condicionadas por el pensamiento filosófico de cada época, por lo que hay un amplio campo para reformularlas y ampliarlas, cuando se quiere hablar de Cristo a los hombres de nuestro tiempo.

Los miembros de las Comunidades Cristianas CEMI estamos acostumbrados a disfrutar de las libertades de pensamiento y expresión, análogamente a lo que ocurre en otros países democráticos, reconocidas como derecho fundamental de todos los seres humanos por las más altas instancias internacionales. También creemos que va contra el Evangelio renunciar al ejercicio de estos derechos o tratar de coartarlos, más allá de los límites establecidos y exigidos por el respeto a los derechos de los demás.

Por eso, creemos anacrónica la pretensión de control por parte de la Curia vaticana, cuando, además, como cristianos sabemos que la libertad y la ausencia de miedo, que Jesús conquistó para todos, con el ejemplo de su vida y de su muerte, van más allá de todo lo que puedan garantizarnos las normas de la sociedad a la que pertenecemos. Para nosotros, constituyen una exigencia las palabras de San Pablo a los Gálatas: ?Para ser libres nos libertó Cristo?? y ?Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad…??

Para terminar, queremos decirte que nos sentimos hijos de la Iglesia y no rechazamos a los que consideramos nuestros padres y hermanos en la fe. Todos estamos llenos de defectos, somos ?pecadores?? y necesitamos de la salvación de Cristo, también de la que nos llega a través de la recíproca corrección fraterna.

En este espíritu, recibe nuestro afecto y el agradecimiento por tu atención y benevolencia.

Te saluda,

María José Crende Corbeira
Presidenta de Comunidades Cristianas CEMI
C/ Francisco Silvela nº 71
MADRID