Era el final de la rueda de prensa, en la que el portavoz, Martínez Camino, aparecía como «secundario» en el reparto. El protagonista iba a ser Juan José Omella, obispo de La Rioja, para presentar el documento sobre la crisis. Pero a Camino le van sólo los papeles estelares. Y, al final, sin que viniese a cuento ni nadie se lo preguntase, se descolgó con la bomba del día: «El aborto no sólo es un pecado gravísimo, tiene que ser también un delito».
En la sala, abarrotada de periodistas como nunca, se armó el consiguiente revuelo de los profesionales cuando huelen titular de portada.
Me pareció tan grave que Camino abogase (y comprometiese con ello a toda la Iglesia) por la penalización del aborto que, pedí una aclaración. Con la intención de que matizase, si creía conveniente, sus tajantes afirmaciones. Y pregunté al portavoz: «¿Están ustedes pidiendo la penalización del aborto siempre y en cualquier circunstancia?».
Camino escuchó la pregunta con atención y, rojo de ira, se levantó de su silla sin responder absolutamente nada. Lo cuento tal y como fue (y de ellos pueden dar fe todos mis compañeros presentes), porque, tanto en el video como en el audio de la rueda de prensa, que figura en la web de la CEE, se cortó la petición de aclaración.
Se armó en la sala el consiguiente revuelo y Camino, acompañando a Omella salió por el pasillo central. Al llegar a mi altura, me dijo:
-Su pregunta ya estaba contestada.
-Pues yo no lo tenía claro y, como usted mismo puede ver, tampoco mis compañeros.
Y el portavoz siguió su camino.
Por detrás, Omella, sonriente y tratando de quitar hierro al asunto:
-Hay que hilar muy fino con ustedes que se las saben todas y meten a cualquiera en un lío.
Jesus Bastante, de rápidos reflejos, contestó:
-Algunos se meten solitos en líos.
-Es verdad y su réplica confirma que son ustedes muy listos.
Y Omella se fue sonriendo.
No me duele que Camino no me contestase la aclaración. Aunque las formas de hacerlo no sean las más adecuadas. Me duele que no aprovechase la ocasión para matizar sus afirmaciones. Porque, si el aborto es un delito gravísimo, que atenta contra el ‘no matarás’, se supone (y es un lógico suponer) que tiene que ser penalizado con la cárcel al menos. Es un asesinato de un inocente.
¿Quiere Camino que las mujeres que aborten vayan a la cárcel? ¿Están de acuerdo con la penalización pedida por Camino sus hermanos obispos? ¿El portavoz portavocea el sentir generalizado del episcopado?
Es urgente que se aclare. Para evitar un mayor descrédito social de la institución.
Pero, como tantas otras veces, nadie lo hará. Y las «manchas» seguirán emborronando la imagen de la Iglesia católica española. Está ya casi totalmente negra. Al menos en la cúpula. Porque, en las bases sigue radiante y con todos los colores puestos. La pena es que los medios sólo reflejamos la cúpula y no las bases
