A menudo en algunas instituciones globales en su afán de cuidar el orden institucional se ponen reacias o otorgar algunos premios y son muy propensas a impartir castigos, apenas se infringen las normas. Cuando sus directivos ejercen una liderazgo marcado por el desgaste importa poco, la rehabilitación de los internos.
Lo que interesa es que ?las cosas funcionen?? con natural orden a fin de que el tiempo pase y los ascensos y buenas jubilaciones se concreten. No suele pasar esto en gestiones que revisan sus premios y castigos y automonitorean sus correctivos y están abiertos a la critica sin dejar de llevarse por la desidia y el cinismo.
Sin embargo para los que son hiperciticos con el sistema penitenciario y lo señalan como intrisecamente perverso es muy difícil convencerlos que hay premios que pueden ser ejemplares y hay otros que pueden resultar nocivos a corto plazo. Suelen decir los penitenciarios no tienen criterios objetivos ni para seguir el escalafón de asensos, las cárceles se reparten entre quienes hacen buenas recaudaciones para el poder político de turno (no importa que sea de derecha o de izquierda). Si bien se sabe que los niveles de corrupción puede tocar todos los estamentos este pensamiento en su afán purista por ver el bosque puede minimizar la nobleza de algunos árboles.
Por otro lado es cierto que en unidades carcelarias latinoamericanas con altos niveles de deshumanización (si hubiera cárceles humanas) me refiero a instituciones con altos índices de muertes por violencia, corrupción generalizada, cohecho alto índice de suicidios del personal ( en la unidad 24 de Argentina diez suicidios de guardiacarcel en 10 años) se suele implementar estrategias de premios en función del favorecimiento de los que se quiebran y ofrecen prestaciones a la autoridad penitenciaria.
Se refuerzan así en el lenguaje tumbero los «ortivas satélites y buchones» que se sabe que trabajan para la «gorra»(poder tumbero). Los premios son dados a los presos que ofrecen en el mejor de los casos, mayordomías a los oficiales y en los peores se premia con buenos sitios y buenos ranchos a los que cobran clandestinamente: los pabellones vip, la comida especial, la visita intima seguida (con la señora y la tumberita o el cochecito facilitado) o la venta de pastillas o pasta.
¿Es este un modelo con posibilidades de rehabilitación de personas con mala conducta ? ¿Se reacciona espasmodicamente solo para defender el régimen imperante o para «justificar o legitimar» la Institución CARCEL único sustento del servicio penitenciario? ¿Hay algo mas eficiente para encauzar los desvíos? Creo que la pregunta que si esta càrcel castigo como estructura pedagógica es un avance y cierta evolución de las leyes penales o todo habla de agotamiento. Se sabe que el derecho más protegido es el Derecho de Propiedad – por la simple razón consistente en que el que más posee más decisión posee en la sociedad actual, y esto es un signo de éxito.
La Policía como única Agencia de selección de encarcelados, jueces y legisladores con inmunidad, es el correlato del encarcelamiento de la brecha social. Creo que es licito preguntarnos si interesa la ¿resocialización o hay que hablar claramente de inserción social e inclusión? ¿se fue la cárcel de la sociedad? o es el fiel espejo de la organización social simplificada? La cárcel puede ser emblemáticamente una clínica de inclusión donde las sociedades se desintoxiquen de la droga y el cohecho. Como se sabe La comodidad o no hacer mucho frente a las prebendas la mala socialición primaria, o la justificación de una o mas parejas sucesivas es común al acontecer afectivo de culturas del desarraigo y la desintegración. Esto pasa en todas las plazas del país, a plena luz del día y sin muros ni vigilantes.
De todas maneras si se piensa que el sistema penitenciario es intrisecamente perverso convendría poner las energías en otros espacios de inclusión social pero si se cree en el modelo en el cual uno esta trabajando en una cárcel y se cree en el trabajo de uno y de su equipo de cara a la resocializacion y a la inclusión vale de vez en cuando revisar los premios y constatar si los mismos son buenos y funcionales a corto plazo y a largo plazo.
Creo que es oportuno reformularnos los premios sobretodo cuando puede existir iatrogenia (efectos indeseados negativos) Pensar acotar los favoritismos en estructuras que están a la orden del día puede resultar un trabajo tedioso pero no por eso esto no lo hace infecundo y necesario.
Se sabe que un preso funcional puede comer mejor que el que come en un casino de oficiales. También en ese modelo los servicios pastorales son vistos desde aquella lógica; por ejemplo se puede premiar a un capellán funcional a la institución, bajándole mucha gente cuando viene su obispo; se puede castigar a un preso no dejándole ir a misa; los mismos presos le pueden decir a un capellán: «mire, nosotros le organizamos la misa si usted nos consigue el beneficio de la visita familiar a los pabellones??. Como se observa, la institución global no puede garantizar el mínimo básico de bienestar en salud, educación, recreación y alimentación y permanentemente no revisa sus premios comprometiendo el crecimiento y desarrollo moral de los internos. El mantenimiento de los ?kioscos?? personales y negocios clandestinos el miedo a ser relegado no ascender, la permanente tentación .
Urge ir caminando hacia modelos diversos donde se garanticen los mínimos básico de salud, educación y trabajo de los internos. La religión debe insertarse, no como premio de los que hacen conducta ni de los que quieren ir a un pabellón de hermanitos, con la esperanza de no ser violados. Cuando interesa cada individuo con sus «cadaunadas»se deben emplear premios ejemplificadores que no solo sean gratificantes y muevan al bien y que no sumen deterioro psíquico e incomunicación (por ejemplo: darle a un interno con sida la doble ración sin la medicación es reforzar la virulencia de la enfermedad psíquica). Se necesitará realismos e ilusiones para enfrentar los viejos modelos que nunca buscaron ser pedagógicos, y audacia para neutralizar a los amigos clientelistas que, seguramente, no tienen la más mínima vocación de cambio.
Para llevar adelante esta investigación cuénteme qué premios ya uds le resultan anacrónicos y deformantes, y cuáles ve pertinentes y no refuerzan el cohecho , atendiendo a un nuevo modelo pedagógico que tienda al desarrollo de la conciencia moral de cada individuo y no comprometan el bien común de las unidades y el sistema penitenciario.
Cite premios y castigos para los internos y agentes penitenciarios.
Nora Cantero: psicopedagoga, catequista.
Leonardo Belderrain: bioeticista, capellán penitenciario
Diego Zerba: psicólogo
Abel Mendoza jefe de la unidad 32