Esta mañana la homilía de Benedicto XVI en la tradicional Misa Crismal de Jueves Santo ha tenido un interés especial. Sobre ella no podemos sino expresar algunas reflexiones críticas.
El Papa ha hablado indirectamente del documento del 19 de junio de 2011 suscrito por cerca de 400 sacerdotes austríacos que se titula Pfarrer-Initiative. Después ha habido otros llamamientos importantes en el Norte de Europa de contenidos similares.
Estos sacerdotes afirman que, sobre todo teniendo en cuenta la escasez de miembros del clero, se sienten obligados a seguir el dictado de su conciencia y a pronunciarse de modo independiente respecto a la organización de su ministerio. Así pues reclaman un papel más protagonista para los laicos y ponen sobre la mesa el problema del acceso a la Eucaristía de los divorciados que han vuelto a casarse y de la ordenación de las mujeres y personas casadas.
Pero Benedicto XVI, igual que el Papa Wojtyla, no dialoga. Desde hace diecisiete años existe el movimiento internacional Somos Iglesia, nacido en Austria, y fue el primero en llevar estas cuestiones al Vaticano pero no ha recibido ninguna respuesta o ha sido posible el diálogo. El arzobispo de Viena, Cardenal Schönborn parece que había intentado este diálogo pero Roma lo ha imposibilitado. En la homilía Benedicto XVI ha afrontado estos problemas solamente desde el punto de vista de la obediencia debida al Magisterio.
Pero ¿sigue siendo la obediencia una virtud? El Papa se refiere, en concreto, al problema de la ordenación de las mujeres repitiendo el planteamiento del papa Wojtyla. No se puede ni siquiera tratar. Pero en la Iglesia muchos sostienen que no hay objeciones verdaderas de carácter teológico para ir en esa dirección y esta opinión de está extendiendo.
Benedicto XVI se refiere a la renovación verdadera de la Iglesia en la etapa postconcilar de la mano de movimientos llenos de vida. El Papa no ha clarificado cuáles son esos movimientos. Nosotros queremos incluir también a las comunidades cristianas de base y a todos aquellos que san surgido inspirándose en la teología de la liberación. Nos gustaría estar seguros de que el Papa no sólo se refería a movimientos como Comunión y Liberación, carismáticos, ??
Finalmente, Benedicto XVI avala con su autoridad a lo que dice la Nota con indicaciones pastorales para el año de la fe del 6 de enero, firmada por el Cardenal Levada, en la que se afirma que los documentos del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 son los instrumentos esenciales que indican de modo auténtico la fe de la Iglesia, a partir de la Palabra de Dios.
Refutamos totalmente esta equiparación entre la autoridad del Concilio y la del Catecismo, dos fuentes de autoridad cualitativamente diversa, como sosteníamos hace tiempo. El año de la fe debería ser el período en el cual se deberían recurrir al espíritu del Concilio Vaticano II y a todos sus documentos para hacer salir a la Iglesia del inmovilismo y para evangelizar en el comienzo del tercer milenio.