Tranquilo, tímido, equilibrado, preparado y con mucha experiencia pastoral y de gobierno, en pocos años Juan José Asenjo ha pasado de auxiliar de Toledo a arzobispo de Sevilla (posiblemente, futuro cardenal). Para suceder nada menos que al cardenal Amigo. Y tras su paso pacifricador y sumamente fructuoso por Córdoba, recién estrenado en la capital hispalense alcanza ya las mieles del Comité Ejecutivo del episcopado y se sitúa en la restringida rosa de los llamados a acceder a la cúpula y suceder, en su caso, al frente del episcopado al mismísimo cardenal Rouco. Asenjo, se convierte, pues, en una apuesta de futuro inmediato junto a Osoro, Blázquez y Sanz. Y sin estridencias.
No es fácil conseguir una puesto tan importante como el de Asenjo con un resultado favorable tan amplio. Eso significa que Asenjo es un hombre de consenso, que cae bien a las diversas «sensibilidades» episcopales. Por otra parte, el arzobispo de Sevilla conoce perfectamente los engranajes de Añastro (donde fue secretario y portavoz)y, desde esos casgos, trabó amistad con muchos obispos. Siempre tuvo palabras de aliento y cercanía para todos. Especialmente, cuando para algunos venían mal dadas. Y ahora se lo agradecen.
Asenjo accede a la cúpula y, por sus cualidades y su experiencia, está llamado a mantenerse en ella. El tiempo, los vientos de Roma y su manejo pastoral de Sevilla, dirá el resto. Por ahora quizás pueda decirse que llega al Ejecutivo un hombre criado a los pechos de Sánchez y que, sin embargo, ha subido cultivar también la amistad de Rouco. Un obispo-puente. Hacen falta muchos como él.¿Sabrá mantener el difícil equilibrio de la equidistancia sin perder la identidad? ¡Enhorabuena, monseñor!
José Manuel vidal