Corrientes: Proponen el nombre de Raúl Marturet para una plaza
‘Por ser ejemplo de amor, tesón y coherencia entre sus dichos y sus hechos’, ciudadanos correntinos impulsan un proyecto de ordenanza para que el municipio de Capital nombre a una de las plazas de la ciudad como Raúl Oscar Marturet, en homenaje al sacerdote tercermundista excomulgado y perseguido que inspiró a cientos de correntinos por sus firmes convicciones sociales veinte años atrás.
El Padre Raúl Oscar Marturet nació en Mocoretá, Monte Caseros, el 21 de agosto de 1925. Hizo la escuela primaria en Chajarí (Entre Ríos) en el colegio de los Hermanos Maristas y más tarde, después de trabajar en el campo con sus hermanos, viajó a Buenos Aires, donde fue obrero metalúrgico y oficinista.
De regreso en Corrientes integró el Consejo de Educación y el Banco Popular y se sumió en el sacerdocio, al que ya se había sentido inclinado en su niñez.
Recuerdan del padre sus cercanos su dinamismo, su permanente deseo de hacer, su interés hacia el prójimo, su incalificable defensa de los más débiles, su profunda fe.
Tenía 24 años cuando el 15 de diciembre de 1957, en Monte Caseros, se ordenó. Luego tuvo como destino Santo Tomé, donde permaneció por dos años.
A pesar del breve tiempo, muchos santotomeños aún dan testimonio ‘de su quehacer en esa ciudad, donde nunca pasó sin dejar huella’.
Dijo Marturet al escritor y periodista Darwi Berti durante una entrevista en 1969: ‘Comprendí que el asistencialismo, la caridad, eso de ‘entregar lo que sobra’, como dicen los llamados de las damas de beneficencia, debía rechazarlo porque era indigno. Sentí la necesidad de dar conciencia a la gente…En la Capilla de San Pablo fundé una fábrica de escobas para juntar fondos para crear una escuela, al mismo tiempo que enseñaba a la e un oficio concreto y útil’.
Con cuatro sacerdotes luego se amistó y emprenderían el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM): Belisario (‘Pucho’) Tiscornia, Luis Niella, Gavino Casco y Luis María Babín.
Juntos se abocaron a la tarea de ‘Aggiornarse’ estudiando el Concilio Vaticano II (1962-1965), Documento de Puebla, etc. prepararon sermones en conjunto con un grupo de laicos ‘preocupados’ por temas sociales o gremiales que les informaban sobre la realidad socioeconómica de la provincia, según cuenta Gavino Casco en su libro ‘Yo fui testigo’.
Sin embargo, por su militancia social, fueron tildados de rebeldes, violentos.
De Santo Tomé fue trasladado a Corrientes por el Arzobispo Vicentín, donde dirigió el internado de estudiantes, Pensionado Católico. A la vez, fue designado párroco de la Iglesia ‘Santa Ana de los Guácaras’.
Luego, el Padre Marturet -como aún se lo llama – fue destinado a la capilla -ahora Parroquia- San Juan Basutista, hasta que en la Semana Santa de 1970 cuando expulsado de allí por el alto prelado al ser excomulgado junto a dos compañeros.
Esta drástica medida siguió a una acción de ‘amparo’ tramitada por Marturet ante el Juez Raúl Otero, como recurso ante un constante asedio policial y el espionaje. El avance de las investigaciones incluyeron el arresto domiciliario del propio Arzobispo.
A estas alturas ya el conflicto había tomado ribetes nacionales. La excomunión del Padre Marturet significó un hito, un antes y un después en la Iglesia Católica de Corrientes.
Los militante cristianos – y discípulos- Vicente ‘Cacho’ Ayala y Osvaldo Grande Elizalde, acompañados por sus barrios, comenzaron una huelga de hambre que llevaron hasta las adyacencias de la Capilla y levantaron a pedido de Marturet por el deterioro de uno de los huelguistas.
Sin embargo, la Iglesia no retrotrajo la excomunión.
Marturet, que albergaba a estudiantes perseguidos fue excomulgado a principios de los 70. ‘El obispo de Corrientes había comunicado a Marturet que sería trasladado porque según las autoridades eclesiásticas su vida y la otros curas obreros corrían peligro’, según el relato que se lee en ‘Che, mataron al enano’ de María Laura Riba (una historia del correntinazo). Pero Marturet presentó un recurso de amparo, que provocó la citación del mismísimo obispo Vicentín: ‘Vea Marturet, no imaginamos nunca que usted llegaría tan lejos’, dijo una de las autoridades eclesiásticas según cita ese libro.’Horas más tarde Marturet recibía una nota con sellos y firma. Había sido excomulgado’
La historia de Marturet incluso hasta al famoso novelista Graham Greene que llegó a Corrientes para entrevistarlo y, con su vida escribir la novela ‘El cónsul Honorario’, llevada más tarde al cine. También fue visitado por el periodista Rodolfo Walsh, asesinado más tarde por la dictadura.
Desde entonces, se dedicó al periodismo y fue un brillante cronista parlamentario. A la vez ocupó la Secretaría Gremial del Sindicato de Prensa.
En los años duros de la represión, fue capaz de cobijar en su domicilio a amigos perseguidos, a los que entibió con su entrega y cariño sin límites. Asimismo supo construir una familia adoptiva, por lo que llegó a ser abuelo.
Marturet murió el 15 de abril de 1989. Por su humildad, inteligencia y férreas convicciones, sin embargo, hoy no pocos lo recuerdan.