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Apostolado en las Periferias Existenciales -- Marco Antonio Velásquez Uribe

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Reflexión y Liberación

La involución del Concilio Vaticano II, en muchos aspectos, produce efectos devastadores a la hora de atender a la llamada de ir…(Marco Antonio Velásquez).
Cuando el papa Francisco invita al mundo católico a ir a las periferias existenciales, hay que asumir que ello supone diálogo. Luego cabe preguntarse: ¿cuánta capacidad de diálogo existe en la cultura católica?

La herencia de siglos de cristiandad condiciona esta capacidad, de modo que el diálogo no es un rasgo distintivo de la cultura católica convencional, pese a ser éste un imperativo evangélico. Los efectos de una larga cristiandad definen una impronta impositiva y defensiva, propia de quien cree detentar la verdad; aflora entonces la orfandad típica de quien no ha debido dar razón de sus convicciones frente al cuestionamiento social. Despierta entonces el instinto apologético y se activan los reflejos del antiguo cruzado. La capacidad de diálogo queda herida en su esencia.

De ahí que la apertura a las periferias existenciales enfrente serias limitaciones prácticas, especialmente en esa gran masa de católicos que, acostumbrados a cierta rutina pastoral y sometidos a una integración eclesial de tipo jerárquico, han terminado domesticando su espíritu profético y han quedado desprovistos de capacidades como la apertura, la tolerancia, la mirada aguda y el discernimiento crítico.

Los desafíos que plantea la sociedad post-moderna a este tipo de cultura católica parecen poner una dificultad mayor, abriendo un verdadero abismo de incomprensión recíproca con el mundo. Una sociedad dinámica, plural y segmentada, donde interactúan diversidad de criterios y sensibilidades, que dejan al descubierto variedad de hábitos y costumbres, retratan un complejo panorama, donde la multiplicidad de valores y cosmovisiones configuran el consabido cambio de época.

La involución del Concilio Vaticano II, en muchos aspectos, produce efectos devastadores a la hora de atender a la llamada de ir a las periferias existenciales. Baste sólo recordar la persistente retórica condenatoria que, partiendo ayer desde Roma, sigue resonando en cada Iglesia local con diferente énfasis. Desde la difusión de un “magisterio moralizante” hasta la demonización del cambio como en la “dictadura del relativismo”, pasando por la proscripción de hitos fundamentales de aquella primavera eclesial que sucedió al Concilio, como la autocomprensión de la Iglesia como un “Pueblo de Dios” empeñado en la construcción del “Reino” y que vive con la perspectiva de la “Utopía Cristiana”, son elementos que aportan evidencia de haber desandado aquel aggiornamento anhelado por el Concilio.

Si a ello se agrega la deficiente formación cristiana y humana de gran parte de la feligresía, la arraigada costumbre de actuar en forma gregaria, la tentación de separar la fe de la vida y el peligro de haber puesto toda la energía pastoral en desarrollar un laicado centrado en las tareas intraeclesiales, surge entonces la dificultad práctica de tener un contingente católico desprovisto de espíritu profético para actuar en conciencia e ir al encuentro de las realidades periféricas de la sociedad.

Entonces, el desafío que plantea el papa Francisco es de tal magnitud que implica, no sólo despertar, sino movilizar a un gigante dormido por siglos. Un desafío que supone una gran odisea, como es hacer presencia activa en un mundo cambiante, pero con el mismo Evangelio de siempre.

Afortunadamente, hay no pocos hombres y mujeres, que movidos por su radicalidad evangélica, se han revestido de un espíritu firme y muchas veces crítico, empapados de audacia y profetismo, tantas veces marginados, que por opción y vocación han abierto el camino a las periferias; son ellos quienes con su experiencia tienen mucho que ofrecer para emprender esta desafiante andadura.

Entre luces y sombras, la llamada del papa Francisco de ir al encuentro de las realidades periféricas de la sociedad es un punto de retorno a las raíces, una llamada de vuelta al espíritu del Concilio.

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